Mike Bonile Sikani: “Nuestros trabajadores consideran que la salud y seguridad es clave para una transición justa”

Mike Bonile Sikani: “Nuestros trabajadores consideran que la salud y seguridad es clave para una transición justa”

Mike Bonile Sikani (centre) pictured here during a just transition seminar held in Cotonou, Benin this August.

Mike Bonile Sikani es el secretario nacional de Educación del sindicato sudafricano del comercio, la hostelería y afines, South African Commercial, Catering and Allied Workers Union (SACCAWU), organización afiliada al Congress of South African Trade Unions (COSATU).

Tras la celebración de un seminario sobre transición justa en los países del Sur que tuvo lugar en Benín el pasado mes de julio, Sikani explicó a Equal Times cómo los 107.000 miembros de su sindicato se están viendo afectados por el cambio climático, y por qué unas condiciones de trabajo decentes son fundamentales en el marco de una transición justa para la protección del medio ambiente.

¿Qué tipo de repercusiones está teniendo el cambio climático para los trabajadores del comercio y la hostelería de Sudáfrica?

Nuestros miembros no son ajenos a los efectos negativos del cambio climático, y el SACCAWU señala tres motivos principales de preocupación al respecto. El primero es que procesamos y vendemos productos perecederos de orientación agraria, por lo que la calidad de los productos frescos que se venden en las tiendas está directamente vinculada al clima. El segundo motivo está relacionado con el transporte de los productos: nos preocupa el nivel de las emisiones que se generan y su repercusión en el medio ambiente.

En tercer lugar está la cuestión de la desigualdad espacial en Sudáfrica. Durante el apartheid, los trabajadores estaban obligados a vivir en las denominadas “áreas designadas” o “ubicaciones”, muy apartadas de los centros urbanos. La mayoría de los trabajadores siguen viviendo en esas zonas a día de hoy. Esto genera emisiones debido al gran volumen de taxis [minibuses] que hay en las carreteras. También es cierto que los trabajadores se ven obligados a pasar demasiado tiempo y gastarse demasiado dinero para desplazarse hasta y desde su lugar de trabajo. Los trabajadores se gastan aproximadamente el 60% de su remuneración neta en el desplazamiento, lo que repercute en todo tipo de cosas: la calidad de la comida que pueden comprar, la vivienda que pueden permitirse y el tipo de educación al que pueden acceder. A raíz de todo ello se encuentran atrapados en un ciclo de pobreza generacional. Las trabajadoras corren además cierto riesgo durante el trayecto nocturno de vuelta a casa después del trabajo.

Los trabajadores de estas zonas son también más vulnerables a los efectos del clima, como es por ejemplo la falta de agua. Y muchas de las zonas residenciales informales se encuentran ubicadas a proximidad de canales de residuos industriales procedentes, entre otros, de los procesos mineros. El Gobierno no se presta a identificar un lugar saludable donde estas personas puedan residir, por lo que la gente acaba simplemente construyendo estructuras informales para poder vivir cerca de las industrias que necesitan una mano de obra flexible.

Teniendo en cuenta estas repercusiones multidimensionales del cambio climático para sus miembros, ¿podría explicarme algunas de las medidas que su sindicato ha adoptado para solucionar estos problemas?

Al igual que todos los sindicatos de Sudáfrica, estamos trabajando en una política climática basada en el sector económico. Se ha distribuido un documento provisional, que compartiremos en nuestra escuela de verano, prevista del 10 al 15 de diciembre, con objeto de ampliar nuestra articulación e implicación en materia de políticas. Después prepararemos nuestra documentación para el CEC [Comité Ejecutivo Central] y el NEC [Comité Ejecutivo Nacional] de 2019, para poder contar con una valoración más acertada respecto a la dirección política. Una vez dispongamos de la política, recurriremos a diversas estrategias para demostrar nuestra oposición como representantes de la clase trabajadora a escala local, nacional y patronal. Por ejemplo, existen iniciativas dirigidas por estados locales para mitigar los efectos del cambio climático, y queremos incorporarlas.

A escala nacional, tenemos que garantizar la presentación de nuestro caso como un sindicato para decir: “Esta es la contribución que queremos hacer al desarrollo del debate sobre el cambio climático”. Y en cuanto a los empleadores, tenemos que trabajar con ellos para actualizar su planteamiento del desarrollo industrial, puesto que prescinden de muchos aspectos críticos que deberían acompañar sus políticas en materia de salud y seguridad. Nuestros trabajadores consideran que la salud y seguridad es clave para una transición justa.

¿Podría citar ejemplos concretos?

Queremos proponer unas directrices de operaciones comerciales que sean respetuosas con el medio ambiente porque, actualmente, la principal preocupación de estas corporaciones es la seguridad de sus productos, no la salud y seguridad de sus trabajadores ni la normas ambientales. Pensemos por ejemplo en las cámaras frigoríficas. Se trata de un espacio de riesgo clave en nuestra industria.

Aproximadamente el 10-15% de la mano de obra está expuesta a atmósferas [cámaras frigoríficas] que se diseñaron en los años 1960 y 1970 y que se siguen utilizando hoy en día. Disponemos de datos que demuestran una serie de repercusiones negativas derivadas de la exposición a estos tipos de atmósferas, como por ejemplo afecciones a la salud pulmonar, y el hecho que, pasado un tiempo, el cuerpo deja de absorber el calor como debería. A medida que los trabajadores se van haciendo más mayores, los empleadores los sacan de esas atmósferas, pero no les proporcionan ninguna intervención o asistencia sanitaria para ayudarles a vivir con las enfermedades que han desarrollado a consecuencia de su trabajo. Igual que sucedió en el pasado con el amianto, deberían existir políticas para proteger a los trabajadores que enferman como resultado de su trabajo.

¿Ha aprendido algo en el seminario sobre la transición justa en Benín que haya podido ser útil para su país?

El seminario de Benín me ha enseñado que tendría que haber una mayor interacción entre los diferentes sindicatos del continente. Deberíamos contar con vínculos organizativos internos que pudieran asistir a los trabajadores africanos. También deberíamos tener la oportunidad de discutir el tipo de cuestiones que debatimos en Benín de forma sostenida. Al mismo tiempo hemos constatado con pesar que los 23 Estados miembros de la Unión Africana, en lugar de llevar a cabo un desarrollo exhaustivo de políticas, tienen la costumbre de fotocopiar. Y este proceso de fotocopiado por parte de los diferentes Gobiernos desemboca a veces en crisis.

Por ejemplo, si usted tuviera que hablar sobre la cuestión de las políticas nacionales de desarrollo, este tipo de políticas son muy parecidas en todo el continente, a pesar de la diversidad de nuestros contextos nacionales, y nunca ha habido un compromiso crítico con los trabajadores y las comunidades locales. Se trata del mismo enfoque que están adoptando actualmente con relación a los salarios y a la desigualdad. Cuando [los Estados miembros de la Unión Africana] fracasan, todos ellos fracasan; cuando triunfan, todos ellos triunfan. Al igual que tenemos una Unión Africana a nivel político, tendría que haber un Foro Económico Africano encabezado por el movimiento sindical para desarrollar soluciones enfocadas a los trabajadores y que respondan a los diversos problemas económicos de nuestro continente.

¿Cómo sería una transición justa auténtica en Sudáfrica, y sería posible en el futuro cercano?

Tenemos tres tareas principales. En primer lugar, con relación a la ideología: somos superficiales en la articulación de nuestra ideología y en cuanto a lo que pensamos, y yo creo que esta tiene que ser ante todo una solución socialista a la crisis que afrontamos en el continente. En segundo lugar hay que mencionar el conjunto del órgano político de África: estamos mirando hacia afuera en lugar de mirar hacia dentro; la principal preocupación de los ministerios gubernamentales y de los Gobiernos que llegan al poder es satisfacer al G7 y al G20 y tranquilizar a las IFI [instituciones financieras internacionales] y a las Naciones Unidas a expensas de lo que la gente necesita. Y por último, nuestra tercera tarea concierne a la necesidad de que los sindicatos del continente y de Sudáfrica recuerden las principales razones de su existencia.

Cuando dominemos ese ámbito podremos empezar a identificar claramente los motores sociales que impulsan nuestro movimiento, y establecer alianzas auténticas con fuerzas múltiples que después encajen adecuadamente, dentro del espacio ideológico y político, con nuestro plan de llevar las riendas respecto a la oferta de soluciones económicas para el continente. Pero de momento no hemos sido capaces de superar ese reto.