Mauritania, un país al que le cuesta deshacerse de la esclavitud y el trabajo forzoso

Nuestra libertad y nuestra dignidad no estarán realmente y plenamente garantizadas mientras siga habiendo esclavos en este país”.

Si se toma fuera de contexto, esta frase parece remitirnos directamente a las páginas más sombrías de la historia de la humanidad. Sin embargo, no fue pronunciada en el Siglo XIX, sino hace apenas unas semanas, por Boubacar Messaoud, reconocido defensor de los derechos humanos en Mauritania, que lucha desde hace décadas para poner fin a la lacra de la esclavitud que continúa asolando su país.

Las estimaciones sobre el número de esclavos en Mauritania varían según las fuentes, situándose entre el 1,06% y el 20% de una población de alrededor de cuatro millones de habitantes, aunque es prácticamente imposible determinar con exactitud la amplitud de un fenómeno múltiple que se encuentra profundamente arraigado en todos los engranajes de la sociedad.

En este territorio desértico más extenso que el Reino Unido y Francia juntos, la persistencia de la esclavitud afecta casi exclusivamente a la comunidad negra haratina que, pese a representar la mayoría de la población, vive bajo el yugo de la minoría mora o árabe-bereber, que controla todos los ámbitos del poder: tanto económico como político, religioso o militar.

Pese a la posición oficial del Gobierno de Mohamed Ould Abdel Aziz –para quien la esclavitud ha desaparecido desde su abolición oficial en 1981, quedando apenas algunos “remanentes de la esclavitud”– Equal Times no tuvo ninguna dificultad para hablar con algunas de sus víctimas, que nacieron y han vivido siempre siendo ‘propiedad’ de otra persona.

Esos hombres y mujeres nos aportan testimonios escalofriantes que hablan de tortura, de violaciones y de abusos de todo tipo cometidos por sus ‘amos’ con la más absoluta impunidad.

Otra forma de esclavitud moderna, el trabajo forzoso, persiste aún en Mauritania. Explotando la extrema pobreza en la que siguen viviendo la mayor parte de los mauritanos, tanto empresas multinacionales como compañías locales atraen mano de obra con falsas promesas de un trabajo y un salario decente en sectores como el trabajo doméstico (tanto en Mauritania como en los países del Golfo con los que se han establecido acuerdos), la construcción, la pesca o la agricultura. Pero al final, se trata de trabajo impuesto bajo coacción y en condiciones que vulneran todos los tratados internacionales sobre los derechos de los trabajadores, ratificados por Mauritania.

Pero entre la ratificación y la aplicación efectiva, existe una brecha denunciada regularmente por los defensores de los derechos humanos en Mauritania, que reclaman, entre otras cosas, que la justicia registre auténticos progresos condenando a aquellas personas y entidades que cometen esos crímenes, y aporte a las víctimas la sensación de que su sufrimiento y su combate por liberarse de sus opresores no han sido en vano.

Este documental es el fruto de dos viajes efectuados a Mauritania. Se realizó en parte de forma clandestina, para no poner en peligro la integridad física de las personas entrevistadas y no llamar la atención de las autoridades mauritanas, que denegaron a Equal Times los permisos necesarios para poder filmar e investigar libremente en el país.

Este artículo ha sido traducido del francés.