Migrantes en precario en el sector de la limpieza lideran la lucha contra la subcontratación en universidades londinenses

Migrantes en precario en el sector de la limpieza lideran la lucha contra la subcontratación en universidades londinenses

On 15 March 2017, cleaners from the London School of Economics (LSE) and supporters from the United Voices of the World Union picketed outside of the university building before marching to and occupying the cleaning contractor company, Noonan. The cleaners were striking for a London Living Wage and better working conditions.

(Vickie Flores/Alamy Live News)

“La gente nos había dicho que acabar con la subcontratación sería imposible”, dice Lenin Escudero. Pero después de 11 años de campaña, él y otros trabajadores de la limpieza de la Facultad de Estudios Orientales y Africanos (School of Oriental and African Studies, SOAS) de la Universidad de Londres han ganado la batalla. La universidad ha garantizado que, de aquí a septiembre de 2018, todos los trabajadores de la SOAS estarán en nómina, lo que les permitirá disfrutar de unas vacaciones pagadas, de bajas por enfermedad pagadas y del derecho a la jubilación, entre otras prestaciones.

El personal de limpieza de la Facultad de Economía de Londres (London School of Economics, LSE) consiguió una victoria parecida en junio, lo que convierte a las universidades de Londres en cuna de algunas de las victorias más interesantes protagonizadas por trabajadores migrantes y pertenecientes a alguna minoría racial en la lucha contra el trabajo precario en el Reino Unido. No obstante, la lucha continúa.

Durante el verano, más de 700 trabajadores mal pagados, a cargo de los servicios de limpieza, portería, seguridad y restauración de los cinco hospitales de Londres que conforman el grupo Barts Health NHS Trust, convocaron una huelga para reclamar una subida salarial de 30 peniques (40 céntimos de dólar) al controvertido gigante de la subcontratación Serco. A finales del mes pasado se organizó una manifestación solidaria en apoyo a dos trabajadores de la limpieza del mayor concesionario de coches de lujo del Reino Unido que habían sido suspendidos por haberse afiliado al sindicato United Voices of the World Union. Y el 12 de octubre, el sindicato del transporte RMT organizó una manifestación en apoyo a los trabajadores de la limpieza que luchan contra la externalización de este servicio en el Metro de Londres.

La unión sindical Independent Workers’ Union of Great Britain (IWGB) lanzó en septiembre la campaña Back in House con el objetivo de acabar con la subcontratación y con los contratos de cero horas en el conjunto de las 18 instituciones miembros (que incluyen la SOAS y la LSE) y los 9 centros de investigación de la Universidad de Londres.

Centenares de personas trabajan para la Universidad de Londres con contratos temporales, desempeñando diversas funciones, como limpieza y seguridad, para una serie de empresas que incluyen Bouygues, Elior y el Noonan Services Group. La campaña del IWGB también se ha propuesto velar por la aplicación efectiva de las subidas salariales anteriormente acordadas.

“Desde 2012, la Universidad de Londres ha triplicado el número de empleados que ganan más de 100.000 libras (unos 132.400 dólares USD) y el salario del Rector ha pasado de 153.000 libras (202.500 USD) a 173.000 (229.600 USD), a pesar de lo cual alega carecer del dinero necesario para mejorar los sueldos del personal peor pagado que tiene a su servicio”, dice en un comunicado de prensa el Presidente del IWGB Henry Chango López, que trabaja como portero en la Universidad de Londres.

“Cada vez que vamos a la universidad para quejarnos por los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo, los encargados se escudan en las empresas de subcontratación y eluden toda responsabilidad. Esto tiene que acabarse y nosotros lo vamos a conseguir”.

Escudero, que es uno de los cofundadores de la campaña Justice for Cleaners (justicia para los trabajadores de la limpieza), ha conocido a muchos trabajadores del sector desde que empezó a trabajar en la SOAS en el año 2003. Este ecuatoriano vino por primera vez al Reino Unido en 1999 como inmigrante indocumentado. Dice que la realidad de ser trabajador de la limpieza migrante en Londres es muy cruel.

“Trabajamos entre 12 y 14 horas diarias, sin ningún tipo de seguridad ni prestaciones como baja por enfermedad, pensión o vacaciones. Pero lo peor es la falta de respeto, porque esta empresa de subcontratación nos trata como máquinas productoras de beneficios”.

Los que carecen de estatus legal y los que no hablan bien el inglés son los que peor trato reciben, dice Escudero. “Incluso en el sector de la educación superior, conozco a trabajadores de la limpieza subcontratados que están indocumentados. Un trabajador en situación ilegal tiene que aceptarlo todo sin rechistar. Si protesta se queda sin paga o sin vacaciones”.

La situación en la LSE, otra prestigiosa universidad situada a poco más de un kilómetro de la SOAS, evoca lo que cuenta Escudero. Lydia Hughes, licenciada por la LSE y una de los principales organizadores de la campaña de trabajadores de la limpieza, declara a Equal Times que las empresas de subcontratación adoptan siempre que pueden medidas punitivas para imponer su autoridad sobre el personal de limpieza.

Los trabajadores de la limpieza responden

Las universidades suelen ser espacios políticamente activos, lo que explica que sus trabajadores de la limpieza estén liderando la lucha contra la explotación en diversos puntos del planeta, desde Ontario (Canadá) a El Cairo (Egipto) y Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Pero la lucha de los trabajadores de la limpieza no se limita a los espacios académicos. En el Barts Hospital Trust de Londres, a los pocos días de que Serco hubiera asumido los contratos de limpieza y otros servicios en abril de 2017, la empresa intentó suprimir la pausa diaria de 15 minutos que los trabajadores tenían concedida. Al día siguiente, los trabajadores mantuvieron una reunión con Unite the Union, el mayor sindicato general de trabajadores del Reino Unido, y decidieron actuar.

Willie Howard, organizador de Unite, explica a Equal Times: “Los trabajadores dijeron: ‘Nos negaremos a trabajar’, y nosotros les advertimos: ‘En una huelga salvaje no tendrán ninguna protección, pero nosotros no les vamos a impedir que la hagan. Fueron a la cantina y dijeron: ‘Hoy nos vamos a tomar una pausa de una hora’. Y antes de que finalizara la jornada ya habían conseguido recuperar su pausa de 15 minutos”.

Si bien esta huelga salvaje no fue aprobada por el sindicato, sirvió para que muchos trabajadores contractuales de Barts decidieran afiliarse a Unite. El siguiente paso era luchar contra la creciente carga de trabajo y las reducciones de plantilla reclamando un aumento salarial de 30 peniques por hora (40 céntimos de dólar), es decir, del 3%.

Los trabajadores sometieron satisfactoriamente a votación la convocatoria de huelga, que se prolongó durante 48 horas a partir del 4 de julio de 2017; durante una semana el 11 de julio; y durante dos semanas a partir del 25 de julio. El conflicto continúa, y de momento Serco solo ha ofrecido una subida salarial de 10 peniques (14 céntimos de dólar) por hora.

NHS Barts acaba de iniciar un contrato de 10 años con Serco, y la campaña está solo en su fase inicial. Howard dice que se puso en contacto con los organizadores de las anteriores campañas de la LSE y la SOAS para que le asesoraran sobre la organización sindical en el hospital; recalca, sin embargo, que la escasez de recursos les obligó a centrarse más que nada en las huelgas.

“Considero que los organizadores pueden conceder gran importancia a las presiones porque resulta tentador destrozar la marca del empleador, reventar sus reuniones... Pero para lograr una auténtica acción sindical, sin visos de campaña política, los trabajadores han de constituir la piedra angular para la organización, la huelga y la interrupción de los servicios correspondientes”.

Desarrollar el espíritu colectivo

Las campañas en la SOAS y la LSE han aprovechado el valor añadido que representa la notoria tradición de preocupación social que siguen promoviendo ambas instituciones.

“Nuestra campaña está dirigida por los trabajadores, pero los estudiantes han sido clave porque a ellos nadie los puede despedir y pueden dedicarse a llevar a cabo acciones directas”, dice Escudero sobre la campaña de la SOAS. “Otras tácticas han sido las reuniones abiertas, los talleres, las fiestas, el reparto de folletos y el uso de los medios de comunicación y las redes sociales para poner a la universidad en evidencia”.

La campaña de la LSE aprovechó también el modelo cada vez más mercantilizado y centrado en el lucro que la universidad utiliza con sus estudiantes. “Si los estudiantes son considerados como clientes, y se les molesta realmente, entonces se llega verdaderamente al núcleo del modelo empresarial de la LSE. Nos centramos en los exámenes, amenazamos con perturbar las graduaciones y entonces los estudiantes se quejaron a la dirección”, explica Hughes.

Las victorias de estos trabajadores de la limpieza de las universidades contrastan con la situación de muchos trabajadores del mundo entero, víctimas de situaciones cada vez más precarias.

Guy Standing, profesor asociado de la SOAS y autor de The Precariat: The New Dangerous Class, declara a Equal Times: “Las victorias elevan la moral, no solo entre las personas directamente afectadas sino también entre aquellas que se enfrentan a situaciones parecidas de inseguridad, a unas condiciones de trabajo excesivas y a un trato indigno. Pero las campañas de los trabajadores de la limpieza también benefician a los estudiantes y a los miembros de la facultad, obligándoles a reflexionar más sobre la solidaridad social y la aberración de las crecientes desigualdades”.

Escudero considera que, desde el primer día, la lucha de los trabajadores de la limpieza radicaba en reajustar la práctica con la teoría y en restablecer el espíritu de comunidad en la SOAS: “Crearon dos clases de trabajadores. Yo entiendo que los profesores tengan un sueldo más alto. Pero yo soy limpiador y soy un ser humano. Tengo derecho a ponerme enfermo, a ver a mi familia en vacaciones y a jubilarme después de trabajar duramente, igual que los profesores”.

Para cambiar la mentalidad de la comunidad universitaria en general, la campaña abogó desde el principio por la creación de vínculos comunes, en lugar de únicamente facilitar apoyo.

“Les preguntamos a los profesores: ‘¿Les parece bien escribir las palabras igualdad y derechos humanos en la misma pizarra que limpiamos después los que luchamos por alcanzar ambas cosas?’. Se quedaron de piedra. Les dijimos a los estudiantes: ‘Les están timando: pagan ustedes miles de libras para el estudio de la igualdad, mientras nosotros, víctimas de la desigualdad, limpiamos debajo de las sillas en las que ustedes se sientan’. Les dijimos que lucharan por ellos mismos, no solo por nosotros. Y ganamos precisamente porque conseguimos cambiar esa mentalidad”.

Hughes, de la LSE, dice que su campaña también recibió asesoramiento de los trabajadores de la limpieza de la SOAS para fortalecer los vínculos de la comunidad. “Los estudiantes preparaban el desayuno para los trabajadores de la limpieza, y comían juntos, lo cual permitió crear un interesante espacio de encuentro. Los trabajadores de la limpieza habían sido invisibles durante muchos años”.

Una victoria tras múltiples fracasos

La victoria de los trabajadores de la SOAS ha llegado tras muchos fracasos y represalias tanto por parte de las empresas de subcontratación como de la dirección de la universidad. Después de que la campaña ganara el London Living Wage en 2008, la SOAS organizó una reunión de emergencia con la entonces empresa de subcontratación, ISS. Una vez que los trabajadores de la limpieza se encontraban en la sala de reuniones, los organizadores cerraron las puertas con llave y la reunión se convirtió en una redada de inmigración: nueve trabajadores fueron deportados.

“Yo creo que ese fue el punto más bajo al que llegó la historia de esta universidad. Destrozaron a nueve familias. Gente como yo había venido aquí para tener una vida mejor, para dar de comer a su familia aquí y en su país de origen”.

Al ser uno de los trabajadores de la limpieza más dogmáticos, Escudero también fue suspendido en 2012 alegándose su negativa a realizar determinadas tareas (para las cuales no estaba preparado) y que le exigían realizar además de su carga de trabajo habitual.

“Después de dos semanas de protestas estudiantiles, me reincorporaron a mi puesto de trabajo. Eso nos confirmaba que teníamos el apoyo de la comunidad”.

Escudero también explica cómo se desarrolló la campaña. La primera prioridad era llegar a la mesa de negociaciones, y luego defender la incorporación en plantilla de los subcontratados, demostrando, por ejemplo, que el coste de dicha medida no supera el de la externalización.

Realizaron incluso una encuesta que manifestó que la gran mayoría de los estudiantes y del personal querían que los trabajadores subcontratados pasaran a ser trabajadores en nómina.

Y ahora que han ganado, la importancia de su lucha es más clara todavía.

“Esto debería cambiar el futuro. En ninguna universidad existen argumentos que justifiquen la subcontratación. Y es un buen ejemplo para el pueblo británico. En lugar de luchar entre ellos, como hace el Gobierno al crear división entre trabajadores británicos y trabajadores migrantes, nuestra victoria demuestra que, mientras se tenga voluntad de luchar, se puede ganar”.