Los trabajadores de Yemen atrapados entre la guerra y el hambre

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Tras varios meses sin salario, Hassan Abdel Warith, escritor y editor de periódico, de origen yemení, se vio obligado a poner en venta su biblioteca de 5.000 libros para poder dar de comer a su familia. Y eso que él es uno de los afortunados: mientras la guerra sigue causando estragos en Yemen, sus 25 millones de hombres, mujeres y niños están luchando por sobrevivir.

Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, el 80% de la población necesita ayuda. Pero incluso antes de esta guerra, un 54,5% de la población ya vivía en la pobreza.

En Yemen están sufriendo hasta las personas que tiene la suerte de tener un trabajo. Abdel Warith, editor principal del periódico Al Wahda, propiedad del Gobierno, es uno de los 1,25 millones de funcionarios del Estado de Yemen a los que no se les ha pagado su sueldo desde hace más de cuatro meses.

Miles de trabajadores y trabajadoras han estado participando en huelgas y sentadas en medio de un conflicto que, desde septiembre de 2014, se ha cobrado la vida de más de 10.000 personas – por no hablar de la grave crisis económica y el estado general de represión que imperan en el país.

“Los atrasos salariales han agravado nuestro sufrimiento, y las personas con ingresos reducidos se tienen que enfrentar diariamente a problemas con sus caseros y con los propietarios de las tiendas de comida”, dice Mana’a Shaddad, un funcionario del Estado.

La guerra en Yemen entre el Gobierno del Presidente Abd Rabbu Mansour Hadi, respaldado por Arabia Saudí y otros estados árabes, y los rebeldes hutíes apoyados por el derrocado Presidente Ali Abdullah Saleh e Irán, empezó en marzo de 2015.

Más de 36.000 personas han resultado heridas en los enfrentamientos, y como consecuencia de los ataques aéreos, las bombas y los tiroteos, que están destruyendo hospitales, escuelas, puentes y negocios, se está desencadenando una crisis humanitaria.

La guerra ha cortado el suministro de petróleo, las aduanas y los ingresos fiscales, haciendo que las finanzas públicas y el sector gubernamental – que ya experimentaba una escasez crónica de recursos– se encuentren al borde del colapso.

 

Meses sin salario

El Gobierno está tratando de mantener a flote el Banco Nacional, después de haberlo trasladado de la capital Sana’a, controlada por los hutíes, a la ciudad costera de Aden, donde tiene actualmente su sede el Gobierno. Pero el país está a punto de quedarse paralizado.

"Todas las instituciones públicas están inhabilitadas debido a los atrasos en el pago de los salarios”, explica un empleado del Ministerio de Finanzas que habló con Equal Times a condición de permanecer en el anonimato.

“En la mayoría de las instituciones gubernamentales reina una indignación generalizada y se están llevando a cabo protestas. Incluso los empleados que temen a los hutíes y optan por no protestar, se quedan en sus casas esperando recibir noticias sobre sus salarios”.

A raíz de los impagos salariales, ahora en Yemen no sólo hay un número sin precedentes de personas pidiendo limosna por las calles, sino que la crisis ha contribuido además a que la situación de escasez de alimentos empeore, con la aparición de una hambruna en la costa occidental y 14,14 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria en todo el país.

“Resulta lamentable que el tema de los salarios de los empleados del Gobierno se haya convertido en un conflicto político”, dice Abdel Qawy Hussein, un empleado del Ministerio de Agua y Medio Ambiente. “¿Qué es lo que cientos de miles de empleados han hecho mal para encontrarse de repente sin ingresos?”.

Un funcionario yemení confirmó a Equal Times que más de un millón de empleados de las instituciones públicas llevan meses sin recibir su salario. El conjunto de estos empleados tiene un total de 6,9 millones de personas a su cargo, casi la mitad de las cuales son niños.

La masa salarial total del Gobierno asciende a 75.000 millones de riales al mes (300 millones USD), de los cuales 25.000 millones de riales (100 millones USD) se destinan al personal militar, según el Banco Central de Yemen.

Desde principios de 2015, la guerra también ha privado a cerca de 1,5 millones de personas pobres de las subvenciones directas que recibían del Fondo de Bienestar Social, y, según datos oficiales, un 63% de ellos padecen inseguridad alimentaria. El coste total de estas subvenciones directas se calcula asciende a unos 22.700 millones de riales (90 millones USD) cada tres meses.

“La crisis de liquidez ha dado lugar no sólo a la suspensión de los salarios de los funcionarios del Estado sino también a la suspensión de los gastos del presupuesto del Estado en general, provocando riesgos significativos para los indicadores económicos, sociales y humanitarios”, afirma Sarah Abdullah, una empleada del Ministerio de Planificación yemení.

Sarah añade que los indicadores de hambruna están aumentando día tras día, lo que supone un riesgo cada vez mayor de que se produzca una catástrofe humanitaria sin límites.

 

Acción de los trabajadores

El dirigente de la General Federation of Trade Unions of Yemen, Ali Belkhadr, ha solicitado a las Naciones Unidas y a organizaciones financieras internacionales que presionen a las partes beligerantes para que se pongan de acuerdo sobre el establecimiento de un mecanismo para pagar los salarios.

Los sindicatos están reclamando desempeñar un papel más importante tanto en el proceso de paz como en el diálogo social, organizando huelgas en Sana’a así como en Aden para protestar contra los impagos salariales.

Un sindicalista de la General Electricity Corporation dice que cerca de 24.000 empleados, que en total tienen más de 100.000 personas a su cargo, llevan más de cinco meses sin recibir su sueldo, y que todas las protestas que han organizado durante este período han sido reprimidas por el Gobierno y por los hutíes.

El año pasado, el Union of Electrical Workers in Aden amenazó con desconectar el suministro de todos los centros de servicio si no se satisfacían sus reivindicaciones.

De momento la economía se encuentra paralizada.

En su página de Facebook, Mustafa Nasr, presidente del Studies and Economic Media Centre de Yemen, describe la situación del impago de los salarios como una “bola de nieve que va agrandándose y que terminará por ahogar el futuro de la economía yemení”.

El Gobierno yemení tomó el pasado mes de septiembre la decisión de trasladar el Banco Central de Sana’a a Aden, lo cual se produjo después de que el Presidente Hadi declarara que los hutíes estaban despilfarrando las reservas de divisas.

Durante la visita de Hadi a Nueva York aquel mes, este prometió a las instituciones internacionales que garantizaría el pago de los salarios de todos los yemeníes sin excepción, incluso los de aquellos que viven en zonas controladas por los hutíes.

No obstante, incluso después de modificar la junta de directores y prometer imprimir 400.000 millones de riales (cerca de 1.500 millones USD), el Banco Central seguía sin poder facilitar el pago de los sueldos atrasados.
Meses después, la clase trabajadora de Yemen continúa viéndose duramente afectada por una crisis que parece no tener fin.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.