Los sindicatos de Kirguistán defenderán con firmeza los derechos laborales gane quien gane los comicios del domingo

Los sindicatos de Kirguistán defenderán con firmeza los derechos laborales gane quien gane los comicios del domingo

A campaign poster in support of the ruling SDPK party candidate Sooronbay Jeenbekov on the streets of Bishkek, ahead of the 15 October polling day.

(Naubet Bisenov)

Esta semana, la campaña para las elecciones presidenciales en Kirguistán —que el Financial Times describe como “las elecciones más abiertas de la historia” de Asia central— entra en la recta final sin un favorito claro. Pero, independientemente de quién se convierta en presidente el 15 de octubre, los sindicatos locales se han comprometido a defender con firmeza los derechos laborales, a pesar de la erosión de los derechos civiles y laborales.

A las elecciones del domingo se presentan 13 candidatos. Almazbek Atambayev, el presidente saliente, no puede presentarse por segunda vez porque la Constitución de Kirguistán —enmendada en 2016, después de los derrocamientos de 2005 y 2010— limita su mandato como presidente a sólo uno de seis años de duración.

De los 13 candidatos, la mayoría de los analistas políticos considera que solo cuatro tienen posibilidades reales de acceder a la Presidencia: Sooronbay Jeenbekov, el protegido de Atambayev, del Partido Socialdemócrata de Kirgistán (SDPK), que fue primer ministro hasta agosto; Temir Sariyev, primer ministro del Gobierno de Atambayev entre 2015 y 2016; Omurbek Babanov, otro antiguo primer ministro del Gobierno de Atambayev y el exfuncionario gubernamental Adakhan Madumarov, el menos conocido.

Se aprecian pocas diferencias entre los programas electorales de los distintos candidatos, y todos prometen mejorar las condiciones socioeconómicas de los votantes sin desvelar planes concretos de cómo lograrlo.

“Kirguistán es un país único en Asia central”, explica Rysgul Babaeva, portavoz de la Federación de Sindicatos del Kirgistán (KFTU). “Es la democracia más avanzada de Asia Central e incluso de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). No sabemos quién se convertirá en presidente”, explica a Equal Times, aludiendo a que estamos ante unas elecciones libres, sin un final cantado. Algo que contrasta diametralmente con países vecinos como Kazajstán, Tayikistán y Turkmenistán, donde con frecuencia los candidatos logran más de 90% de los votos.

Lamentablemente, las credenciales democráticas de la campaña se han visto empañadas por una serie de violaciones de derechos que han socavado la independencia del poder judicial y la libertad de expresión. Este mes, un eminente periodista, Kabai Karabekov, fue condenado por un tribunal de Bishkek a pagar a Jeenbeekov casi 72.000 USD por daños y perjuicios, por vincular a sus hermanos (que no son candidatos a la Presidencia) con organizaciones islamistas extranjeras radicales.

Los derechos laborales, cercenados sistemáticamente

Kirgistán es uno de los países más pobres de la región. Aunque las cifras oficiales de desempleo rondan el 8%, se estima que más de un millón de sus habitantes trabaja en el extranjero, sobre todo en Rusia y en la vecina Kazajstán, donde los salarios superan el salario medio mensual de Kirguistán, de 200 USD. Al mismo tiempo, el empleo informal es extremadamente elevado —los sindicatos calculan que más del 70% de la fuerza laboral de Kirguistán es informal— y deja a los trabajadores con unos salarios míseros y desvinculados de leyes laborales y sindicatos.

Desde la disolución de la Unión Soviética en 1991, los derechos laborales son cercenados en Kirguistán de forma sistemática. “Ellos [el Gobierno] siempre quisieron recortar el código del trabajo”, adoptado en 1997 y modificado en 2004, explica el abogado de la KFTU, Vyacheslav Breyvo.

“Sugirieron eliminar la legislación que protege derechos laborales, como la compensación adicional de las horas extraordinarias y de los turnos en días festivos, una indemnización por despido digna, etc.”, explica. “También quisieron revocar todas las leyes que regulan la contratación de mujeres, menores, trabajadores a tiempo parcial y discapacitados”.

Babaeva dice que el Gobierno corre el peligro de seguir los pasos de Georgia, país que la Confederación Sindical Internacional (CSI) describe como “uno de los peores ejemplos de Europa en materia de derechos de los trabajadores”.

El código del trabajo de Georgia de 2006 limita excesivamente el derecho de huelga, los derechos laborales de las trabajadoras con hijos y el derecho a la retribución de las horas extraordinarias. A pesar de que su enmienda en 2013 supuso notables mejoras, como la garantía de la libertad de afiliación sindical y la prohibición del despido de las mujeres embarazadas, Georgia continúa siendo uno de los pocos países del mundo que carecen inspectores de trabajo oficiales.

Un gobierno a favor de los empleadores

Breyvo subraya el profundo deterioro que han sufrido las relaciones laborales en Kirguistán en los últimos años, porque el Gobierno apuesta por salvaguardar los intereses de los empleadores. Antes, las empresas podían alegar entre ocho y diez razones para despedir a sus empleados y todas ellas podían ser objeto de escrutinio por parte de los sindicatos. Después de las enmiendas de 2004 del código del trabajo, las razones de despido justificado aumentaron a 30 y los sindicatos sólo pueden intervenir en apenas cuatro casos.

En 2015, las autoridades sugirieron eliminar las garantías legales que protegen los turnos en días festivos y las horas extraordinarias, simplificar los procedimientos de despido y cambiar a todos los trabajadores a contratos a corto plazo, independientemente de su antigüedad en el puesto. Estas modificaciones, de aprobarse, afectarían al 90% de la mano de obra, calculan los sindicatos.

Según los responsables sindicales, la Administración de Atambayev sugirió que fueran las empresas, y no el Estado, las que decidieran si pagar o no las horas extraordinarias.

“Estos ataques se han reanudado y ellos [el Gobierno] quieren cambiar el código del trabajo para favorecer a los empleadores, aunque nosotros nos mantenemos firmes”, explica Babaeva. “La KFTU es una enorme roca imposible de ignorar en una democracia”.

Breyvo afirma que no importa quién gane las elecciones esta semana, los trabajadores continuarán preparándose para enfrentar los continuos embates contra sus derechos laborales. “Los ataques a la legislación laboral no cesarán nunca porque los diputados y los presidentes los elige la oligarquía que representa al gran capital privado; ’ellos’ son empleadores”, lamenta el abogado.

A pesar de todo, Babaeva afirma que la confederación sindical está decidida a mantener una relación de trabajo positiva con la nueva Administración. “Sea quien sea el elegido, le reconoceremos porque nosotros, como sindicato, no nos involucramos en política”, explica. “Pero también deberían entender que el desarrollo de una sociedad democrática resulta imposible sin sindicatos”.