Sesenta y ocho años de ayuda "temporal", el curioso caso de la UNRWA

La decisión del presidente norteamericano Donald Trump de suspender el pasado mes de enero la entrega de 65 millones de dólares USD (unos 53 millones de euros) a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, según sus siglas en inglés) ha suscitado una enorme preocupación entre los palestinos y sus partidarios, que temen las repercusiones que esta podría tener para el bienestar de los refugiados.

Esa suma representa la mitad de los fondos que los Estados Unidos destina a este organismo, que desde 1949 presta servicios cruciales a los refugiados palestinos que viven en los territorios palestinos ocupados y en los países vecinos.

Sin embargo, esta crisis no ha tomado por sorpresa a la UNRWA. A lo largo de sus 68 años de historia, la incertidumbre se ha cernido, de forma casi constante, sobre su destino y el de los cinco millones de palestinos que tiene registrados la organización.

La agencia, concebida en sus inicios como refuerzo temporal a las labores socorro, ha acabado transformándose en una entidad cuasigubernamental que representa, para bien o para mal, el único elemento de las cruciales resoluciones de las Naciones Unidas relativas al conflicto israelo-palestino que sigue funcionando en la actualidad.

Para Jalal al-Husseini, investigador del Instituto Francés del Próximo Oriente (IFPO) en Jordania, que lleva mucho tiempo estudiando a la UNRWA, el papel de este organismo ha sido ambiguo desde el principio.

En diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 194, que instaba al regreso de los refugiados palestinos expulsados de sus hogares durante la creación del Estado de Israel y a la prestación de servicios humanitarios a estos refugiados hasta que la recién fundada Comisión de Conciliación de las Naciones Unidas para Palestina (UNCCP) facilitara un acuerdo de paz. La UNRWA no se creó hasta la aprobación de la Resolución 302 de las Naciones Unidas, un año después.

“La UNRWA fue creada para asimilar a los refugiados en sus países de acogida, no para servirles a perpetuidad, al contrario”, explica al-Husseini a Equal Times.

Efectivamente, la UNRWA se concibió para que funcionara sólo un año, pero los Estados árabes –que acogían a la mayoría de los palestinos desplazados y no deseaban gestionar esa carga por sí solos— presionaron para enmendar la Resolución 302 y prorrogar el mandato de la UNRWA; un proceso que todavía se aplica cada dos o tres años.

Los Estados árabes presionaron también para introducir una enmienda que insta a la UNRWA y la UNCCP a colaborar para implementar la Resolución 194, señala al-Husseini. Sin embargo, a pesar de que aún existe oficialmente, la UNCCP dejó de funcionar a mediados de los años cincuenta y desde entonces podría decirse que la ONU ha renunciado a su papel como mediadora de paz en el conflicto israelo-palestino.

En consecuencia, “la UNRWA es el único de los tres elementos de la Resolución 194 que sigue en funcionamiento”, argumenta Salman Abu Sitta, investigador palestino y presidente de la Palestine Land Society, destacando la singularidad del organismo.

“A diferencia de ACNUR, que se ocupa de los refugiados que abandonan su país y no quieren regresar, los refugiados palestinos sí quieren regresar, pero se les impide hacerlo”, subraya.

Frente a todas las expectativas, la perdurabilidad de la UNRWA, a medida que la población de refugiados bajo su cuidado se amplió de 750.000 a cinco millones, ha convertido sus servicios humanitarios de salud, educación e infraestructuras en un Estado dentro de Estados. Su papel es crucial sobre todo porque los refugiados no pueden acceder a los servicios públicos en algunos países de acogida, como el Líbano.

La UNRWA se ha convertido en una auténtica administración local, temporal, débilmente estructurada, con una base financiera mínima... que destina un 70% de su presupuesto a los sueldos de maestros, médicos, etc.”, afirma al-Husseini, y prosigue: “para una agencia de ayuda humanitaria internacional, esto es inconcebible”.

Los elevados sueldos de los empleados internacionales, aunque representan una pequeña proporción del total del personal de la UNRWA, han sido durante mucho tiempo motivo de críticas, además de lo que al-Husseini describe como un “enfoque vertical” hacia los refugiados.

Una función humanitaria y política

La UNRWA lleva siendo decisiva para Mohammad Abu Srour desde hace mucho tiempo. A este refugiado palestino, de 27 años de edad, que lleva toda su vida viviendo en el campamento de refugiados de Aida, al sur de la Cisjordania ocupada, la UNRWA le proporcionó educación hasta el noveno grado, financió la infraestructura del campamento, cubrió en parte sus gastos de atención sanitaria y dio trabajo a la gente de su comunidad.

El alcance de los servicios de la UNRWA viene disminuyendo gradualmente desde los años setenta, aunque la organización sigue ofreciendo educación a medio millón de niños palestinos y servicios sanitarios a 3,1 millones de refugiados.

Sin embargo, Abu Srour, como muchos otros refugiados, cree que la labor más importante de la UNRWA no ha sido la distribución de servicios sino su papel como documentalista de los refugiados, ya que mantiene a buen recaudo un registro de los refugiados de la Nakba (el éxodo palestino de 1948) y sus descendientes.

“La UNRWA da pruebas de que seguimos siendo refugiados”, dice a Equal Times.

Para al-Husseini, muchos refugiados palestinos que no necesitaban ayuda humanitaria se registraron en la UNRWA en los años cincuenta como “prueba de identidad”.

Al principio había muchas manifestaciones y disturbios [de refugiados] contra los esfuerzos de integración de la UNRWA. La agencia era un símbolo del mal, un instrumento de los Estados Unidos e Israel para reubicar a los palestinos y hacerles olvidar su derecho al retorno. Pero, desde entonces, la UNRWA se ha insertado de hecho en la sociedad palestina.

“El cuerpo del delito de la limpieza étnica sólo es visible hoy gracias a la UNRWA”, dice Abu Sitta. “Su registro pone de relieve el origen de los refugiados, y eso duele a los israelíes, que esperaban quizás que los palestinos más jóvenes no llegaran a saber de dónde vienen y quiénes son”.

Sembrar la alarma para permanecer a flote

Sus esfuerzos por mantener un registro de la crisis de los refugiados desde hace casi 70 años han colocado a la UNRWA en el punto de mira de Israel.

“Israel nos acusa de haber perpetuado la crisis de los refugiados, algo que no tiene ningún sentido”, comenta a Equal Times Chris Gunness, portavoz de la UNRWA. “Lo que perpetúa la crisis de los refugiados es la incapacidad de los partidos políticos de resolver esto en el contexto de las conversaciones políticas basadas en el derecho internacional y las resoluciones de la ONU”.

No obstante, Al-Husseini considera que la posición israelí con respecto a la UNRWA es “un poco más matizada”, y señala que la existencia de la UNRWA ha servido a Israel para escudarse de sus responsabilidades hacia los refugiados, sobre todo de los que se encuentran en el territorio palestino ocupado.

“Por supuesto que se oponen a la idea de que la UNRWA sea un símbolo político y de la supervivencia del problema de los refugiados”, dice. “Pero la agencia ha servido a Israel muchos años, antes de la creación de la Autoridad Palestina. Israel ha aprovechado las donaciones y la labor de la UNRWA y es consciente de su importancia”.

Podría parecer paradójico que, como partidario inveterado de Israel, Estados Unidos venga aportando sustanciosas contribuciones económicas a la UNRWA desde su creación. Pero Abu Sitta cree que dicho apoyo monetario a la organización se ajusta a la política estadounidense.

“La motivación de Estados Unidos no ha sido ofrecer un regalo o demostrar caridad hacia los palestinos sino salvar a Israel”, dice. “Estados Unidos querían proteger a Israel de la inestabilidad y los disturbios resultantes de impedir a todo un pueblo regresar a sus hogares. Pagar es una forma de pacificar a los refugiados”, elabora.

Frente a las recurrentes crisis presupuestarias, la UNRWA ha adoptado tácticas de intimidación para convencer a los Estados donantes –sobre todo en Occidente– a que sigan contribuyendo.

“Los argumentos de los donantes son los que se imponen, porque ellos dirigen la UNRWA con sus contribuciones”, dice al-Husseini. No obstante, “la UNRWA es quizás el organismo que mejor ha aprendido a utilizar la seguridad para obligar a los contribuyentes a pagar un mínimo”, precisa.

Y sobre la última escasez de fondos, Gunness lanza un aviso a navegantes:

“Esperamos que los donantes contribuyan generosamente porque, no se lleven a engaño, está en juego nada menos que la estabilidad de Oriente Medio (…). En un momento en el que los grupos extremistas están en pleno proceso de reclutamiento, seguro que a nadie le interesa tener a medio millón de niños fuera de las escuelas de las Naciones Unidas, en las calles. Alimentamos a 1,7 millones de refugiados necesitados, un millón de ellos en Gaza. ¿Puede interesar a alguien tener un millón de personas hambrientas y enojadas en Gaza?”.

Los refugiados no reciben bien este argumento.

“Para nosotros es una ofensa”, desaprueba Abu Srour. “La UNRWA debería estar recaudando dinero apelando al respeto, la moralidad, la humanidad y los derechos humanos... no puede lanzar amenazas y decir que la gente acabará convirtiéndose en terrorista solo para lograr sus objetivos. Es una forma rastrera de conseguirlos”.

“Hoy en día ya no recibimos tantos servicios de la UNRWA y no por ello nos hemos convertido en extremistas”, agrega. “Este discurso también apoya la justificación de Israel de la ocupación: que los palestinos son extremistas y pueblos radicales, lo cual es incorrecto”.

En busca de soluciones

Los recurrentes problemas presupuestarios desde la década de los setenta mantienen a la UNRWA en una búsqueda perpetua de fondos. Gunness indica que la organización tenía ya un déficit de 150 millones de dólares antes del anuncio de Trump. A principios de febrero, el déficit de la organización ascendía a 290 millones de dólares (unos 236 millones de euros), aunque algunos países como Islandia y Bélgica se han comprometido a aumentar sus donaciones a la agencia.

“Preferiríamos dedicar todo nuestro tiempo a servir a los refugiados y a cumplir nuestro mandato humanitario, pero, lamentablemente, nuestra situación nos obliga a recaudar fondos", dice Gunness.

Se han planteado varias estrategias para afrontar la cuestión. Mientras Gunness afirma que la UNRWA está llevando a cabo una campaña para recaudar 500 millones de dólares, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, anunció ya en 2017 el establecimiento de fondos en el Banco Mundial y el Banco Islámico de Desarrollo con el objeto de crear fuentes de ingresos más estables.

Mientras tanto, algunos refugiados –incluido el Movimiento de Jóvenes Refugiados al que pertenece Abu Srour– vienen convocando manifestaciones desde enero para pedir a los Estados miembros de la Liga Árabe que presenten una solicitud ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para que la UNRWA se financie mediante contribuciones obligatorias.

“La raíz del problema se encuentra en las tensiones con Naciones Unidas”, dice Srour. “La UNRWA debería tener un presupuesto específico cada año, como otras organizaciones, y no basarse en donaciones voluntarias de distintos países”.

Aunque los refugiados prefieren esta última opción, al-Husseini dice que tiene pocas probabilidades de prosperar, pues los Estados miembros de la ONU presumiblemente se opondrán a la idea.

Sin embargo, cambios como el escalonamiento de las contribuciones a lo largo de cinco años, en lugar de cada dos años como en la actualidad, podrían contribuir a dotar de mayor estabilidad financiera a la UNRWA, con la condición de encontrar nuevos donantes estables.

“Por ejemplo, se podría hacer un llamamiento a los miembros de la Liga Árabe, ya que las resoluciones prevén que los países árabes aporten al menos un 7% de los fondos de la UNRWA”, afirma al-Husseini. “Ahora contribuyen entre el 2% y el 3%, mucho menos de lo que deberían”.

En última instancia, dice Gunness, la única solución duradera a las vicisitudes de la UNRWA sería encontrar una solución adecuada al conflicto israelo-palestino, que se prolonga ya 7 décadas.
“Queremos que los partidos políticos resuelvan el calvario de los refugiados en el contexto de un acuerdo político. Entonces la UNRWA no sería necesaria”, concluye Gunness.

Mientras tanto, a pesar de los obstáculos con que tropieza la UNRWA, los palestinos han instado a la organización a subsanar las deficiencias inherentes al organismo.

“La UNRWA es muy importante para nosotros como palestinos y queremos mantenerla, porque demuestra que seguimos siendo refugiados a día de hoy”, dice Abu Srour. “Pero debería cambiar su ideología”.

“La UNRWA debería cooperar más con el pueblo palestino y comprender sus necesidades... no tenemos hambre ni sed, reclamamos nuestros derechos y libertades. Nuestra dignidad es más importante que una botella de aceite de oliva o un kilo de arroz”, sentencia el joven refugiado.

Este artículo ha sido traducido del inglés.