Luchar contra la violencia de extrema derecha en Alemania será “tarea de toda una generación”

Luchar contra la violencia de extrema derecha en Alemania será “tarea de toda una generación”

A German boy holds a candle in front of a sign reading “Bridges instead of cleavages” during a demonstration for democracy and against the far-right in Chemnitz, Germany, 2 September, 2018.

(AP/Jens Meyer)

"Llamemos al problema por su nombre: Tenemos un problema de racismo", afirma Kerstin Köder, diputada regional en el land de Sajonia, al Este de Alemania. Es allí donde, a finales de agosto y principios de septiembre, varias manifestaciones de extrema derecha congregaron a miles de personas en la modesta ciudad de Chemnitz.

Los líderes del partido de extrema derecha AfD (Alternative für Deutschland, que tiene 92 escaños en el parlamento alemán) desfilaron codo con codo con neonazis y miembros de varios grupúsculos del movimiento. Algunos manifestantes exhibieron saludos hitlerianos. Al margen de las manifestaciones, se han producido varias agresiones xenófobas violentas.

El 3 de septiembre, por ejemplo, al propietario de un restaurante kosher de la ciudad le lanzaron declaraciones antisemitas, le agredieron y resultó herido. "Desde el 26 de agosto de 2018, la organización ha registrado un total de 24 casos de lesiones físicas y 11 casos de amenazas contra migrantes, periodistas y contra manifestantes en Chemnitz", afirma el centro de asistencia a las víctimas de la violencia racista de la región, RAA Sachsen.

Esta nueva ola de violencia de extrema derecha, que nunca ha llegado a desaparecer por completo en Alemania, está conmocionando al país.

"¿Qué sucedió en Chemnitz? Estamos ante acciones organizadas de la extrema derecha", analiza el politólogo Andreas Zick, director del Instituto de Investigación sobre Conflictos y Violencia de la Universidad Alemana de Bielefeld, en la radio pública alemana Deutschlandfunk. "Cada vez más, tales acciones son percibidas por algunos como actos de resistencia", continúa. La extrema derecha alemana lleva años clamando contra la acogida de refugiados en Alemania y contra la política de la canciller Angela Merkel.

"Somos más"

"No hay excusa para la violencia racista", respondió Merkel el 12 de septiembre en el Bundestag (parlamento alemán). "Los judíos y los musulmanes forman parte de nuestra sociedad, al igual que los cristianos y los ateos. Todos tienen su lugar en nuestra sociedad, en nuestras escuelas, en nuestros partidos. Doy las gracias a todos los que están comprometidos con nuestra democracia", añadió, dirigiéndose también a "todos los refugiados que viven pacíficamente en Alemania" y a los voluntarios que han ayudado y siguen ayudando a recibirlos. Porque esa Alemania que abrió sus fronteras y puertas a cientos de miles de refugiados en 2015, sobre todo exiliados de Siria y Oriente Medio, sigue existiendo.

La sociedad alemana respondió a la violencia en Chemnitz con una manifestación por la tolerancia el 1 de septiembre, que reunió a varios miles de personas en esta ciudad. Más de 50.000 personas asistieron el 4 de septiembre al concierto antifascista organizado bajo el lema "Somos más". Y durante todo el verano, decenas de miles de personas se manifestaron en todo el país para exigir una política europea de inmigración acogedora, a instancias de la organización Seebrücke, que significa Puente Marítimo.

"Dejar que la gente muera en el Mediterráneo para aislar Europa aún más y por razones de estrategia política es insoportable y va en contra de la humanidad. ¡La migración es y ha sido siempre parte de nuestra sociedad!", dice el manifiesto de la organización.

"En lugar de cerrar las fronteras, necesitamos una Europa abierta, ciudades solidarias y puertos seguros. Somos solidarios con todos aquellos que están huyendo y que esperan que la política alemana y europea ofrezca rutas seguras hacia el exilio, una despenalización del rescate en el mar y una acogida humana y digna para los que tuvieron que huir o siguen huyendo. Por el fin de los desalojos y los cierres y por la libertad de circulación de todas las personas", añade el manifiesto.

"Lanzamos el movimiento en Berlín a finales de junio, cuando el barco de rescate Lifeline deambulaba por el Mediterráneo y ningún país quería acogerlo", dice Maura Magni, una de las coordinadoras del movimiento. "Luego, decenas de miles de personas se movilizaron en decenas de manifestaciones en más de cien ciudades de todo el país, incluidas ciudades muy pequeñas", agrega. Las manifestaciones han continuado durante este mes de septiembre. "Muchas de las personas que se ofrecieron voluntarias para recibir refugiados en 2015 se están manifestando ahora", dice Maura Magni. El 1 de septiembre, más de 2.000 personas respondieron por las calles de Berlín a la llamada de Seebrücke. Mientras tanto, una manifestación de extrema derecha y una contramanifestación tenían lugar en Chemnitz.

Inmigrantes percibidos como amenaza

"Percibimos constantemente esta distancia entre los de arriba y los de abajo, entre los que están en contra de la migración y los que están a favor. Las instituciones que podrían moderar estos conflictos faltan o han perdido la confianza de la población", explica Andreas Zick, de la Universidad de Bielefeld, en la radio pública alemana.

En 2016, el instituto de Andreas Zick llevó a cabo un estudio que mostraba claramente esta división de la opinión alemana entre la apertura y la xenofobia. "La mayoría de la población tiene una actitud positiva hacia los refugiados en Alemania", dice el estudio. “Más de la mitad de los encuestados están a favor de acogerles”, concluye.

Pero, por otro lado, el 40% de los entrevistados consideran que la sociedad alemana está amenazada por el islam. La tendencia a la intolerancia resulta más evidente en la antigua Alemania Oriental. "En comparación con 2014, se ha duplicado el número de alemanes orientales que se declara de acuerdo con las afirmaciones de la extrema derecha", revela el estudio.

Incluso parte del partido de izquierda alemán Die Linke está empezando a tomar posiciones contra la migración. El 4 de septiembre, Sarah Wagenknecht, líder del grupo Die Linke en el Bundestag (un partido de izquierda), lanzó su propio movimiento, llamado "Aufstehen" (En pie) que, sin ser un partido, competirá con Die Linke. Wagenknecht lleva años siendo cuestionada dentro de su partido por sus posiciones sobre la migración.

Mientras que el partido Die Linke defiende una línea de fronteras abiertas, Sarah Wagenknecht aboga por el cierre de fronteras a los migrantes laborales, a los que ve como competidores que reducen los salarios de la mano de obra nacional. Su movimiento "Aufstehen" ha recibido el apoyo de unas 80 personalidades, entre ellos políticos de Die Linke, del Partido Socialdemócrata y de los Verdes, pero sobre todo de académicos, escritores y artistas. Más de 100.000 personas se han inscrito en el movimiento a través del formulario en línea. El objetivo declarado de Sarah Wagenknecht consiste en recuperar a los votantes que han perdido por la abstención y, sobre todo, por la extrema derecha, especialmente en el este del país.

En el este de Alemania el partido de extrema derecha AfD obtiene los mejores resultados. En las últimas elecciones parlamentarias de 2017 recibió el 25% de los sufragios en Sajonia, el 18% en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, el 22% en Turingia... Estas regiones son también las más afectadas por el desempleo: la tasa de desempleo sigue siendo mucho más alta en el este de Alemania (6,8%) que en el oeste (4,8%). El producto interior bruto per cápita sigue siendo muy inferior en el este que en el oeste. Además, Alemania oriental viene sufriendo una despoblación desde la reunificación en 1990.

"Desde 1989, todo se ha ido desmantelando aquí. Los trabajos han desaparecido, la gente se ha marchado a otra parte y las escuelas han cerrado. Y como no hay escuelas, no hay autobuses.... y los salarios se mantienen muy por debajo de los de Occidente, al igual que las pensiones", explica la política sajona de izquierdas, Kerstin Köder. En esta región, un partido abiertamente neonazi, el NDP (Nationaldemokratische Partei Deutschlands), se sentó durante diez años en el parlamento regional.

"Esto significa que, durante diez años, hemos oído en sesión parlamentaria y en el debate público cosas como ‘los extranjeros son criminales’. El NDP abandonó el Landtag (parlamento regional) en 2014, pero luego se unió al AfD. Y también fue en Sajonia donde el grupo terrorista de extrema derecha NSU (Nationalsozialistischer Untergrund) encontró refugio cuando pasó a la clandestinidad", afirma la diputada*.

"En ninguna otra parte de Alemania hay tanta violencia y actos de violencia de extrema derecha como en Sajonia. En los últimos años se han producido agresiones en Dresde, Heidenau, Bautzen, Freital, Meissen... Lo que está ocurriendo en estas manifestaciones constituye un ataque a nuestra democracia y a nuestro Estado de derecho", advierte el ex diputado socialdemócrata de Alemania oriental Wolfgang Thierse a finales de agosto en la radio pública alemana NDR.

"El peligro es grande, el problema se ha minimizado durante años. Espero que hoy, por fin, el problema se tenga debidamente en cuenta, que la policía y la política hagan lo que tienen que hacer”.

"Cuando me preguntan hoy si tengo idea de qué se puede hacer para frenar este ascenso de la extrema derecha, les respondo que tal vez sea ya demasiado tarde", apunta la diputada regional Kerstin Köder a Equal Times. Para ella, luchar contra la extrema derecha en su región será "tarea de toda una generación". La policía y el poder judicial deben perseguir la violencia racista. Y también debemos trabajar en la educación. Pero todo esto lleva tiempo”.

This article has been translated from French.

* El grupo terrorista de extrema derecha NSU mató al menos a nueve personas entre 2000 y 2007. Ocho de las víctimas eran de origen turco, una griega y una, además, era policía. Dos de los miembros del grupo se suicidaron en 2011. El juicio de la última sobreviviente conocida de este grupo, Beate Zschäpe, terminó el pasado mes de julio. Fue sentenciada a cadena perpetua.