No es sólo el medio ambiente: los insectos también están mejorando la vida de muchos campesinos en Tailandia

No es sólo el medio ambiente: los insectos también están mejorando la vida de muchos campesinos en Tailandia

Naroumol Intharasit, una campesina del norte de Tailandia, vio su vida mejorada cuando instaló en su casa una granja de grillos hace siete años.

(Laura Villadiego)

Hace siete años, Naroumol Intharasit, de 44 años, vio que su vecino, otro campesino del pequeño pueblo del noreste de Tailandia en el que vive, había empezado a tener más dinero de lo habitual. Intrigada, descubrió que el secreto era sencillo. Su vecino había instalado unas rudimentarias estructuras de cemento donde crecían unos pequeños y rentables habitantes: grillos.

El consumo de insectos está de moda. Organizaciones internacionales y científicos han apuntado a estos artrópodos como una de las soluciones para proveer de proteína animal a una población creciente sin el gran impacto medioambiental de la industria cárnica.

Y la demanda está en auge. Así, según la consultora Global Market Insights, el mercado internacional de insectos para la alimentación sobrepasará los 710 millones de dólares USD (633 millones de euros) en 2024, un incremento del 43,5% respecto a los 55 millones de dólares (unos 49 millones de euros) registrados en 2017.

Pero los beneficios no son sólo medioambientales. Tailandia, un país en el que tradicionalmente se ha consumido insectos como parte de la dieta local, campesinos como Naroumol están aprovechando el incremento de la demanda para instalar granjas de este grupo de invertebrados y mejorar sus condiciones de vida. “[la cría de] grillos es lo que me proporciona más dinero de todo lo que produzco”, asegura esta madre, que también planta arroz, frutas y una variedad de verduras, además de tener pollos y terneros.

Naroumol puede llegar así a conseguir unos 400 euros extra mensuales (450 dólares) gracias a los grillos, casi un 50% más del salario mínimo del país. “Es un ingreso constante, no hay que esperar a la cosecha. Cada 45 días tenemos nuevos insectos para vender”, asegura.

Cría de insectos, un fenómeno relativamente reciente

Según un artículo de investigación realizado en granjas en Tailandia y publicado en Geographical Journal, “la cría de grillos ha mejorado la vida de muchos campesinos rurales en Tailandia, no sólo dándoles una fuente alternativa de ingresos, pero también reforzando el capital humano y social”. La mayoría de estos campesinos, como la propia Naroumol, viven en las zonas deprimidas del norte y el noreste del país, regiones que se han quedado atrás en la rápida industrialización de las zonas centrales del país.

“En economías rurales, si dependes de un único cultivo, los ingresos pueden ser muy inestables”, asegura Afton Halloran, consultora y una de las autoras del estudio. “Las granjas de grillos les permiten rellenar esos huecos en los que no tienen ingresos… con una actividad que no les supone mucho tiempo”, continúa. Así, como en el caso de Naroumol, las granjas se instalan a menudo debajo las casas de pilotes típicas de la región, “por lo que no tienen que desplazarse”, asegura Halloran. Además, las tareas apenas requieren dos horas y media al día, “por lo que no tienen que abandonar otras actividades”.

La cría de insectos ha tenido además un impacto de género positivo, ya que, como Naroumol, la mayoría de los pequeños emprendedores en esta industria son mujeres, quienes han conseguido una mayor independencia económica gracias a las granjas. “Muchas mujeres consiguen ahora más ingresos que sus maridos”, asegura Halloran.

A pesar de que el consumo de insectos en Tailandia no es una novedad, su cría es un fenómeno relativamente reciente que se remonta a la crisis asiática de 1997, que impactó con especial virulencia a Tailandia y que obligó a muchos trabajadores urbanos a volver a sus pueblos de origen al perder sus empleos. La universidad de Khon Kaen, la principal institución de educación superior en el noreste de Tailandia, comenzó entonces a promover la cría de insectos para conseguir otra fuente de ingresos, indica Halloran.

La propia Naroumol acudió a la universidad para aprender todos los secretos sobre cómo cuidar a sus grillos. “Allí aprendí las bases, pero lo he ido adaptando a las propias necesidades de mi granja”, asegura. “Hoy viene gente a preguntarme a mí cómo hacerlo”, continúa. Es uno de los principios de las formaciones proporcionadas por la universidad: que los granjeros puedan enseñar a otros campesinos para que el conocimiento se expanda lo más rápidamente posible y que aquellos que no puedan desplazarse, también puedan aprender. Gracias a este sistema de red, se calcula que a día de hoy hay unas 20.000 granjas de pequeño y mediano tamaño en el país que están gestionadas por estos pequeños propietarios.

Los peligros de una industria en expansión

Durante los últimos años, el mensaje de la comunidad internacional sobre la cría de insectos ha sido casi unánime. “Los insectos están por todos lados y se reproducen de forma rápida, y tienen ratios de conversión de pienso y de crecimiento altos y una huella medioambiental baja durante todo el ciclo”, aseguraba la FAO en una ficha sobre la industria.

Sin embargo, la industria de la cría de insectos está relativamente poco estudiada y sus impactos no son aún del todo conocidos, asegura la doctora Elaine Fitches, especialista en insectos en de la Agencia de Investigación sobre la Comida y el Medio Ambiente del Reino Unido.

“Debemos de tener mucho cuidado con evaluar el ciclo de vida entero”, afirma la académica. “[Si lo comparamos con la soja, el aceite de pescado, o el ganado], estoy segura de que el impacto medioambiental se verá muy reducido, pero no será nulo”. Uno de los elementos clave, asegura Fitches, es la alimentación que se dará a los insectos, especialmente si se van a utilizar como pienso para ganado, una tendencia creciente. “No tiene mucho sentido darles soja, porque eso se lo puedes dar directamente al ganado”, explica.

Naroumol asevera que toda su producción es sostenible y que sólo alimenta a los insectos con los vegetales que produce en su granja. “No los compro en el mercado porque los grillos se mueren. Creo que tienen insecticidas”, informa esta campesina. Sin embargo, Naroumol ha visto a algunos de sus vecinos utilizar pienso para los grillos, que compran a granjas de producción masiva.

A pesar de los impactos sociales positivos, la moda de los insectos también tiene sus riesgos. Así, aunque la demanda ha crecido, también se ha incrementado la competencia y en los últimos 3 años el precio ha caído más de un 15%, nos explica Naroumol. “Cada vez más vecinos están instalando sus granjas así que los compradores tienen más opciones”, comenta.

El boom de la industria también puede llevar a una mayor concentración y a que los pequeños productores no puedan competir con los grandes, asegura Halloran. “Si hay un incremento de la demanda, eso puede atraer a empresas más grandes que van a desplazar a los pequeños productores”.

De momento, Naroumol no se preocupa por el futuro de su granja. Los grillos crecen sin apenas atención y se venden fácilmente. “Creo que podría ganar incluso más dinero si expandiera el negocio”, asegura. “Pero aquí no hay espacio para más”.