Poner fin a la represión de los trabajadores en Tailandia y dejar que se organicen

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La mitad de los trabajadores industriales en Tailandia son temporales, pero el Gobierno tailandés, los empleadores y la propia legislación hacen que resulte prácticamente imposible para los sindicatos organizarlos. Cuando los trabajadores lo intentan, se enfrentan al despido.

Es por ello que los afiliados de IndustriALL se movilizaron en el mundo entero el 7 de octubre, reclamando que se deje de recurrir a trabajadores subcontratados, escogimos ese día además para presentar una queja ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) contra el Gobierno del Reino de Tailandia, por graves violaciones de los derechos sindicales

La represión antisindical, consagrada en la ley y aplicada por los empleados, ha hecho que Tailandia tenga la tasa de sindicalización más baja del Sudeste Asiático, con un 1,5%.

La ley no concede los derechos básicos de libertad de sindicalización y negociación colectiva a aproximadamente el 75% de la mano de obra del país, integrada por 39 millones de personas.

Nuestra queja cita un caso tras otro en que cientos de trabajadores y trabajadoras han sido despedidos sencillamente por ser sindicalistas. Una compañía llegó a despedir y reemplazar al 60% de su plantilla con trabajadores subcontratados, para impedir la sindicalización de su planta.

Incluso cuando los tribunales declaran los despidos ilegales, las autoridades hacen muy poco por asegurarse de que se apliquen los dictámenes. Se permite a las compañías continuar excluyendo e intimidando a los líderes sindicales.

 

Trato injusto a los migrantes

Los trabajadores/as migrantes, que se estima representan el 10% de la fuerza laboral, resultan particularmente vulnerables. La legislación de Tailandia prohíbe que cualquier persona que no tenga la nacionalidad tailandesa pueda organizar un sindicato o formar parte de cualquier comité o de la directiva sindical. Y teniendo en cuenta que son pocos los tailandeses que trabajan en el mismo centro de trabajo que los trabajadores migrantes, éstos tienen muy pocas probabilidades de sindicalizarse.

Como resultado de ello, los migrantes son susceptibles a la explotación, a que se les roben los salarios, y a la trata de personas con fines de trabajo forzoso, tal como quedara de manifiesto en las industrias de la pesca industrial y de camarones en Tailandia.

Los trabajadores y trabajadoras en Tailandia son el eje fundamental de su economía y deben ser protegidos. Al día siguiente de presentar la queja a la OIT, el Gobierno aceptó reunirse con líderes de los sindicatos tailandeses, y acogemos favorablemente esta medida como un paso positivo.

El Gobierno tailandés ha prometido ratificar los Convenios 87 y 98 de la OIT sobre libertad sindical y el derecho de sindicalización. En el pasado ya estuvo a punto de hacerlo. Ahora es hora de actuar.