¿Permitirá Reino Unido que los chagosianos regresen algún día a sus islas?

¿Permitirá Reino Unido que los chagosianos regresen algún día a sus islas?

El 25 de febrero de 2019, varias familias chagosianas ondean la bandera del archipiélago de Chagos y celebran en la sede del Grupo de Refugiados de Chagos en Mauricio la noticia de que un tribunal superior de las Naciones Unidas por fin había instado al gobierno británico a ceder el control de este archipiélago situado en el océano Índico. Aunque ya hace más de un año que se dictó la sentencia, Reino Unido todavía no ha aplicado esta resolución judicial no vinculante.

(AFP)

Sabrina Jean nos revela que el mayor deseo de su padre Serge, de 70 años, es regresar a su tierra natal, pero las autoridades británicas no se lo permiten. “Cuando le pregunto ‘¿Dónde está tu país?’, siempre me dice ‘Mi país está en Peros Banhos’”, explica a Equal Times. Serge es un exiliado de las islas Chagos, un archipiélago formado por alrededor de siete atolones y 60 islas en el océano Índico. Chagos era el hogar de entre 1.500 y 2.000 personas que fueron expulsadas a la fuerza de sus tierras entre 1967 y 1973 para construir una base militar estadounidense en Diego García, la mayor de las islas.

Las islas Chagos formaron parte de la colonia británica de Mauricio hasta 1965, cuando las separaron para incluirlas en el recién creado Territorio Británico del Océano Índico (TBOI). Desde entonces, Reino Unido ha mantenido el control del archipiélago, negándose a dejar que los chagosianos expulsados regresen a su tierra natal o a que Mauricio, que obtuvo la independencia en 1968, recupere la soberanía de las islas.

Las deportaciones fueron una experiencia muy traumática. John Pilger, el periodista australiano que ayudó a darle a este tema la atención que se merece con su documental El robo de una nación de 2004, describió el proceso en un artículo para Al-Jazeera:

“A la gente la metieron en la bodega de un buque oxidado como si fueran ganado. A las mujeres y los niños les obligaron a dormir sobre un cargamento de fertilizante formado por excrementos de aves. Les dejaron desembarcar en las Seychelles, donde fueron confinados en las celdas de una prisión, y luego les mandaron a Mauricio, donde acabaron abandonados en un complejo de viviendas sociales en ruinas, sin agua corriente ni electricidad”.

Algunos de esos chagosianos escaparon de la pobreza y la discriminación en Mauricio y las Seychelles y se reasentaron en Reino Unido después de que les otorgaran el derecho a solicitar la nacionalidad británica a principios del año 2000. Hoy en día, hay unos 3.000 chagosianos y sus descendientes viviendo en Reino Unido, principalmente en la localidad de Crawley, que está cerca del aeropuerto londinense de Gatwick.

Sabrina nació en Mauricio y se mudó a Reino Unido en 2006 para poder ofrecer una mejor vida a sus tres hijos (a su padre le trajo poco después). Asegura que va a seguir luchando por su derecho a regresar y reasentarse en las islas Chagos, donde su comunidad vivía desde finales del siglo XVIII. Sabrina sostiene que no está segura “si tiene que ver con la tristeza”, pero revela que su padre, que quiere que le entierren en la tierra de sus ancestros, habla muy poco hoy en día.

Un pacto secreto

En la década de 1960, mientras gran parte del mundo se encontraba en pleno proceso de descolonización, Estados Unidos estaba ampliando su ámbito militar en el mundo para intentar superar a la Unión Soviética, su rival de la Guerra Fría. Reino Unido, como aliado de Estados Unidos, compró las islas Chagos a la entonces colonia autónoma de Mauricio por 3 millones de libras esterlinas para crear el TBOI. A continuación, permitió a Estados Unidos que la usara con fines militares durante un período de 50 años (hasta 2016, aunque recientemente le amplió la cesión durante otros 20 años hasta 2036). Mauricio asegura que le obligaron a renunciar a las islas en 1965 a cambio de su independencia en 1968. A su vez, Gran Bretaña afirma que se ha comprometido a “ceder el territorio a Mauricio cuando ya no lo necesite para fines defensivos”.

“La idea de la base se les ocurrió a los funcionarios del gobierno estadounidense, que convencieron a los británicos de que la apoyaran. Aceptaron pagar 14 millones de dólares estadounidenses para adquirir el derecho a construir una base en Diego García y conseguir que el gobierno británico hiciera el trabajo sucio de sacar a los chagosianos –el pueblo indígena de todo el archipiélago–. Para ello firmaron un pacto secreto en 1966”, explica a Equal Times David Vine, autor de Island of Shame: The Secret History of the U.S. Military Base on Diego Garcia (La isla de la vergüenza: la historia secreta de la base militar estadounidense en Diego García) y profesor de antropología política en la American University de Washington D. C.

Al llevar a cabo esta operación en secreto, tanto Estados Unidos como Reino Unido pudieron evitar la supervisión pública, parlamentaria y del Congreso. No se firmó ningún acuerdo formal ni hubo ninguna transferencia oficial de fondos que requiriera la autorización previa del gobierno. A cambio, Reino Unido recibió apoyo indirecto para su ‘capacidad nuclear independiente de disuasión’ y un descuento en la compra del misil nuclear Polaris.

“Los funcionarios estadounidenses y británicos idearon un plan para presentar a los chagosianos como jornaleros temporales o trabajadores migrantes si cualquiera se tomara la molestia de preguntar por los habitantes de las islas”, explica Vine.

Un cable diplomático de 1966 filtrado en 2004 revela el desprecio que mostraba el máximo responsable de la Oficina Colonial británica hacia los chagosianos en aquella época: “El objetivo de estas maniobras consiste en conseguir algunas rocas que seguirán siendo nuestras; no habrá ninguna población indígena, a excepción de las gaviotas…[.] Por desgracia, junto a los pájaros [sic] hay unos pocos tarzanes o sirvientes parecidos al Viernes de Crusoe de origen desconocido y a los que esperamos se expulse a Mauricio, etc.”

Una historia de expulsiones y la interminable búsqueda de la justicia

Vine describe las islas como un lugar “remoto y aislado” que resulta “ventajoso para construir una base militar porque es más fácil de proteger. También están en mitad del océano Índico, lejos de todo pero también a una buena distancia de ataque de una gran parte del mundo –desde el sur de África y Oriente Medio hasta el este de Asia–”.

Hasta la fecha nadie puede viajar a Diego García –sede del Campamento Cala del Trueno (llamado Campamento Justicia hasta 2006)– a menos que forme parte del ejército británico o estadounidense o sea un contratista civil. Hoy en día, la isla es una base de las fuerzas navales y aéreas estadounidenses y se cree que dentro trabajan la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y la nueva Fuerza Espacial, la primera fuerza militar espacial independiente del mundo fundada en 2019 por el entonces presidente Donald Trump.

El Campamento Cala del Trueno es una de las 800 bases o instalaciones militares estadounidenses presentes en 83 países. Según parece, la CIA lo utilizó como centro clandestino de detención para interrogar a sospechosos de terrorismo durante la llamada ‘guerra contra el terrorismo’. “Hay un amplio historial de bases estadounidenses que han desplazado a los lugareños, es decir a los indígenas, desde la Segunda Guerra Mundial”, denuncia Vine.

“Que yo sepa existen alrededor de 17 ejemplos de habitantes locales desplazados por una base militar estadounidense –ya sea debido a su construcción o a su ampliación–”, asegura. A continuación, citó como ejemplos el desplazamiento forzoso de los habitantes del archipiélago de Chagos, las islas Bikini, las islas Marshall y Okinawa, así como de los inguhuit y los viequenses de Puerto Rico.

Esto “demuestra la vulnerabilidad de los pueblos aislados y mayoritariamente indígenas y no europeos que han sufrido las consecuencias del imperialismo estadounidense”, afirma Vine en su último libro The United States of War: A Global History of America’s Endless Conflicts, from Columbus to the Islamic State (Los Estados Unidos de la Guerra: una historia mundial sobre los interminables conflictos estadounidenses, desde Cristóbal Colón hasta el Estado Islámico).

La comunidad chagosiana ha participado en varias largas causas judiciales contra las autoridades británicas. En el año 2000, el Alto Tribunal de Reino Unido dictaminó que los chagosianos podían regresar a todas las islas, excepto a Diego García. Pero en 2004, Reino Unido utilizó la prerrogativa real para revocar la decisión. En 2007, tanto el Alto Tribunal como el Tribunal de Apelaciones determinaron que la prerrogativa real había sido ilegal. Aun así, en 2016, el tribunal superior británico, el Tribunal Supremo, ratificó una sentencia de la Cámara de los Lores en la que dictaminaba que los chagosianos no podían regresar a sus islas.

Los sucesivos gobiernos británicos han elaborado estudios de viabilidad y creado una Reserva Marina Protegida en las islas. Así han impedido el reasentamiento permanente de los chagosianos alegando motivos de viabilidad o contaminación. En los últimos años han otorgado permisos a los chagosianos para unas pocas visitas patrimoniales autorizadas y acompañadas con el objetivo de que pasen un período corto de tiempo en las islas. Sin embargo, un cable de Wikileaks de 2010 sugiere que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Reino Unido creó la categoría de Reserva Marina Protegida a propósito para “dificultar, si no imposibilitar, que [los chagosianos] sigan adelante con su reivindicación de reasentamiento en las islas”. En enero de 2021, el tribunal marítimo de las Naciones Unidas resolvió que “la reivindicación británica de la soberanía del archipiélago de Chagos es contraria a las resoluciones incluidas en [su] opinión consultiva”. La sentencia confirmó las resoluciones de la Corte Internacional de Justicia y una votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019, pero el gobierno británico las ha desestimado todas.

Aunque es importante que los británicos rindan cuentas, Vine advierte de que no hay que dejar que Estados Unidos quede impune: “Creo que de alguna manera esta es una historia muy sencilla del colonialismo que sigue dándose en pleno siglo XXI, llevado a cabo, perpetuado y perpetrado tanto por el gobierno británico como por el estadounidense. El gobierno estadounidense lleva tiempo intentando desviar la atención y cuando se planteaban preguntas alentaba a la gente a que fuera a hablar con el gobierno británico. Pero se trata de una base estadounidense”.

Para los chagosianos, la justicia implicaría el derecho a regresar a su tierra natal, la asistencia de los gobiernos de Reino Unido y Estados Unidos para llevar a cabo el proceso de reasentamiento, la reconstrucción de las infraestructuras locales para ayudar a los repatriados, una indemnización íntegra y la subsanación de los asuntos pendientes relacionados con la nacionalidad. Pero hasta la fecha, no se han otorgado indemnizaciones ni compensaciones reales. “Todo lo que hemos pedido al gobierno británico nos lo han negado. Nos han denegado el derecho a regresar. Han montado la mayor base militar en nuestra isla y creado la Reserva Marina Protegida para impedir que regresemos”, denuncia Sabrina, tras destacar que Reino Unido se ha gastado casi 6 millones de libras esterlinas en procesos judiciales contra los chagosianos. “Nosotros siempre decíamos que quizá era porque somos negros y pobres. Por eso el gobierno británico nos trata así”.

Debe miles de millones en concepto de indemnizaciones

El gobierno británico asegura que “se han otorgado importantes indemnizaciones a los chagosianos (alrededor de 15,5 millones de libras esterlinas según el valor actual)” desde que les obligaron por primera vez a abandonar las islas. Pero Vine denuncia que tan solo algunos chagosianos recibieron “pequeñas cantidades de indemnizaciones entre cinco y 10 años después de los últimos desplazamientos, que ascienden a alrededor de 6.000 dólares estadounidenses por beneficiario”. En 2016, el gobierno británico prometió otros “40 millones de libras esterlinas para un plan de ayuda” con el objetivo de mejorar la situación de los chagosianos en la diáspora, pero cuatro años después el gobierno solo ha gastado poco más de medio millón de libras esterlinas, casi todas en visitas patrimoniales.

Vine calcula que las indemnizaciones totales que deben a toda la población ascienden a “una cifra entre los 5 y los 13.000 millones de dólares estadounidenses, si se incluyen el valor de las tierras que les robaron, el valor de las rentas y las posibilidades perdidas y los daños derivados”.

Sabrina afirma que ahora algunos chagosianos de la tercera generación tienen que hacer frente a problemas migratorios. La actual legislación británica estipula que el Ministerio del Interior de Reino Unido debe considerar a los niños nacidos de padres chagosianos en Mauricio o las Seychelles como a cualquier otro inmigrante. Esto significa que los padres no pueden traspasar la nacionalidad a sus hijos si estos nacieron fuera de Reino Unido o en uno de los territorios clasificados.

Para poder quedarse en Reino Unido, algunos chagosianos tienen que seguir un costoso proceso de nacionalización. Retrasarse en algún pago o tener algún problema administrativo puede acabar con la deportación a Mauricio.

En 2017, Henry Smith, diputado por Crawley, presentó un proyecto de ley a título personal para ayudar a los descendientes de los chagosianos a obtener el derecho a convertirse en ciudadanos británicos, reduciendo el coste de la nacionalización de 10.000 a 2.000 libras esterlinas. Sin embargo, dicho proyecto de ley tan solo pasó su primera lectura en el parlamento y todavía no se ha fijado una fecha para la segunda.

“Llevamos 53 años luchando por nuestros derechos fundamentales”, explica Sabrina, actual presidenta del Chagos Refugees Group UK (Grupo Británico de Refugiados de Chagos). “El gobierno británico siempre ha ocultado la lucha de la comunidad chagosiana”.

Aunque ya lleva 15 años en Reino Unido, todavía siente una profunda conexión con el lugar donde nació su padre. “Incluso si no has nacido allí, puedes sentirla”, asegura tras describir Peros Banhos como “una isla paradisíaca”. “Si mañana el gobierno británico anunciara que nos van a devolver nuestro país, me encantaría regresar allí”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.