#Makeallwomensafe: Una campaña que cambia la perspectiva sobre las trabajadoras sexuales

En 1980, el colectivo de prostitutas inglesas, English Collective of Prostitutes, dirigió una carta a Len Murray, secretario general la confederación sindical británica Trades Union Congress, solicitando afiliarse como sindicato.

Desde nuestra fundación, en 1975, venimos defendiendo a las mujeres contra la criminalización, la violencia y la explotación en el trabajo, y proporcionando distintos tipos de apoyo. Es similar a labor que realiza un sindicato y la razón por la que nos dimos a conocer como "The Girls’ Union" (el sindicato de las chicas).

En concreto, pedimos que se reconociera como un conflicto sindical nuestra campaña contra las leyes sobre la prostitución —que determinaban nuestros salarios y condiciones laborales—. Pero la TUC se negó.

Hasta hoy, a las trabajadoras sexuales se las ha mantenido en gran medida fuera de los sindicatos y se les ha negado la protección que puede ofrecerles la afiliación sindical. La sección de mujeres del sindicato de maquinistas y bomberos Associated Society of Locomotive Engineers and Firemen (ASLEF), que aprobó una política a favor de la despenalización en 2017, se ha convertido en la más militante, decidida y enérgica del movimiento sindical. La han apoyado algunos sindicatos, como el GMB, que en 2002 incorporó a las trabajadoras sexuales entre sus miembros.

A escala internacional, en raras ocasiones se permite a las trabajadoras sexuales sindicalizarse. Las bailarinas del club Lusty Lady de San Francisco son una excepción y la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) está afiliada a la federación sindical nacional. En la India y Francia, las organizaciones representantes de profesionales del sexo se han establecido como sindicatos. En Tailandia, Empower fundó y dirige el Bar "Can Do", donde se protegen los derechos laborales de las trabajadoras del sexo, una iniciativa que puede servir de modelo a los sindicatos.

Algunos de los principales sindicatos del Reino Unido se niegan rotundamente a reconocer a las profesionales del sexo como trabajadoras y propugnan la criminalización de "quienes compran servicios sexuales", a pesar de las pruebas convincentes de que esto aumenta la violencia contra las trabajadoras sexuales. En nuestra carta de 1980, sugerimos que los sindicatos olvidaron sus raíces porque "la gente que creó los sindicatos eran todos criminales ante la ley".

Para estos sindicatos, la prostitución, y no la pobreza, es singularmente degradante. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿no es degradante que nuestros hijos se queden sin nada, que tengan que saltarse comidas, mendigar o someternos a una pareja violenta para mantener un techo sobre nuestras cabezas?

El 86% de los recortes de austeridad afectaron a las mujeres y aumentaron la prostitución –ya que cada vez más mujeres, sobre todo madres solteras, recurrieron al trabajo sexual para alimentar a sus familias—. Las estadísticas son aterradoras: cuatro millones de niños y niñas viven en la pobreza, 1,25 millones de personas son oficialmente indigentes y los solicitantes de asilo sobreviven con apenas 36 GBP (47 USD) a la semana, siempre que cumplan los requisitos para que se les concedan; muchos no reciben nada en absoluto.

Las madres solteras, desesperadas por mantener a sus hijos, representan el 85% de los afectados por la limitación de las ayudas y constituyen una mayoría de los beneficiarios del subsidio Crédito Universal. La película del aclamado director Ken Loach, Yo, Daniel Blake ilustra con desgarradores detalles el efecto devastador de los recortes de las ayudas y de las sanciones, que reducen o interrumpen durante meses los pagos de asistencia social.

Bajos salarios, explotación y discriminación

Pero la austeridad también ejerce una intensa presión sobre todas las mujeres trabajadoras. Los recortes en la financiación pública y la privatización abocan a las mujeres en general a trabajar más duro y por menos dinero. Nuestra investigación titulada What’s a Nice Girl Like You Doing in a Job Like This? (¿Qué hace una chica como tú en un empleo como este? ) compara el trabajo sexual con otros empleos ocupados en un número desproporcionado por mujeres y reveló que los bajos salarios, la explotación, la discriminación y las lesiones ocupacionales son algo endémico.

Como era de esperar, también encontró que las trabajadoras sexuales ganan más por hora incluso que los empleados del sector público. Este salario más alto es la razón que explícitamente aduce una trabajadora sexual para haber aceptado este trabajo:

"Es la única posibilidad de ganar por encima del salario mínimo en menos tiempo. Con ese salario superior por hora vienen la independencia, el alivio, la elección y menos preocupaciones. La diferencia entre otros empleos en los que he trabajado, como en pubs o tiendas, donde obtienes 7 GBP (9.2 USD) por hora, y el trabajo sexual es muy marcada".

Cuando Empower informó que "los salarios en otras industrias que suelen contratar a mujeres, como la agricultura, la pesca y las fábricas, son tan bajos que incluso las trabajadoras sexuales peor pagadas de Tailandia ganan el doble del salario mínimo", confirmó que en todo el mundo las mujeres están entrando en el trabajo sexual para combatir la pobreza demoledora que se nos impone a todas.

El problema es que el trabajo sexual es un delito y esto socava la seguridad ya que impide que las trabajadoras sexuales trabajen juntas y las disuade de denunciar las agresiones que sufren, por temor a ser arrestadas. Peor aún, la criminalización priva a las trabajadoras del sexo de las formas de organizarse que han encontrado otras trabajadoras para mejorar sus condiciones laborales. Incluso se nos niegan protecciones básicas, por no hablar del derecho a afiliarnos a un sindicato y a organizarnos colectivamente, a declararnos en huelga y a protestar contra nuestro trabajo cuando este es explotador y abusivo.

No es de extrañar que el movimiento internacional liderado por las trabajadoras sexuales exija la despenalización, en la línea de la ley introducida en Nueva Zelanda en 2003, que eliminó la prostitución del derecho penal, dio a las personas el derecho a trabajar juntas y a organizarse para mejorar sus condiciones laborales. Más del 90% de las profesionales del sexo dijeron que, desde que la ley cambió, disfrutan de más derechos y el 64,8% afirma que les resulta más fácil rechazar a los clientes –un indicador clave contra la explotación–. El 70% dijo que era más probable que ahora denunciaran incidentes de violencia a la policía.

La nueva campaña #MakeAllWomenSafe

En el Reino Unido, nuestra nueva campaña #MakeAllWomenSafe (por la seguridad de todas las mujeres) destaca específicamente la injusticia de las leyes que impiden a las mujeres trabajar juntas en pro de su seguridad. Un cortometraje dirigido por la directora nominada a los Bafta Charlotte Regan y protagonizada por Lyndsey Marshal, ha sido visto cientos de miles de veces. Cuenta una historia sencilla: las mujeres se ven obligadas a elegir entre un posible arresto y mantenerse a salvo, evitando tener antecedentes penales y ponerse en peligro.

La gente pregunta: “¿y qué que hay de la trata? Nosotras respondemos: hay una ley contra eso. ¿Y qué pasa con las violaciones? Hay una ley contra eso también. Y contra el asesinato. Sin embargo, como mostró el reciente documental de la BBC The Yorkshire Ripper Files: a Very British Crime Story (Los archivos del destripador de Yorkshire : la historia de un crimen muy británico), las vidas de las mujeres de la clase trabajadora son devaluadas por las mismas instituciones que cobran por protegernos. Y eso no ha cambiado. ¿De qué otra forma si no puede explicarse el índice cada vez menor de condenas por violación y violencia doméstica?

Nuestra petición insta al Gobierno del Reino Unido a introducir una ley que despenalice a las trabajadoras sexuales que trabajan juntas en locales y en la calle.

Con el apoyo de famosos como Sarah Solemani (El bebé de Bridget Jones) y Amnistía Internacional, esta campaña está cambiando la perspectiva.

No se trata de preguntar qué piensa la gente sobre el trabajo sexual o si el trabajo sexual es excepcionalmente degradante (aplique la misma pregunta a los trabajadores de McDonald’s y se dará cuenta de lo absurda que es). Se centra en la realidad de que más de 70.000 mujeres, hoy, mañana o en algún momento, intercambiarán sexo por dinero y las leyes que rigen dicho intercambio nos están obligando a hacerlo de manera aislada, peligrosa y explotadora. ¿Quién puede justificar que se niegue a las mujeres el derecho a trabajar juntas para preservar su seguridad y a organizarse en un sindicato? Sí, esta es la cuestión, ¿quién? ¿Qué sindicato, qué organización de mujeres, qué político?