Paraguay, el país sin vacunas

Paraguay, el país sin vacunas

Relatives of patients admitted for Covid-19 wait in tents around the Ingavi public hospital, in San Lorenzo, Asunción, Paraguay.

(Mayeli Villalba)

Mientras en Emiratos Árabes Unidos, Israel, Reino Unido, Estados Unidos y la UE ya es rutina ver el selfie de personas tras vacunarse contra la covid-19 (a pesar de que buena parte de estas no entran en el grupo de “riesgo”), en el resto del mundo el personal sanitario, trabajadores de centros de mayores, bomberos, pacientes de riesgo y abuelos esperan poder hacerlo también.

El reparto de las vacunas para hacer frente al coronavirus ha seguido la misma senda de la economía y ha dejado con menos a los que menos tienen. Entretanto, la pandemia se ceba con América Latina: con el 8% de la población mundial sufre un cuarto de los casos de covid-19 de todo el mundo.

Si ya en febrero el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, aseguró que más de 130 países no habían recibido una sola dosis de las vacunas y denunció que el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento se habían concentrado en “tan sólo diez naciones, todas ellas desarrolladas”, a finales de mayo, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó de que la iniciativa Covax, que busca el acceso equitativo a las vacunas, “ha enviado 70 millones de dosis a 124 países y economías, una cifra que alcanza a menos del 0,5% de la población combinada de esas naciones”. Una radiografía de la respuesta a “dos velocidades” frente a la pandemia, que, de no remediarse acarreará la persistencia y mutación del virus en las naciones más pobres.

Paraguay, encajado sin océano en el corazón geográfico de América del Sur, es el país con la menor tasa de vacunación de covid del continente y uno de los peores sistemas de salud. La población lo sabe y está cansada y por eso se lanzó a las calles como pocas veces en esta década.

La oposición pedía en marzo la dimisión del presidente, también lo pedía la mitad de su propio partido, el Colorado, que ha gobernado este país por casi 70 años.

Aquí el virus comenzó a causar problemas meses más tarde que en buena parte de occidente y los contagios no afectaron al sistema sanitario en un principio. Hasta marzo de 2021, cuando todo comenzó a colapsar y, encima, sin vacunas. A 4 de junio, poco más de 448.000 dosis de vacunas habían sido administradas entre los siete millones de habitantes del país.

Solo mayores de 70 años y el personal sanitario están habilitados a recibirla. El resto sigue esperando. Aunque no todos esperan como deberían. En un momento en el que la saturación de las camas de terapia intensiva ya se ha alcanzado y hay pacientes durmiendo fuera de los hospitales, ha habido cientos de denuncias por irregularidades respecto a la vacunación, la más notoria, la de una senadora del gobernante Partido Colorado, Mirta Gusinsky, que se vacunó cuando no le correspondía gracias al tráfico de influencias.

Ella dimitió de su cargo, presionada por la indignación de opositores y hasta de su propio partido, pero otro centenar de personas están siendo investigadas por saltarse la fila, mientras más de 40 médicos y 35 enfermeros de Paraguay han muerto por la exposición al coronavirus en el último año y la tasa de mortalidad está entre las seis más altas de América del Sur.

“Estoy con mucha bronca y una mezcla de sentimientos negativos, pero vamos a seguir como se pueda”, expresó tras el escándalo el ministro de Salud paraguayo, Julio Borba, el segundo titular de la cartera desde el comienzo de la pandemia, tras las dimisiones provocadas por las protestas de marzo pasado que pusieron al borde del juicio parlamentario al presidente, Mario Abdo Benítez. Entonces las calles ardieron, hubo un fallecido el primer día, decenas de detenidos arbitrarios, denuncias de torturas y también ardió la sede del Partido Colorado.

Entretanto, otros privilegiados aprovechan su residencia legal en Estados Unidos o sus visas, gracias a sus empresas allí creadas, y viajan a vacunarse. El incremento de vuelos desde Asunción hacia Miami en los últimos tres meses es elocuente: unas 4.000 personas volaron cada mes a este destino, más del doble de viajeros que antes de la pandemia. Ejecutivos, empresarios, directivos de clubs de fútbol y hasta uno de los hijos del presidente Mario Abdo Benítez fueron vistos en el aeropuerto de Asunción embarcando a Miami en abril y mayo.

El gobierno prometió que en mayo llegaría un millón de vacunas, pero no ocurrió. Mientras tanto, Paraguay se ha situado junto a Uruguay entre los países del mundo con la mayor tasa de mortalidad. Hasta inicios de marzo de 2021 habían fallecido unas 3.000 personas en relación con la covid-19, y en los últimos tres meses se han sumado 7.200 fallecidos más. Las muertes relacionadas con la covid-19 están empatando a las vinculadas a enfermedades del corazón, la primera causa de muerte en el país.

Redes sociales para pedir auxilio

Mientras tanto, las redes sociales en Paraguay son una esquela en movimiento. Cientos de mensajes diarios de paraguayos buscando ayuda para conseguir cama en un hospital, medicamentos básicos o carísimos e importados. Lo que antes de la pandemia ya era trágicamente habitual: las “milaneseadas” o “polladas” —donde se vende comida entre vecinos y amigos y lo recaudado va para el tratamiento del enfermo—, ahora es aún más cotidiano. Y se junta con las ollas populares, donde las mujeres de la vecindad cocinan para que nadie en su calle quede sin comer, el último recurso en los barrios obreros para hacer frente a la crisis económica que acompaña a la pandemia.

Paraguay no recibió hasta ahora las vacunas compradas a Rusia e India. Ni tampoco las prometidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ha quedado solo en un mercado donde compite con países que, mínimo, triplican su PIB. Su tasa de vacunación es de las más bajas de América: unas 10.000 vacunaciones diarias que no aumentan por culpa de la falta de vacunas y de la desinformación que mantiene alejados a buena parte de los ancianos de los hospitales. Muchas vacunas, simplemente se pierden. Algunas incluso por falta de refrigeración adecuada, como ocurrió en la región del Chaco.

El gobierno estadounidense anunció recientemente que apoya la liberación de las patentes de las vacunas contra la covid-19, pero esto no significa que vaya a haber pronto la disponibilidad de vacunas ni que exista un acuerdo rápido para la transferencia de tecnología. En este marco, Médicos sin Fronteras pidió a finales de mayo que la UE y los países que se oponen a la iniciativa de “exención de la propiedad intelectual sobre la tecnología médica covid-19” se sumen urgentemente al “creciente consenso internacional”. El Parlamento Europeo, en su sesión del 10 de junio, votó a favor de la suspensión temporal de las patentes de las vacunas.

Las Unidades de Terapia Intensiva de Paraguay están al borde del colapso. El 90% de los fallecidos por covid-19 murió esperando entrar en terapia intensiva, según el Círculo Paraguayo de Médicos. No hay suficientes camas, ni medicamentos ni espacio para las familias de los pacientes ingresados. Enfermeros y médicos no dan más. El gremio fue el primero en denunciar la saturación del sistema sanitario público a causa de la pandemia, además de una falta de medicamentos empeorada por el incremento de contagios y de hospitalizaciones. Y ahora han vuelto a salir a protestar.

Carlos Gómez recorre estresado los pasillos del Hospital de Clínicas, uno de los centros públicos más importantes del país, es médico de terapia intensiva: “mis peores pesadillas se están cumpliendo ahora. Salas que son para clínica médica, para pacientes polivalentes, ahora están llenas de pacientes respiratorios covid”.

Está cansado y resignado ante la falta de recursos. Cuenta que lo que más le cuesta es contar a las familias cuando un paciente muere. “La situación cambió. Hace un año Paraguay estaba entre los mejores países en índice de contagio, pero actualmente la situación se ha vuelto caótica. No llegaron las vacunas a tiempo”, añadió.

Los contagios crecen al igual que las denuncias por corrupción y falta de medios. Los hospitales están rodeados de familiares esperando afuera, pendientes de qué nuevo medicamento tendrán que comprar.

Así está hace dos semanas Miguela Quiñónez, su padre está en terapia intensiva por covid-19. “El gobierno se hubiera preparado antes. Porque ahora el sistema de salud está colapsado como ven. Hay muchas personas que se están muriendo sin medicamentos”. En Paraguay la falta de inversión pública obliga a la mayoría de sus habitantes a comprar casi todo lo que necesita el paciente, desde caros medicamentos a gasas. Un problema que viene de largo por la baja inversión en salud de un sistema sanitario fragmentado y desigual, según el Banco Mundial. “Yo te puedo asegurar que hace 4 años esto ya era así. Ahora está empeorando y se nota más con la pandemia”, añade el médico.

Paraguay tomó las medidas adecuadas al comienzo de la pandemia, pero su cercanía y dependencia económica con Brasil lo mantiene en riesgo. Así lo explica Guillermo Sequera, epidemiólogo y director de Vigilancia de la Salud del gobierno paraguayo: “Paraguay no es justamente una isla. Es el país más metido dentro del Brasil o más metido dentro de São Paulo. Donde explotó la bomba atómica del covid en Sudamérica”.

El gobierno continúa buscando nuevas vacunas mientras espera la llegada de las adquiridas a Rusia e India y del mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud. ¿En qué año logrará Paraguay vacunar a su población, y con qué consecuencias para la salud de su población —la de sus vecinos y resto del mundo—, su sistema sanitario y su economía?

This article has been translated from Spanish.