Nuestros dirigentes deben abandonar el mito de que los refugiados son una carga económica

El plan del gobierno británico de enviar a Ruanda a una parte de los solicitantes de asilo se ha topado, como es lógico, con enormes críticas. Incluso el ministro de Refugiados, Lord Harrington, se ha negado a defender esta política atroz. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que el plan vulnera el derecho internacional, y ya se han presentado dos recursos legales contra el mismo.

Muchas personas están diseccionando y demoliendo el discurso kafkiano de Boris Johnson en el que anunciaba el plan y las correspondientes iniciativas. Me gustaría aportar mi granito de arena centrándome en la siguiente frase: “No podemos pedir al contribuyente británico que firme un cheque en blanco para cubrir los gastos de cualquier persona que quiera venir a vivir aquí”.

En su discurso, el primer ministro Johnson se centró especialmente en las personas que cruzan el Canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones, la mayoría de las cuales son probablemente refugiadas. La idea de que los refugiados constituyen una sangría económica para los países que los acogen es sencillamente falsa.

Según un importante estudio sobre varios países de Europa Occidental, entre ellos Reino Unido, la afluencia de solicitantes de asilo genera efectos positivos significativos en el PIB en un plazo de tan solo tres a siete años. Esta afirmación está respaldada por estudios realizados en otros países del Norte Global. Por ejemplo, en Estados Unidos, los refugiados pagan 21.324 dólares USD más en concepto de impuestos que lo que reciben en concepto de prestaciones durante sus primeros 20 años en el país. Del mismo modo, aumentar la admisión de refugiados en Australia a 44.000 (frente a los 18.750 admitidos en 2019) incrementaría la demanda de bienes y servicios en 18.200 millones de dólares AUD y mantendría 35.000 puestos de trabajo a tiempo completo al año.

Por supuesto, la gran mayoría de los refugiados son acogidos por el Sur Global más que por el mucho más pudiente Norte Global. Incluso en el entorno económico más adverso del Sur Global, el desplazamiento forzado tiende a mejorar los ingresos, el consumo y la riqueza de las comunidades de acogida. Por desgracia, al igual que en el Reino Unido, esto no impide que se publiquen titulares negativos sobre los refugiados, como el caso de los refugiados sirios en el Líbano, presentados como peligrosos por determinados medios de comunicación de ese país.

Si bien resulta crucial lograr que los refugiados y demás personas desplazadas prosperen, el concepto de comunidades afectadas por el desplazamiento –que incluye a los miembros de las comunidades de acogida y a los desplazados forzosos– puede ser una óptica analítica más útil.

Esto se debe, en parte, a que muchas personas desplazadas se quedan donde están. Nuestras encuestas muestran que permanecen en su ubicación actual durante una media de 6,9 años, lo que supera ampliamente el umbral de cinco años establecido por la ONU para calificar una situación de “desplazamiento prolongado”. Pero también se debe a que la idea de comunidades afectadas por el desplazamiento elimina el marco de “nosotros contra ellos”. Todas las personas, independientemente de su condición, merecen ser protegidas y empoderadas.

En Etiopía, la inversión pionera en Dollo Ado ha respaldado la creación de oportunidades de subsistencia tanto para los refugiados somalíes como para los miembros de la comunidad de acogida. Se han creado diversas cooperativas en sectores como la agricultura y la energía. En general, estas cooperativas han contribuido a incrementar los ingresos, a crear servicios esenciales y a mejorar las relaciones en esta comunidad afectada por el desplazamiento. En términos más generales, aunque en Etiopía (a diferencia de otros países del Sur Global) los refugiados están legalmente autorizados a trabajar, la ley tiene un alcance limitado y se aplica de forma deficiente.

Además de ayudar a cubrir las necesidades inmediatas, el trabajo de cuidados y la ayuda mutua permiten a las personas participar en los mercados laborales, ya sea de manera formal o informal. El trabajo de cuidados es importante en todos los lugares donde hemos llevado a cabo nuestra investigación; por término medio, las personas dedican siete horas diarias a cuidar de aquellos con los que viven. Sin embargo, el trabajo de cuidados suele estar infravalorado y no se contabiliza porque es realizado principalmente por mujeres y de manera no remunerada. La ayuda mutua es importante en la mayoría de las comunidades afectadas por el desplazamiento que estamos estudiando. Por término medio, el 30% de nuestros encuestados señala que da o recibe ayuda económica y el 40% da o recibe ayuda no económica. Sin embargo, la ayuda mutua se ha investigado poco, quizás porque se considera insignificante en comparación con la ayuda profesional.

¿Qué puede hacer el gobierno británico en particular, y la comunidad internacional en general, para concienciar sobre el potencial económico de las comunidades afectadas por el desplazamiento?

En primer lugar, conforme al Pacto Mundial sobre Refugiados, deberían promover el derecho al trabajo, el acceso al mercado laboral y los derechos del trabajo para los refugiados. Las leyes y los reglamentos son necesarios aunque insuficientes; los mecanismos de cumplimiento y aplicación son vitales.

En segundo lugar, deberían invertir en el desarrollo de la capacidad de las empresas sociales en las comunidades afectadas por el desplazamiento, y adquirir productos a nivel local. En ciertos aspectos, esta idea no es nueva. Por ejemplo, en 2014 escribí acerca de los beneficios de los programas de comedores escolares que utilizan alimentos cultivados por pequeños agricultores locales en lugar de alimentos (a menudo subvencionados) adquiridos en el Norte Global. Pero ahora se hace más hincapié en la necesidad de fomentar las instituciones financieras locales arraigadas en las comunidades y orientadas al desarrollo a largo plazo de las pequeñas y medianas empresas (en contraposición a más microempresas).

En tercer lugar, tienen que tomarse en serio la ayuda mutua y el trabajo de cuidados. Esto significa comprender mejor y trabajar con los numerosos ejemplos positivos de ayuda mutua, en lugar de ignorarlos o socavarlos. También significa garantizar que el trabajo de cuidados se incluya sistemáticamente en el análisis económico, fomentando y contribuyendo a las inversiones en sistemas de cuidados, y apoyando al colectivo de cuidadores para abogar por sus derechos.

En cuarto lugar, aunque el recorte a las ayudas aplicado por el gobierno británico debería revertirse, es fundamental que los países poderosos piensen y actúen más allá de las ayudas. Transformar las reglas económicas injustas (por ejemplo, en relación con los impuestos, la deuda y el comercio) dotaría a los gobiernos del Sur Global de una proporción más justa de los recursos financieros mundiales y, por lo tanto, más oportunidades para ayudar a todos los que se encuentran en una situación vulnerable en el interior de sus fronteras. Por ejemplo, nuestras encuestas indican que los gastos médicos generan demanda de préstamos en las comunidades afectadas por el desplazamiento, lo que significa que la cobertura sanitaria universal podría tener impactos económicos sumamente positivos en estos lugares.

En el Reino Unido, y en todas las regiones del Norte Global, es preciso que se acoja de manera activa a los refugiados. Y nuestros líderes deben abandonar el mito de que los refugiados son una carga económica.

Este artículo ha sido traducido del inglés por Guiomar Pérez-Rendón