Millones de africanos invisibles sobreviven sin documentos de identidad

Millones de africanos invisibles sobreviven sin documentos de identidad

De los 1.100 millones de personas que no disponen de documentos de identidad, una de cada seis es un niño menor de cinco años.

(Dominic Chavez/World Bank)

Pocas personas en la zona de Kiambaa (ubicada en el municipio de Kikuyu en las afueras de la capital de Kenya) pueden hacer sombra al talento de Mushewa Ndolo como carpintero. Gracias a su duro trabajo y a sus obras se ha ganado el cariño de decenas de fieles clientes a los que ofrece muebles a medida.

Sin embargo, este padre de cuatro niños, que trabaja en un edificio abandonado y en ruinas de la zona comercial de Kiambaa junto a otros hombres de su comunidad, está teniendo dificultades para que su negocio prospere. No puede presentarse a licitaciones ni a otros “trabajos de gran envergadura” porque no tiene una cuenta bancaria. Tampoco puede poseer bienes ni comprarse un vehículo. Y todo porque no cuenta con ningún documento de identidad oficial.

Mushewa es uno de los casi 4.000 miembros de la comunidad shona de Kenya, una etnia apátrida cuyos antepasados migraron hace más de 50 años desde Zimbabwe como misioneros, pero a los cuales el Estado no reconoce como ciudadanos y, por tanto, nunca se les ha expedido ningún documento de identidad keniano.

“La vida no es fácil para nosotros. No podemos tener bienes, registrar una tarjeta SIM para el teléfono móvil, utilizar una cuenta bancaria ni participar en ninguna actividad para la que se necesite una identificación oficial”, explica Mushewa a Equal Times. Además, asegura que tanto él como otros miembros de su comunidad han presentado una solicitud al gobierno de Kenya para que resuelva su situación, pero ninguno lo ha conseguido.

Esta difícil situación también la tiene que sufrir Elijah Wangila, un keniano autóctono que vive sin carnet de identidad y nunca ha solicitado este documento obligatorio, aunque se expide gratuitamente a todas las personas consideradas ciudadanas de Kenya.

Wangila asegura que no tiene carnet de identidad porque perdió la oportunidad de solicitar uno cuando cumplió los 18 años. Según nos cuenta, si lo solicitara ahora, años más tarde y como padre de cinco niños, levantaría sospechas. Además, sería una pesadilla debido a la tediosa burocracia. Por tanto, se ve obligado a vivir una vida ‘sin identidad’, abocado al trabajo precario y a la irregularidad.

“El gobierno trata con desconfianza a la gente de más de 25 años que no tiene un documento de identidad”, asegura. “Piensa que no quiso sacárselo porque quiere delinquir”.

Por suerte, la esposa de Wangila sí tiene carnet de identidad, lo que le ha permitido solicitar el acta de nacimiento de sus hijos, evitando así que tengan que enfrentarse a las mismas dificultades que su padre.

1.100 millones de personas sin documento de identidad

Según el Banco Mundial, se calcula que en el mundo hay 1.100 millones de personas que no pueden demostrar oficialmente su identidad. Se cree que casi la mitad (alrededor de 500 millones) viven en el África subsahariana, según el Foro Económico Mundial. Como se dedican a sus tareas cotidianas sin poder identificarse, a estos millones de personas ‘sin identidad’ se les impide disfrutar de sus derechos fundamentales jurídicos, sociales y económicos, así como de las eventuales oportunidades.

De los 1.100 millones de personas sin carnet de identidad, cuatro de cada diez son menores de 18 años y uno de cada seis son menores de cinco años.

Asimismo, este problema también se puede analizar desde una perspectiva de género. Según los datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) citados en un informe de 2017 de la GSMA sobre la brecha de género en el ámbito de la identidad, en al menos 62 países es menos probable que se registre el nacimiento de una niña que el de un niño. La mayor brecha de género en el registro de nacimientos se da en Somalia, donde el 97% del total de los recién nacidos no se inscriben en el registro y una niña tiene un 18% más de probabilidades de que no se le registre que a un niño.

Entre los adultos, el género y el nivel de ingresos influyen considerablemente en si una persona tiene documentos de identidad. En Uganda, por ejemplo, un estudio de 2014 citado por la GSMA reveló que tan sólo el 63% de las mujeres tienen algún tipo de documento de identidad, una cifra muy baja si se compara con el 83% de los hombres. Asimismo, en muchos países las mujeres siguen enfrentándose a barreras jurídicas e institucionales para obtener los documentos de identidad oficiales. Por ejemplo, en países como Argelia, Benín y Mauricio se exige a las mujeres casadas que presenten un certificado de matrimonio para solicitar un carnet de identidad nacional. A los hombres casados no.

En África, los conflictos y los desplazamientos derivados de los mismos también desempeñan un papel enorme en el gran número de personas “invisibles” que no tienen documentos oficiales de identidad.

“Cuando la gente huye, deja atrás todas sus pertenencias, incluidos sus documentos de identidad”, explica Wanja Munaita, asistente para la protección de los apátridas en la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Nairobi.

“Los desplazados llegan al país receptor desorientados, hambrientos, enfermos y asustados. Es un tema de supervivencia para muchos y, por tanto, la documentación no es lo primero que se les viene a la cabeza”, aclara a Equal Times.

Además, hace hincapié en que los gobiernos de los países receptores de los refugiados no siempre les entregan documentos de identidad, sino que les dan documentos temporales que deben renovarse cada cierto tiempo. Los gobiernos deben plantear “soluciones más permanentes” para los que viven actualmente sin documentos oficiales de identidad, recomienda Munaita.

Vivir en la sombra

Además de no poder demostrar su propia existencia, las personas sin documentos de identidad se ven obligadas a vivir en la sombra en situaciones de lo más variopintas. No pueden acceder a servicios básicos como la atención sanitaria o la educación; no pueden participar en actividades económicas formales en el país donde residen ni gozar de derechos fundamentales como el del voto o el del acceso a la justicia. Resumiendo, no pueden integrarse en la sociedad de un “modo normal”, según Munaita.

Los organismos internacionales multilaterales han tomado conciencia de la necesidad de garantizar que todos los seres humanos tengan documentos de identidad oficiales. Por tanto, la “identidad jurídica para todos, incluido el registro de nacimiento” para el año 2030 constituye una de las metas fundamentales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Además, en 2014 se presentó la iniciativa Identificación para el Desarrollo (ID4D) bajo la dirección del Banco Mundial con el objetivo de impulsar el registro universal de todos los habitantes del planeta.

Hoy en día, África tiene la cifra más baja de personas con algún tipo de identificación oficial. 23 países de la región han impulsado programas para expedir carnets nacionales de identidad a sus habitantes, explica el profesor Benno Ndulu, expresidente del Banco Central de Tanzania y miembro del Consejo Asesor de Alto Nivel para el programa ID4D.

Actualmente, el registro de nacimientos en el África subsahariana asciende a menos del 50%. En comparación, el centro y este de Europa cuentan con un grado de cobertura del 98%.

Según el profesor Ndulu, la cobertura baja y desarticulada en la expedición de documentos de identidad en África se debe en parte a los altos costes y a los numerosos tipos de documentos que existen. En Nigeria, por ejemplo, se calcula que el coste de un solo tipo de documento de identidad asciende a 5 dólares USD (unos 4,5 euros) por persona. En comparación, el único DNI que se expide en India cuesta menos de 1 dólar USD por persona.

“Emitir documentos de identidad para diversos fines, en lugar de una identificación integral polivalente o un único carnet de identidad que se pueda vincular a un sistema de otros documentos funcionales, ayudaría a mantener bajos los costes”, explica. Asimismo, advierte que los sistemas de documentos de identidad polivalentes (un acta de nacimiento para los niños, un carnet de identidad al cumplir los 18 años y un pasaporte cuando se quiera viajar, por ejemplo) son una de las razones por las que se incurre en costes tan altos.

Según recomienda, los gobiernos deberían utilizar las nuevas tecnologías digitales y lograr el registro continuo de los recién nacidos para reducir los costes y hacer que los sistemas de registro sean más sostenibles.

“Es probable que los gobiernos que buscan soluciones inteligentes pongan en marcha sistemas de identificación sostenibles y rentables”, señala Ndulu tras hacer hincapié en que el uso de la tecnología digital, combinado con sistemas integrales de identificación que eviten la duplicación de los costes, reduce considerablemente la carga económica derivada de la expedición de dichos documentos de identidad.

Dicho esto, la cuestión de la privacidad de los datos personales que se usan para identificar a la gente y la necesidad de que se protejan se ha establecido como uno de los principales obstáculos para que la gente se inscriba en el registro.

En África, tan solo 21 países han promulgado leyes sobre ciberseguridad y protección de datos personales. Según afirma Ndulu, esta situación “internacionaliza” el reto.

En su opinión, para ayudar a superar dicho obstáculo, los países africanos deberían aprobar la Convención de la Unión Africana sobre la Ciberseguridad y la Protección de Datos Personales, además de promulgar leyes nacionales para proteger los datos privados.

Resumiendo, Ndulu advierte que una combinación entre la promoción, la aplicación de sistemas rentables, la aprobación de leyes para proteger los datos, el registro de todos los recién nacidos, la posterior actualización de los datos biométricos a medida que crezcan dichos niños y el uso de la tecnología digital, supondría un fuerte impulso para lograr la identificación universal en África.

Este artículo ha sido traducido del inglés.