Pescadores locales: atrapados entre las oportunidades y las dificultades de la trazabilidad

Pescadores locales: atrapados entre las oportunidades y las dificultades de la trazabilidad

Jason Albasi on his small tuna boat where he has just installed a catch tracking and documentation device with the support of an international organisation.

(Biel Calderón)

La primera vez que Jason Albasi, un pequeño pescador del sur de Filipinas, escuchó que probablemente tendría que instalar en su barco un nuevo tipo de dispositivo que permitiría que el gobierno tuviera su embarcación siempre vigilada, fue viendo la televisión. “Decían que era algo que tendríamos que instalar todos en un futuro cercano”, recuerda este pescador filipino.

Albasi buscó entonces información sobre esos dispositivos y se dio cuenta de que podían tener muchas ventajas: mayor seguridad en sus largos viajes, poder controlar la temperatura del hielo y, sobre todo, poder ofrecer toda la cadena de datos que sus clientes ahora le exigen. Sólo tenía un problema, el precio asociado a dicha tecnología.

Los consumidores de medio mundo piden cada vez con mayor fuerza que la industria pesquera empiece a contarles de dónde procede el pescado que consumen, tras años de escándalos de esclavitud y sobreexplotación de los recursos pesqueros.

En 2015, una investigación de la agencia Associated Press desveló que al menos 2.000 pescadores tailandeses y birmanos habían sido traficados hasta barcos en Indonesia donde se les había retenido por la fuerza en ocasiones por periodos superiores a 10 años.

“Los compradores cada vez nos piden más los datos de dónde hemos pescado”, asegura Albasi. Para él, apenas hay escapatoria; Albasi pesca fundamentalmente los grandes atunes que tienen a sus mejores clientes en los exigentes países occidentales o en Japón y Corea del Sur.

Sin embargo, a Albasi le resulta casi imposible adaptarse a los cambiantes mercados internacionales con su pequeño bote tradicional en el que los tres o cuatro pescadores que suelen hacer los diez días –a veces incluso dos semanas– de viaje tienen que apelotonarse para no caerse por la borda.

Para pescadores a pequeña escala como él, los llamados sistemas de documentación de capturas y trazabilidad están fuera de su alcance ya que son costosos y a menudo son incomprensibles para ellos, asegura Raúl González, portavoz de la Alianza de los Pescadores de Línea Manual de Atún de General Santos.

“Hay que mirar no sólo a la trazabilidad, sino también a la supervivencia de estos pescadores”, asegura González. “Si no hay un precio premium [para las capturas realizadas por barcos con sistemas integrados de trazabilidad entonces] sólo será otra carga que no traerá ningún beneficio”, continúa.

Estos dispositivos permiten introducir los datos sobre dónde ha sido capturado cada uno de los peces en el mismo momento de la pesca y enviarlo directamente a un sistema electrónico al que después podrán supuestamente acceder los compradores. Esta tecnología requiere, sin embargo, de complejos servicios ofrecidos generalmente por empresas privadas que dan soporte a esta recogida de datos y cuya suscripción puede costar cientos de dólares USD al mes, un precio demasiado alto para los magros ingresos de Albasi, que ascienden a apenas 15.000 pesos mensuales (unos 250 euros, 287 dólares USD).

Pero Albasi pronto no tendrá opción si quiere seguir pescando. El gobierno de Filipinas ha adoptado recientemente una nueva legislación que obliga a todos los barcos pesqueros a instalar un Sistema de Monitoreo de Embarcaciones (VMS, por sus siglas en inglés), que registra los movimientos de los barcos. El gobierno está además desarrollando una nueva reglamentación para exigir a la industria pesquera que aporte información sobre cada una de las capturas. “Los tiempos están cambiando. Ahora hay muchas reglas y regulaciones nuevas”, asegura González. “Los peces no dependen de la tecnología. La única razón por la que tenemos que instalar estos dispositivos son las leyes”.

Sin embargo, este portavoz de los pescadores reconoce que los sistemas de seguimiento pueden ayudar a reducir las capturas ilegales que están diezmando los bancos de peces de General Santos, lo que ha obligado a los pescadores a realizar viajes cada vez más largos y peligrosos. “Viajar con nuestras pequeñas embarcaciones es más peligroso que si tuviéramos grandes barcos”, asegura González. “El riesgo es mayor cuando hay tormentas u otros peligros”.

El peligro es todavía más acuciante para los pescadores de atunes, ya que sus especies son tan preciadas que se están agotando rápidamente. Así, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según sus siglas en inglés), aproximadamente un 43% de los bancos de atunes mundiales fueron explotados a niveles no sostenibles en 2015.

“Los grandes barcos tienen demasiados FADs [Dispositivos de Concentración de Peces] y eso agota el mar”, asegura González. Efectivamente, el uso de estos dispositivos de concentración de peces se ha generalizado en los grandes barcos pesqueros por su alta productividad, pero que son también muy controvertidos por su alto coste medioambiental.

Tendiendo puentes

Dejar los sistemas de trazabilidad fuera del alcance de los pequeños pescadores supone obviar prácticamente a la mitad de la industria. Y es que, según datos de la FAO, un 90% de los pescadores son pequeños pescadores independientes que capturan la mitad del pescado que consumimos mundialmente.

Para tenderles un puente, la empresa filipina Futuristic Aviation and Maritime Enterprise (FAME) vio la posibilidad de adaptar los complejos sistemas de localización utilizados por aviones y buques y simplificarlos para que su costo no fuera tan elevado. “Para los grandes barcos es sencillo cumplir con las nuevas legislaciones, pero para los pequeños es más complicado”, asegura Arcelio Fetizana Jr., presidente de FAME.

La empresa ha desarrollado así un transpondedor, un pequeño dispositivo que funciona con frecuencias de radio, que permite a los pescadores cumplir con las regulaciones sobre localización de barcos, pero también con la trazabilidad del producto que exigen los consumidores. “Primero lo desarrollamos como sistema de monitoreo, pero vimos la necesidad que había de [que incluyera un sistema de] documentación de capturas”, asegura Fetizana.

La gran diferencia con otros sistemas similares, asegura Fetizana, es su precio: la suscripción cuesta sólo 800 pesos mensuales (unos 13,4 euros, 15,3 USD). Sin embargo, a pesar de que el coste es menor, muchos pescadores aún dudan en invertir en una tecnología que no saben si les dará un retorno inmediato, explica Fetizana. Otros lo ven como un proceso demasiado complejo que sólo les complica la tarea cuando están en alta mar. “Estos sistemas son un desafío para los pescadores. Si son sencillos, podrán adoptarlos. Si no, sólo van a suponer una carga más para ellos”, asegura González.

Por ello, algunas organizaciones están llevando a cabo proyectos pilotos para acercar esta tecnología a los pescadores locales. Así, Albasi instaló su dispositivo gracias a un programa de la Agencia de Cooperación de Estados Unidos (USAID) que cubre el coste durante el primer año de funcionamiento, del que se han beneficiado otros 25 pescadores en General Santos.

Sin embargo, sin esa ayuda, Albasi, como la mayor parte de los pescadores como él, nunca hubiera podido acceder a esta tecnología y quizá hubiera tenido que cambiar de trabajo. “Cada vez es más difícil pescar atún. Hay cada vez menos y nos exigen más”, asegura Albasi.

Es lo que ha pasado con los pescadores de Bula, un pequeño distrito cercano a donde vive Albasi, que tuvieron que dejar los barcos cuando el gobierno hizo los primeros cambios en las regulaciones medioambientales de las embarcaciones en 2010. “Era demasiado caro adaptar nuestros barcos a los nuevos requisitos”, asegura Leony D. Gempero, una de las pescadoras afectadas. Su comunidad encontró una solución en el cultivo de algas, una industria menos arriesgada y con un mayor retorno económico.

Sin embargo, algunos previenen de los riesgos de dejar a los pequeños pescadores fuera de las reglas de la trazabilidad y, de que como en Bula, tengan que reconvertirse a otros sectores. “Estos [pequeños] pescadores son los más sostenibles que puede haber en la industria del atún”, asegura González. “Hay que apoyarles para que puedan cumplir con las regulaciones si queremos que la industria sea sostenible”.

This article has been translated from Spanish.