Pese a la inestabilidad política y económica, los sindicatos haitianos mantienen la movilización para mejorar salarios y condiciones laborales

Pese a la inestabilidad política y económica, los sindicatos haitianos mantienen la movilización para mejorar salarios y condiciones laborales

Not far from one of the entrances to the Parc Industriel Métropolitain (PIM), signs remain from recent demonstrations by textile workers’ organisations. In Creole, this banner calls for a minimum daily wage of 1,500 gourdes (about €13) and better working conditions.

(Milo Milfort)

Son las 6 de la mañana. La noche abre paso lenta, pero seguramente, al día. Ya se siente calor. Los vendedores ambulantes invaden el espacio público. Las bocinas de los coches mezcladas con las voces de los vecinos, y sobre todo con los decibelios de música procedente de autobuses y furgonetas, crean una gran cacofonía. Cientos de mujeres y hombres, la mayoría de ellos muy jóvenes, se dirigen apresuradamente a los edificios del Parque Industrial Metropolitano, una zona franca donde se encuentran varias fábricas textiles, no lejos del aeropuerto de Puerto Príncipe. No se admite ningún retraso, y mucho menos las ausencias. Incluso hay que estar presente antes de tiempo, explica Stéphanie, trabajadora de unos treinta años, que no quiere dar su nombre real.

“No hay empleo en el país, así que más vale resignarse”, afirma Stéphanie, visiblemente insatisfecha. “Estoy buscando un mejor trabajo”. Esta empleada jornalera de la industria textil confiesa que gana 9.000 gourdes (unos 77 euros) por quincena, si no falta ni un solo día. Trabaja 6 días a la semana, de siete de la mañana a tres de la tarde. “Los trabajadores se quejan mucho de las tarifas y los supervisores nos maltratan”. La joven describe cómo funcionan los talleres: a cada tarea realizada corresponde una tarifa, el salario se calcula en función de la cantidad que se entrega por jornada de trabajo.

En febrero de 2022, el salario mínimo diario en el textil aumentó de 500 a 685 gourdes (de 4 a 6 euros). Un aumento obtenido tras varias manifestaciones a favor del aumento del salario mínimo. Sin embargo, los trabajadores exigieron la cantidad de 1.500 gourdes (unos 13 euros) por jornada. Como testigos mudos de estas movilizaciones, quedan en el exterior de los edificios las pancartas de protesta pegadas por los sindicatos exigiendo mejores condiciones de trabajo. Las pintadas en las paredes de las empresas y sus alrededores para pedir aumentos salariales son una muestra de la insatisfacción permanente de los trabajadores, atrapados en su mayoría en el sistema de subcontratación que hace bajar los precios.

El apoyo de los sindicatos

Los trabajadores y los sindicatos consideraron este aumento como claramente insuficiente. Las manifestaciones fueron encabezadas por la Confederación de Trabajadores Haitianos (CTH) y la Confederación de Trabajadores de los Sectores Público y Privado (CTSP). La movilización es uno de sus principales ejes de lucha para obtener mejores condiciones de trabajo, organizando o participando en sentadas y huelgas. La CTSP se asocia regularmente con el GOSTTRA (grupo sindical de trabajadores del textil para la reexportación de piezas para confección) en defensa de unos 57.000 empleados en este sector.

En 2021, la CTH y la CTSP encabezaron conjuntamente una convocatoria para una gran huelga general los días 1 y 2 de febrero contra el Gobierno de la época y para denunciar la carga que representa para los trabajadores la situación relativa a la seguridad. En mayo de 2019, ambas confederaciones se movilizaron para exigir la reincorporación de los trabajadores sindicalizados despedidos en la Compañía de Desarrollo Industrial (CODEVI), en el noreste del país.

El trabajo en sinergia está muy presente en su lucha. “Hacemos muchas alianzas con organizaciones de agricultores, asociaciones de vecinos y grupos profesionales como los abogados. Juntos, denunciamos la situación y hacemos propuestas para ver cómo podemos conseguir que se satisfagan las demandas de los trabajadores”, explica Jacques Belzin, presidente de la Confederación de Trabajadores de Haití.

Los sindicatos haitianos también se esfuerzan en asegurar que los trabajadores estén mejor informados sobre sus derechos.

“El 60% de nuestros recursos financieros se dedican a la formación. Porque, para que una persona pueda defender sus derechos, obligadamente tiene que conocer los mecanismos”, retoma Jacques Belzin. El presidente de la CTSP, Jean Bonald Golinski Fatal, coincide con esta perspectiva: “Las iniciativas en materia de formación son nuestra misión primera. Es una de nuestras prioridades”. Las confederaciones también llevan a cabo campañas de sensibilización, en el ámbito local e internacional.

“Somos una de las organizaciones sindicales que más campañas internacionales realiza. Las autoridades haitianas no nos prestan oídos cuando hablamos con ellas. Por lo tanto, se hacen campañas entre donantes y entidades de financiación para presionar a las autoridades locales”, afirma Fatal. En octubre de 2020, la CTH y la CTSP formaron parte de las 82 organizaciones nacionales e internacionales de diversos sectores que exigieron poner fin al silencio y a la complicidad internacional, denunciando en particular la injerencia económica y política a la que se ha visto sometido Haití durante décadas.

La trampa de la subcontratación internacional

El desarrollo de la subcontratación para empresas internacionales en Haití dio comienzo en la década de los años 1960, bajo el Gobierno dictatorial de François Duvalier, quien quería hacer de Haití “el Taiwán del Caribe”. En combinación con acuerdos comerciales que facilitan la exportación de bienes y se basan en el bajo costo de la mano de obra local, este modelo económico se ha desarrollado particularmente en la industria textil, donde pueden encontrarse muchas marcas estadounidense como Walmart, Gap, Target y Nike. El Estado haitiano creó entonces ciertas infraestructuras como la SONAPI (Sociedad de Parques Industriales) de la que depende el Parque Industrial Metropolitano de Puerto Príncipe o la zona franca de CODEVI, en la frontera con la República Dominicana, para instalar fábricas y talleres.

“Esta debía ser una industria de transición, que suele ser utilizada por los países que desean desarrollarse. Pero en Haití seguimos todavía con este sistema porque no ha habido otras industrias para tomar el relevo”, asegura Clifford Apaid, vicepresidente de la Asociación de Industrias de Haití (ADIH) que reúne a los empresarios de la industria textil, cuya facturación anual ronda los 900 millones de dólares estadounidenses.

“Más del 90% de la producción se destina al mercado estadounidense. A Europa solo se encamina una ínfima parte”, apunta.

“El mayor de nuestros desafíos es la inestabilidad política. Afecta tanto a los trabajadores como a los empleadores. No hemos podido desarrollar estabilidad en el ámbito político”, señala Apaid, al tiempo que evoca otras dificultades como la recurrente escasez de combustible y las dificultades relacionadas con las aduanas. Haití se enfrenta a una crisis sociopolítica y económica sin precedentes, marcada por la inflación galopante, la devaluación de la gourde frente al dólar, el aumento de la inseguridad alimentaria que afecta al 45% de los haitianos, así como la multiplicación de casos de secuestros y ataques relacionados con las guerras entre bandas.

Para los trabajadores del sector, la subida de los precios de los alimentos empobrece a los hogares. Sin embargo, los empresarios se niegan a aumentar las remuneraciones debido a la competencia mundial. Antes del aumento del salario mínimo en febrero de 2022, el último ajuste salarial tuvo lugar en noviembre de 2019, cuando el marco legal exige ajustes a cada aumento de por lo menos el 10% de la tasa de inflación, que en ese momento se calculaba en más del 24%.

La reforma del Código del Trabajo en punto muerto

El Código del Trabajo de Haití data de 1961 y fue revisado en 1984. Casi cuarenta años después de la última actualización, el instrumento se encuentra desfasado debido a la evolución de la realidad social, política y económica. Desde hace varios años, el Estado, los empleadores y los sindicatos trabajan en la reforma de esta ley fundamental. Para ello se ha creado una comisión intersindical.

“Tal como está, no es aplicable. Actualmente nos encontramos en un nivel muy avanzado. Estamos en la fase de consulta con otras organizaciones sindicales, la fase terminal”, afirma Belzin, y anuncia que se confrontarán las propuestas de las tres instancias con el fin de dar a conocer un documento concertado que será presentado a la 51ª legislatura para su aprobación.

Sin embargo, el asesinato del presidente Jovenel Moise el 7 de julio de 2021 ha agravado aún más la crisis sociopolítica y económica, marcada por la violencia generalizada e incesante, lo que imposibilita la celebración de elecciones presidenciales y legislativas pacíficas. El país funciona actualmente con un Gobierno de transición y un parlamento con solo 10 senadores. Este contexto hace que la implementación de las reformas consideradas necesarias sea bastante incierta. Situación que deploran la CTSP y la CTH, que en un informe de 2021 denunciaron la monopolización de la administración pública por parte de políticos corruptos.

“Los desafíos son múltiples y enormes”, afirma Jacques Belzin, citando como ejemplo el hecho de que el Estado, que debería desempeñar el papel de regulador para armonizar las relaciones laborales entre empleadores y trabajadores, a veces se pone del lado de los empleadores.

“De modo que te encuentras frente a dos grupos muy poderosos”, lamenta, recordando que no se respetan los convenios 87 y 98 sobre las libertades sindicales y el derecho a organizarse y a la negociación colectiva. “La no aplicación de la ley es una dificultad adicional [para nosotros]”. Fatal agrega, refiriéndose a la situación de la seguridad, que “es difícil incluso poder manifestarse y hacer huelga”. Los tiroteos, los ataques armados y los secuestros hacen que resulte muy arriesgado desfilar por las calles.

Asimismo, existen obstáculos que impiden, por ejemplo, la lucha de los sindicatos por aumentar el nivel de protección social de los trabajadores. “El nivel de protección social de los trabajadores es muy bajo, ya que solo el 4% de los trabajadores haitianos están asegurados en materia de salud y otros aspectos”, señala Fatal. El bajo nivel de sindicalización en Haití también es una preocupación que se tiene muy presente. “Es una tasa de organización sindical demasiado baja”. Aun así, la CTH y la CTSP han duplicado el número de sus afiliados en cuatro años.

Mantenerse en la mesa de negociaciones

Los responsables sindicales afirman que no están satisfechos con los resultados logrados hasta ahora en su lucha por mejores condiciones. “Trabajamos más y cosechamos poco”, insistió Jean Bonald Golonski Fatal. Pese a ello, tienen algunos logros en su haber: a fines de abril de 2022, se firmó un convenio colectivo por cinco años con la Compañía de Desarrollo Industrial (CODEVI) en el distrito Juana Mendez, en el noreste del país, con 18 fábricas que cuentan 18.500 trabajadores. Este convenio es fruto del trabajo de más de un año de varios sindicatos, entre ellos Batay Ouvriye, la CTH y la CTSP. “La ley estipula que cuando se firma un convenio colectivo en una fábrica, es aplicable a todas las demás fábricas. Las ventajas que ofrece este convenio van a beneficiar a 18.500 personas, ventajas que antes no tenían. Es un gran logro”, señala Jacques Belzin, presidente de la CTH.

Entre los puntos de discusión, los sindicalistas mencionan los problemas en las fábricas relacionados con las terribles condiciones de higiene, el acoso sexual de las trabajadoras y el despido arbitrario del personal sindicalizado. Asimismo, se critica la forma de organizar el trabajo en las fábricas porque, según Fatal, “cada trabajador se ocupa de una tarea específica. No se da ningún valor añadido a los trabajadores. Se le enseña a realizar una tarea, pero no se le enseña a hacer un traje completo”. En su opinión no es posible hablar de trabajo decente en Haití. Pero por su parte, Clifford Apaid de la Asociación de industrias asegura: “Mantenemos un diálogo con los sindicatos”, sosteniendo que sigue sentándose con ellos para negociar otros acuerdos.

Sin embargo, la primera de las reivindicaciones sigue siendo la de mejores salarios. Incluso con el escaso aumento reciente, más del 80% de los trabajadores no logran alcanzar la tarifa diaria, sostiene Belzin. Su compañero de la CTSP concluye: “Para tener un empleo productivo, el trabajo que realizas debe ser digno y darte lo suficiente para vivir, pero la gran mayoría de los trabajadores recibe salarios precarios, salarios que no permiten vivir como seres humanos, lo que significa que la mayoría de estas personas irán a engrosar los barrios marginales”.

This article has been translated from French by Patricia de la Cruz