Nuevo libro saca a la luz uno de los episodios más oscuros de la India

Nuevo libro saca a la luz uno de los episodios más oscuros de la India

1984: India’s Guilty Secret author Pav Singh says that the victims of the anti-Sikh violence, which resulted in the deaths of an estimated 8,000 people three decades ago, are still waiting for justice.

(Raj Gedhu)
Q&A

Hace tres décadas tuvo lugar uno de los períodos más negros de la historia moderna de la India. En junio de 1984, la entonces primera ministra Indira Gandhi lanzó un asalto militar al lugar sagrado más significativo para los 15 millones de sijs en la India, el Darbar Sahib (más conocido como el Templo Dorado) situado en Amritsar, Punjab. El templo había sido ocupado por militantes, que reclamaban autonomía regional en nombre de la minoría sij, en una India predominantemente hinduista. En el asalto perdieron la vida varios cientos, posiblemente millares de peregrinos sijs e hindúes que quedaron atrapados en el fuego cruzado. El templo resultaría seriamente dañado. Cuatro meses más tarde, el 31 de octubre, Indira Gandhi fue asesinada por dos de sus guardaespaldas sijes en un acto de represalia. Tras el asesinato de la mandataria, se desencadenaron violentos ataques de contra la población sij minoritaria en numerosas ciudades por todo el país. Durante cuatro días se incendiaron negocios y domicilios y los sijs eran sacados de sus casas y asesinados. Tan solo en Nueva Delhi murieron cerca de 3.000 sijs en lo que hoy se considera un genocidio premeditado y coordinado. La cifra oficiosa de muertos se eleva a al menos 8.000 personas. Este mes de enero se publicó un nuevo libro que cubre los eventos de 1984. Equal Times habla con Pav Singh, residente en el Reino Unido, autor de 1984: India’s Guilty Secret.

¿Por qué se ha escrito tan poco sobre el tema?

Este es el primer libro [publicado sobre este tema] en occidente. Ha habido un puñado de libros en la India, pero siempre se ha tratado de historias parciales: un periodista que habla sobre lo que vio y desde su punto de vista o el abogado H.S. Phoolka quien escribió lo que vio desde su perspectiva. Pero nunca había habido un libro que mostrase una imagen global explorando todas las vías y nunca había habido un libro que hablase de los 33 años de encubrimiento. Es increíble. Quizás hacía falta alguien que estuviese implicado en la historia pero que pudiese también tomar cierta distancia – estando en Inglaterra puede tenerse una visión más general. Por otro lado, he investigado también otros genocidios y algunos aspectos podrían compararse con lo ocurrido en Darfur, Srebrenica o el Holocausto. En realidad, hacía falta un punto de vista internacional, porque la historia es realmente comparable parable a esos eventos, aunque no a la misma escala que cuando hablamos de Darfur o del Holocausto.

¿Qué le motivó a escribir este libro?

En 2004 me tomé un año sabático en la India para escribir un libro de viajes sobre la India. Solo sería cuando mi tío materno me llevó a algunas de las zonas que resultaron afectadas [por la violencia] y me encontré con algunas de las víctimas, que empecé a involucrarme más en los eventos de 1984. Pero incluso entonces, mi intención no era escribir un libro. Me limité a recoger testimonios y pruebas y a cotejarlos. Me llevó casi una década. Visité India cada año durante esa década, pero durante el año que pasé allí fue cuando reuní la mayor parte del material. También fue el año en que se publicaría el informe de la Comisión Nanavati [sobre la violencia]. Parte de la evidencia que utilicé en el libro provenía de la primera investigación, la Investigación Misra en 1985, pero las declaraciones juradas no se publicarían sino después de 2005. Hasta que un día, un autor canadiense llamado Jaspreet Singh, que había escrito una novela titulada Helium sobre los pogromos de 1984, me dijo: ‘¿Por qué no escribes la historia real?’ Eso fue hace dos años.

¿Puede decirme algo más sobre los 33 años de encubrimiento?

Empezó desde el primer día. El partido del Congreso [Nacional Indio, el partido político histórico y de amplia base que ocupaba el poder en aquel entonces, y al que pertenecía la familia Gandhi] controló toda la información y ese fue siempre el problema. Lo primero que dijo Rajiv Gandhi [hijo mayor y sucesor de Indira Gandhi] fue que se habían producido algunos disturbios y que se trató de ataques puntuales y espontáneos. Que nada había sido organizado, nada fue preparado, en ningún caso se trató de un genocidio. La historia ha estado siempre controlada por ellos. Ese fue un problema real que quise abordar y la única manera de hacerlo era examinar la evidencia. Fueron [el Congreso Nacional Indio] muy hábiles asegurándose que la gente implicada quedase exonerada o protegida, gozando de total impunidad e incluso recibieron ayuda del sistema en India, por parte del sistema judicial y la policía. Es por eso que reclamo una nueva investigación, que sea totalmente independiente. Las dos primeras contaron con la participación del Gobierno, el sistema judicial y la policía, así que les resultó muy simple encubrir los hechos.

¿Quién estuvo implicado exactamente en la violencia?

Desde arriba, Rajiv Gandhi la facilitó. No hizo nada, y porque no hizo nada permitió que se produjese un genocidio. No recurrió al ejército desde el primer día –podría haber detenido la violencia porque la policía estaba involucrada. Hubo una total inacción por su parte y luego promovió a los perpetradores. Se aseguró de que los implicados fuesen recompensados. Nunca mostró ninguna simpatía hacia las víctimas y se negó a abrir una investigación independiente. Cuando abrió una, la utilizó para cubrir a los miembros de su partido. Gente como HKL Bhagat, representante de Delhi oriental en el Parlamento, estaban implicados. Sajjan Kumar de Delhi occidental, Jagdish Tytler en el centro, Lalit Maken… todos ellos eran líderes importantes en Delhi en aquel momento y estuvieron involucrados. Únicamente la Comisión Nanavati identificó su implicación.

¿Ha sido juzgada alguna de estas figuras?

Se abrió una causa contra HKL Bhagat, acusado de liderar grupos de atacantes armados y de incitación a la violencia, pero murió antes de ser juzgado. Otros dos parlamentarios con causas pendientes son Sajjan Kumar y Jagdish Tytler, así que es de esperar que ahora que sus causas están abiertas podamos empezar de cero. Están acusados de incitar a la multitud a la violencia y, en algunos casos, a supuestos asesinatos de sijs. No soy excesivamente optimista, pero confío en que el Gobierno y las autoridades hayan aprendido las lecciones del pasado e investiguen ahora adecuadamente.

¿Y qué hay de los autores materiales de la violencia?

La policía no se molestó en recoger pruebas, más bien se dedicó a cubrirlas. Cuando las víctimas aportaron sus primeros testimonios, la policía ignoró sus declaraciones o borró los nombres. Eso es un problema. No todos los perpetradores serán llevados ante la justicia.

¿Qué tipo de asistencia recibieron los afectados por la violencia?

En realidad, la gente no recibió la ayuda [en términos de compensación o al menos un día de conmemoración] necesaria. No se les ofreció ningún tipo de asesoramiento. Hoy en día, las víctimas siguen estancados en el tiempo. Lo que reclamo no sólo es justicia, sino también un espacio seguro donde mujeres y niños puedan hablar de su sufrimiento. Esto es algo que nadie ha planteado jamás. Las violaciones se ocultaron, incluso en el seno de la comunidad sij, y pienso que debemos empezar a aportarles [a las víctimas] la confianza necesaria para poder hablar y quizás entonces, con un poco de suerte, castigar a los culpables. Pero estas mujeres no pueden contar sus experiencias. No es únicamente por miedo de los violadores, probablemente gente local, sino también por el estigma que les supondría hablar de ello. Hace falta que cambien muchas cosas antes de que los culpables comparezcan ante la justicia.

¿Qué espera que ocurra con este libro?

Lo que espero es que incite un debate, un nuevo debate y una nueva manera de examinar lo ocurrido. En primer lugar, hace falta cuestionar la versión oficial de ‘levantamiento espontáneo de la población’. Hago un llamamiento además a las comunidades hindú y sij a reivindicar la realidad de 1984. Que muchos vecinos de otras religiones escondieron a sijs de los asaltantes y que muchos siguen reclamando justicia. También hay otras cosas que me gustaría que ocurran, tal como expongo en el último capítulo. Debe de haber miles de personas en la India hoy en día que saben cómo empezó todo, que conocen lo que realmente pasó: la logística, quién facilitó las armas y el queroseno, el fósforo blanco, quién distribuyó las listas, quién traslado a las turbas en buses. Miles de personas cuentan probablemente con la información que necesitamos, y hace falta que se manifiesten. En cuanto a la justicia, es necesario crear un mecanismo independiente para llevar a cabo una investigación realmente independiente. Quizás haría falta una comisión de la verdad, como se estableció en Sudáfrica, o algo similar donde la gente pueda empezar a hablar.