Por y para las trabajadoras: en India, las cooperativas se encargan de las necesidades de las propias cuidadoras

Por y para las trabajadoras: en India, las cooperativas se encargan de las necesidades de las propias cuidadoras

Una trabajadora del hogar empleada por una pareja de expatriados en Bangalore (India) prepara el té.

(S. Forster/Alamy Stock Photo)
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¿Quiénes se ocupan de las necesidades de los niños, de las personas mayores, de los enfermos, de los paralíticos y de las personas con discapacidades? Generalmente ellas. Casi todas las mujeres son cuidadoras no remuneradas, pues las tareas de cuidado suelen considerarse su responsabilidad en todo el mundo. Mientras que las mujeres trabajadoras de clase media y media-alta pueden echar mano de los servicios de las cuidadoras profesionales, como las trabajadoras de atención infantil, niñeras y canguros, las mujeres de familias pobres suelen hacer malabarismos con la doble función de ser cuidadoras en casa y fuera de ella.

En India, miles de agencias registradas y clandestinas proporcionan servicios domiciliarios de enfermeras, niñeras y empleadas del hogar a familias con necesidades asistenciales. Muchas de estas agencias contratan a mujeres jóvenes de familias pobres procedentes de pueblos aislados y a la mayoría las envían a trabajar sin ninguna formación previa.

Sita Ashokan tenía solo 18 años cuando la contrató una agencia como cuidadora. “Tuve experiencias muy desagradables en casi todas las casas en las que trabajé”, cuenta a Equal Times esta mujer que ahora tiene 28 años y es originaria del distrito de Wayanad en Kerala. “Me acusaron de haber robado, me tacharon de prostituta, me prohibieron comer y fui víctima de comentarios racistas y de índole sexual. Las agencias rara vez escuchan nuestras quejas”.

En India, las trabajadoras más pobres del sector informal a menudo no tienen más remedio que llevar a sus hijos a trabajar con ellos. Ya sea en una obra urbana o en la fábrica de ladrillos de una aldea remota, estos niños tienen que esperar en el exterior a que sus madres terminen el trabajo, en un país en el que las temperaturas suelen alcanzar los 45 °C. También es una práctica común encerrar a los niños en los trasteros de las casas de los clientes y atar a los más pequeños durante horas a cunas o columnas en sus casas mientras sus madres están trabajando.

Esto no sucede entre los cientos de miles de trabajadoras afiliadas a la Asociación de Mujeres Autónomas (SEWA) de India. Las afiliadas a este sindicato nacional de trabajadoras del sector informal –vendedoras en puestos, vendedoras ambulantes, basureras, trabajadoras de la construcción o empleadas del hogar– pueden ir a trabajar mientras las cuidadoras de la SEWA se ocupan de sus hijos, así como de los familiares enfermos o ancianos a su cargo.

Un cometido doble

Fundada por Ela R. Bhatt, una abogada de Ahmedabad (Gujarat) –que falleció el pasado 2 de noviembre, a los 89 años–, la SEWA se formó a principios de la década de 1970 a partir del ala femenina del sindicato de trabajadores textiles más grande y antiguo del país. Al principio, los funcionarios del gobierno se negaron a registrar la SEWA como sindicato, ya que sus afiliadas no se ajustaban a la definición jurídica de entonces de lo que era un trabajador debido a su condición de autónomas. Sin embargo, Ela se mantuvo firme y en 1972 la SEWA fue registrada oficialmente como sindicato.

Unos años más tarde, cuando las trabajadoras informales del distrito de Anand, en Gujarat, hicieron público que necesitaban asistencia para el cuidado de sus hijos mientras trabajaban, Ela se ofreció rápidamente como voluntaria para cuidar de ellos. Esta oferta improvisada pronto se transformó en un servicio profesional e integral de cuidado infantil dirigido y gestionado por la cooperativa de mujeres Shaishav Mandali. Hoy en día, Shaishav Mandali gestiona 35 guarderías en el distrito de Anand. En el distrito de Ahmedabad, ubicado asimismo en Gujarat, la cooperativa Sangini Mandali gestiona 13 guarderías, también fundadas por la SEWA.

Las cooperativas de cuidado infantil las funda y financia la SEWA, que hoy cuenta con 1,5 millones de miembros (y que el pasado mes de abril celebró el quincuagésimo aniversario de su fundación). Las madres hacen aportaciones mensuales a las cooperativas en función de sus ingresos. Como dichas aportaciones no cubren la totalidad del coste real por niño, la SEWA paga la diferencia con otros recursos. Los centros tienen un horario flexible para adaptarse a los horarios laborales irregulares de sus socias.

“Nuestras guarderías son únicas porque las gestionan mujeres de las comunidades obreras en las zonas urbanas o los pueblos”, explica Rashim Bedi, coordinadora en jefe del Sindicato Urbano de la SEWA.

“La SEWA imparte un programa de formación de 11 módulos a estas docentes y les otorga certificados de capacitación”, advierte Rashim antes de concluir que las cuidadoras de los niños también reciben periódicamente cursos de actualización.

Jashodaben Pravinchandra Parmer, afiliada a la SEWA desde hace 27 años, es profesora en una de las guarderías del sindicato que atiende a niños de edades comprendidas entre los cero y los seis años. “Les enseñamos el alfabeto, yoga, modales y les leemos cuentos. Les llevamos de pícnic y también fomentamos su capacidad creativa”, explica a Equal Times.

A los niños se les sirven comidas con ingredientes frescos y nutritivos preparadas in situ para el desayuno y el almuerzo. El personal supervisa la salud de los niños y también se asegura de que reciban las vacunas que exige la legislación india. Las profesoras también ayudan a las afiliadas a matricular a sus hijos en las escuelas primarias cuando estos cumplen los seis años, la edad de escolarización obligatoria en el país, ayudándoles con el papeleo necesario.

El personal de las guarderías de la SEWA considera que su cometido es doble: educar a los niños que tienen a su cargo y ayudar a sus madres a ser más productivas en el trabajo ocupándose de su necesidad de que les cuiden a los hijos.

“La SEWA es una red familiar que junta a las mujeres del sector informal para que aprendan, crezcan, accedan a los servicios, compartan experiencias, conozcan sus derechos y hagan oír sus voces”, afirma Jayaben Purushottambhai Vaghala, subdirectora de la Federación de la SEWA. La Federación de la SEWA asiste a las cooperativas en el desarrollo de sus capacidades, el marketing y las intervenciones políticas y de promoción.

“Cuando la carga de los cuidados se transfiere a un profesional, las mujeres tienen la libertad de elegir su profesión y de comprometerse totalmente con su trabajo, lo que se traduce en el pleno empleo y la autosuficiencia. La productividad aumenta, por lo que generan más ingresos y, por tanto, acceden a un mejor nivel de vida”, añade Manali Shah, secretaria nacional de la SEWA. “Como afiliadas a la SEWA, estas profesoras también se benefician de una serie de servicios sociales, como el seguro médico y el acceso a los servicios bancarios y a los créditos”, explica.

“Ya no me dan miedo mis clientes”

Además de la responsabilidad de cuidar a sus hijos, muchas afiliadas a la SEWA –y las trabajadoras de India en general– también soportan la carga de cuidar a familiares ancianos y enfermos. Como se hizo consciente de estas presiones y recibió un aluvión de solicitudes públicas para que aportara cuidadoras a domicilio capacitadas, el sindicato fundó en 2010 la Cooperativa de Mujeres Cuidadoras Shri SEWA, un servicio de cuidado de personas mayores a domicilio.

“En estos 11 años, he trabajado en unas 12 casas cuidando de ancianos, enfermos y personas con necesidades. Nuestros clientes abarcan desde las élites súper ricas hasta las familias de clase media”, nos cuenta Krishnaben Dineshbhai Khadayta, una de las 70 trabajadoras de la SEWA que se dedican a la atención domiciliaria. Como viuda, es el único sostén de su familia. “Mi vida en general, mis condiciones de vida y mi situación han mejorado. He educado a mis dos hijos. Como estoy afiliada a la SEWA, no me da miedo quedarme sin trabajo, ni tampoco me dan miedo mis clientes”, confiesa Dineshbhai Khadayta.

Los posibles clientes deben inscribirse en la cooperativa y firmar un acuerdo en el que se detallen las tareas que se espera que asuma la cuidadora. El cliente paga el salario a la cooperativa y esta transfiere el dinero a la cuenta de la cuidadora tras descontar un 10% en concepto de gastos de servicio.

“Si la suma total de 17.000 rupias (aproximadamente 213 dólares estadounidenses) se entrega directamente en mano, se gasta rápido”, asegura Prutha Vyas, coordinadora de educación y formación de la Cooperativa de Mujeres Cuidadoras Shri SEWA. “Si se ingresa en una cuenta bancaria, solo sacarán la cantidad que necesiten”, explica. Por último, concluye que esta estrategia permite ahorrar a las trabajadoras.

La SEWA también ha creado equipos de trabajadoras comunitarias de la salud, actualmente activos en 18 estados. Estas trabajadoras conciencian tanto a las afiliadas de la SEWA como a las mujeres de las comunidades locales sobre cuestiones de salud e higiene y les ayudan a acceder a los programas gubernamentales de seguridad social, salud y nutrición. Asimismo, animan a las mujeres a que hablen de sus problemas de salud durante las sesiones educativas que imparten.

El reconocimiento y la profesionalización son fundamentales

Como sindicato, la SEWA lleva mucho tiempo presionando y luchando para que los problemas de las cuidadoras se reconozcan y traten a nivel local y federal, así como en los foros internacionales. Ha colaborado estrechamente con la Organización Internacional del Trabajo en su convenio 177 sobre los derechos de los trabajadores a domicilio y en el convenio 189 sobre los derechos de las trabajadoras del hogar. El sindicato también participó en la redacción de un proyecto de ley de 2004 que otorgaba a los vendedores ambulantes una personalidad jurídica y el derecho a acceder a la seguridad social, así como en la primera ley específica nacional para los trabajadores del sector informal en 2008. Asimismo, la SEWA también ha puesto en marcha una campaña nacional para exigir que se reconozca el trabajo de la prestación de cuidados como un trabajo decente, con una remuneración adecuada y prestaciones de la seguridad social para las cuidadoras, así como el desarrollo de capacidades y la formación de las cuidadoras. También ha organizado recientemente una campaña nacional para exigir la cobertura sanitaria universal.

India no cuenta con una definición jurídica ni política de las trabajadoras del sector de los cuidados, pero la SEWA lleva años presionando al Gobierno indio para que adopte su propia definición de la economía asistencial. “La economía asistencial en India ha de tener una base amplia e incluir a los recicladores de residuos, que contribuyen de forma considerable a un medio ambiente limpio”, afirma Shah, secretaria nacional de la SEWA. Además, exige que se reconozcan otras muchas categorías de trabajadores, como los de las cuencas hidrográficas, los pequeños agricultores y los trabajadores forestales.

“Las trabajadoras del cuidado de personas participan en las formas más informales del trabajo y a menudo se consideran una prolongación de las responsabilidades del hogar, como el cuidado infantil, la atención a las personas mayores, los cuidados de enfermería y las tareas del hogar”, concluye Sonia George, miembro del Consejo de la SEWA. “La SEWA cree que ya es hora de reconocer las habilidades necesarias para realizar estas tareas y de profesionalizarlas para garantizar un trabajo decente”.

Este artículo ha sido traducido del inglés por Iñigo Rodríguez-Villa

La realización de esta crónica ha sido posible gracias a los fondos de la Friedrich-Ebert-Stiftung.