Los sindicatos buscan la igualdad laboral para 34 millones de trabajadores migrantes en África

Los sindicatos buscan la igualdad laboral para 34 millones de trabajadores migrantes en África

Actualmente, casi la mitad del total de trabajadores migrantes son mujeres. En las últimas décadas, la necesidad de mantener a sus familias ha incrementado en África la feminización de la migración.

(Jemal Countess/Solidarity Center)

Hace diecisiete años, Chris Muwani, originario de Zimbabwe, emigró a Sudáfrica, donde trabaja en una plantación de tomates. Si no cumple con su cuota de recogida diaria no le pagan la jornada. Para completar su carga de trabajo, a menudo no se toma el tiempo de recorrer la larga distancia que lo separa de los aseos o del agua para beber.

En una plantación de plátanos cercana, France Mnyike, trabajador agrícola migrante de Mozambique, también señala que es difícil acceder al agua para beber.

“Hay personas que llegan a desmayarse por los mareos que les provoca la falta de agua”, afirma a través de un traductor. “Dos mujeres se desmayaron y finalmente murieron a causa de la deshidratación”.

Ambos trabajadores aportaron su testimonio en la conferencia del Centro de Solidaridad sobre la migración laboral, celebrada en Johannesburgo, Sudáfrica, del 25 al 27 de enero de 2017.

Más de 130 dirigentes sindicales, defensores de los derechos de los trabajadores migrantes y altos funcionarios internacionales responsables de derechos humanos de más de veinte países se reunieron para discutir estrategias encaminadas a mejorar los derechos de los trabajadores migrantes en África.

Durante la conferencia titulada Achieving Fair Migration: Roles of African Trade Unions and Their Partners (Lograr una migración justa: el rol de las uniones sindicales africanas y de sus socios), los dirigentes sindicales y los defensores de los derechos de los migrantes analizaron la xenofobia, el racismo y el sexismo a los que están expuestos los trabajadores migrantes e intentaron incrementar los vínculos vitales entre los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil para hacer campaña a favor de leyes y políticas destinadas a nivelar las condiciones laborales para los trabajadores migrantes.

Aproximadamente 34 millones de africanos son migrantes, en su mayoría trabajadores que se desplazan cruzando fronteras en busca de un empleo que les permita sostener a sus familias.

Sin embargo, la xenofobia y el racismo forman parte de su realidad cotidiana económica y social.

“El mundo está presenciando un creciente nivel de intolerancia hacia los trabajadores extranjeros migrantes, refugiados y solicitantes de asilo”, comenta Joseph Rudigi Rukema, profesor de sociología de la Universidad de KwaZulu-Natal.

La explotación de los trabajadores migrantes comienza desde que emprenden su viaje al extranjero, donde intermediarios laborales y de otro tipo se aprovechan de la precariedad de su situación, señala Rukema.

Una vez que los trabajadores migrantes llegan a su país de destino, experimentan un “racismo en sus condiciones de trabajo”, tales como la explotación por parte de los empleadores, añade.

Los trabajadores migrantes también están sujetos al acoso diario por parte de la policía, al trato a menudo inhumano de los funcionarios cuando buscan un permiso de trabajo y a la falta de acceso a las instituciones bancarias.

“Si observamos a la mayoría de los migrantes, se trata de personas que huyen de las condiciones económicas en su país de origen”, afirma Rukema, por lo que pidió a los sindicatos que desempeñen un papel importante promoviendo la creación de condiciones económicas y políticas propicias en los países de origen de los migrantes.

Feminización de la migración en África

Aun cuando la migración laboral de África ha sido históricamente un fenómeno predominantemente masculino, este patrón ha cambiado significativamente en las últimas décadas.

“Las mujeres africanas están dejando el país donde han nacido para hacer una nueva vida en otro lugar. Las oportunidades económicas disponibles existen principalmente en el cuidado de los niños”, así como en el trabajo doméstico, señala Mondli Hlatshwayo, coordinador del Centro de Derechos Educativos y Transformación de la Universidad de Johannesburgo.

Actualmente, casi la mitad de los trabajadores migrantes son mujeres. En las últimas décadas, la necesidad de sostener a sus familias ha incrementado en África la feminización de la migración.

Sin embargo, en términos de explotación, “la situación es peor para las mujeres inmigrantes” que encaran algunas de las situaciones más difíciles debido a su género, opina Hlatshwayo.

La historia de Praxedes es característica de muchas trabajadoras migrantes. Se trasladó de Zimbabwe a Sudáfrica para dar a sus hijos la oportunidad de una vida mejor que la de ella. “Allí [en Zimbabwe] no hay nada para mí”, asegura. “Muchos empleadores se aprovechan de esta situación”.

Praxedes afirma que ha trabajado durante más de cinco años como trabajadora doméstica, y que los empleadores se han negado a pagarle las horas extraordinarias y se amañan para retener el pago de su salario, aun cuando un tercio de lo que gana se le va en costear su transporte. “Debo tener apagado mi teléfono móvil todo el tiempo. Tengo tres hijos, si les pasara algo no tengo manera de enterarme.

Condiciones de trabajo peligrosas

Como en todo el mundo, a los trabajadores migrantes de África se les engaña y no se les paga su salario (que es una forma moderna de trabajo forzoso), además de coaccionarlos para que trabajen en condiciones peligrosas e insalubres.

“Utilizamos un producto químico para pulverizar la hierba, pero no tenemos botas de goma ni mascarillas, a pesar de que estamos trabajando con veneno”, afirmó Muwani, recogedor de tomates, ante los delegados. “Si protestas por las condiciones de seguridad, despiden a mucha gente”.

Cuando Mnyike se rompió la pierna en el trabajo, su empleador en la plantación de banano no le proporcionó asistencia médica y tuvo que permanecer con la pierna fracturada. Aun cuando su lugar de trabajo ofreciera atención de emergencia, indicó que su empleador le deduciría el costo de su salario.

Ambos trabajadores también describieron cómo son blanco de la xenofobia en su lugar de trabajo y en sus comunidades.

Muwani a menudo recibe motes despectivos por ser originario de Zimbabwe: “Incluso mis hijos son discriminados. Los niños les dicen: ‘No queremos jugar contigo, no eres digno de ser nuestro amigo’”.

Mnyike, lejos de su esposa e hijos, que permanecen en Mozambique, sigue trabajando en la plantación para sostenerlos, pese al trato tan brutal que se propina a los trabajadores: “A los que mueren en la plantación se les arroja debajo de un montón de plátanos, ni siquiera se les entierra”, concluye.

Los participantes en la conferencia, entre los que se encontraban los dirigentes del sindicato de trabajadores agrícolas de Sudáfrica, el South African Farm and Agricultural Workers Union (FAWU), respondieron observando que los sindicatos deben continuar organizando y ayudando a los trabajadores a fin de superar la xenofobia.

Los dirigentes sindicales también señalaron la necesidad de intensificar los esfuerzos para asegurar que sus gobiernos ratifiquen los convenios internacionales, especialmente el Convenio núm. 143 de la Organización Internacional del Trabajo sobre los trabajadores migrantes, y desarrollen estrategias integrales para asegurar que los trabajadores y las trabajadoras migrantes cuenten con representación sindical.

Este artículo es un conjunto de varias historias originalmente publicadas en el sitio web del Solidarity Center.

Este artículo ha sido traducido del inglés.