Los trabajadores de los astilleros de Croacia se encuentran ante una imparable tormenta

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Las grullas azules cruzan el cielo sobre Nauta Lamjana, un astillero en el centro de la costa adriática de Croacia.

El delegado sindical y antiguo trabajador del astillero, Mario Košta, recuerda el apogeo de la zona industrial junto al mar, cuando en la ahora aletargada isla de Ugljan zumbaba un enjambre de hasta 600 trabajadores martillando, soldando, remachando piezas destinadas sobre todo al mantenimiento de plataformas petrolíferas.

“Los locos de los norteamericanos acostumbraban hacer equilibrio en la parte superior de las plataformas”, comenta con una sonrisa nostálgica. Una época que ya se fue.

Nauta Lamjana se vio arrastrado por una ola de privatizaciones que acabó con grandes franjas de la economía croata justo después de la guerra que la separó de Yugoslavia, a principios de la década de los años 1990.

El otrora orgulloso astillero ha sido víctima de una situación en la que se han combinado la ineptitud, una presunta corrupción y un triste entorno económico en el transcurso de los últimos 20 años.

Ahora Košta y todos los demás trabajadores de los astilleros temen que la historia se repita.

Durante las comparecencias para la adhesión de Croacia a la Unión Europea se produjo una ola de privatización similar.

La Comisión Europea (CE) exigió al país recortar las subvenciones a sus cuatro más grandes astilleros para cumplir con las normas de competencia leal.

Según informes, Croacia había inyectado subvenciones por un valor de 4760 millones de USD a astilleros no rentables durante más de dos décadas.

Las privatizaciones, una precipitada chapuza en la que la reestructuración de tres astilleros fue aprobada un año antes del plazo límite, estuvieron plagadas de errores y malas interpretaciones, según Ozren Matijašević, Presidente de la central sindical Croatian Association of Trade Unions.

Los errores cometidos echaron por tierra toda esperanza de un cambio real e inmediato.

“Croacia entró en la Unión Europea en volandas e improvisadamente”, asevera secamente.

La tibia respuesta a las licitaciones para los astilleros obligó a Croacia a atraer a los compradores potenciales mediante “ayudas a la reestructuración”. Una vez pasado el revuelo, Croacia se encontró con que había comprometido más de 1000 millones de euros en ayudas a la reestructuración, financiadas por los contribuyentes, para ayudar la transición a la privatización.

Croacia cumple las normas comunitarias en materia de competencia limitando su capacidad de producción. Como resultado, el astillero más antiguo del país, Kraljevica, fue dejado a la deriva hasta su quiebra.
Desde entonces han desaparecido miles de puestos de trabajo en los astilleros 3. Maj, Brodotrogir, Brodosplit y Uljanik, según las cifras publicadas por la central sindical del país, la Croatian Union of Autonomous Trades.

 

Al borde del precipicio

Los trabajadores de la construcción naval que aún quedan en Croacia se aferran precariamente al mismísimo filo de las ayudas estatales, las cuales podrían ser recortadas en cualquier momento por la voluble guadaña de los vigías de la reducción del déficit.

Es posible que los topes de producción, que en algunos casos prolongaron pura y simplemente las prohibiciones a las nuevas empresas, ya hayan sellado el destino de algunos astilleros, según Matijašević.

“Croacia acordó condiciones irrazonables”, afirmó. "La cartera de pedidos no está tan llena como podría estarlo.”

Sin embargo, las presiones ejercidas sobre los astilleros del país no son del todo únicas.

Competir en un mercado global en desaceleración coloca a Croacia en una desventaja estratégica.

Competidores como China y Corea del Sur dominan el mercado en lo que se refiere al costo, la capacidad y la tecnología, a juicio de la Dra. Joan Mileski, profesora y directora del Departamento de Administración Marítima de Texas A&M.

“Se está exprimiendo a la industria [de la construcción naval]”, indicó en una entrevista telefónica concedida a Equal Times.

“El precio de un buque es sumamente caro. Los costos de combustible son extremadamente altos. Actualmente existe un exceso de buques en el mercado. Hay un problema de mercado mundial.”

La Dra. Mileski señaló que las subvenciones estatales solamente podían inmunizar a los constructores navales antes de que el mercado se ensombreciera.

“Incluso subvencionada, [Croacia] tendría los mismos problemas”, agregó.

“La industria marítima es cíclica. Sigue las grandes tendencias económicas del mundo.”

Košta, Matijašević y otros trabajadores de la construcción naval admiten que la macroeconomía está en su contra.

Sin embargo, afirman que han sido vendidos por una clase política que solamente ve por sus propios intereses y concluye componendas a corto plazo para beneficiarse personalmente.

El Ministerio de Economía de Croacia es el blanco del descontento de todos los trabajadores antiguos y actuales entrevistados por Equal Times.

Afirman que los fondos de reestructuración del Estado se recortaron con el fin de que todo el país en su conjunto cumpliera con el procedimiento de déficit excesivo de la Unión Europea.

El Ministerio no respondió a las diversas solicitudes que le dirigimos pidiéndole sus comentarios.

Košta y otros trabajadores creen que el resto de los astilleros de Croacia podrían experimentar algún día una situación parecida a la de Nauta Lamjana.

Los astilleros parecen abandonados. Solamente 25 trabajadores se activan imperceptiblemente en el recinto cerrado de Nauta Lamjana.

Su producción ha sido reducida desde que el año pasado un administrador contratado por el tribunal local de comercio inició el difícil procedimiento de quiebra que podría cerrar el astillero para siempre.

Košta habla de Nauta Lamjana como de su “único empleo real”.

“No me siento sacudido. Estoy acostumbrado a recibir golpes“, afirma, al tiempo que recorre todo el sitio con una mirada escéptica.

“¿Lo peor que nos ha ocurrido? Eso es lo que les espera a todos ellos.”