¿Puede Finlandia renovar su sistema de seguridad social con la renta básica?

¿Puede Finlandia renovar su sistema de seguridad social con la renta básica?

Two thousand unemployed workers will receive €560 for the next two years in a groundbreaking national basic income trial in Finland.

(Way Out West Photography/Alamy Stock Photo)
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Enero entró con pie glacial por el noreste de Europa pero, para 2.000 desempleados finlandeses, el 9 de enero amaneció excepcionalmente cálido. Ese día recibieron en su cuenta corriente la primera entrega de la renta básica que, a modo experimental, recibirán durante los próximos dos años. El cobro de estos 560 EUR no se reducirá ni se interrumpirá en caso de que encuentren trabajo.

La idea no es nueva. La reivindicación de una renta básica viene creciendo en los últimos años, sobre todo por el aumento del empleo precario en los países industrializados. La mayoría de los modelos de seguridad social vigentes penalizan a los receptores de las prestaciones por desempleo cuando éstos encuentran un trabajo a corto plazo o a tiempo parcial.

Los proyectos piloto de renta básica en los Países Bajos, Escocia y Canadá se inspiran en el éxito de los ensayos llevados a cabo en la India y Kenya. Pero el experimento finlandés es el primero aplicado a escala nacional. Sus participantes han sido seleccionados aleatoriamente, entre los receptores de la prestación por desempleo de entre 26 y 58 años. La iniciativa la puso en marcha el gobierno de coalición de centroderecha del primer ministro Juha Sipilä, que asumió el poder en mayo de 2015.

“El experimento de la renta básica es una de las iniciativas encaminadas a reformar la seguridad social, para adecuarla mejor a los cambios en la vida laboral. Queremos renovar la seguridad social para promover la participación y el empleo, reducir la burocracia y simplificar el complicado sistema de prestaciones, de manera sustentable para las finanzas públicas”, explica a Equal Times Olli Kangas, responsable de relaciones entre el Gobierno y la Comunidad de Kela, la institución finlandesa de la seguridad social.

Como el resto de los países nórdicos, Finlandia es famosa por la globalidad de su sistema de seguridad social, pero su complejidad acarrea problemas.

“Los cambios en las condiciones de empleo y de la seguridad social pueden suscitar incertidumbre entre los receptores de las prestaciones ya que existe una nociva combinación de trampas salariales y burocráticas. Una persona en paro puede preguntarse: ‘Si acepto un empleo durante seis meses, ¿tendré derecho a volver a percibir la prestación que hoy recibo?’. La gente teme los obstáculos burocráticos y la posibilidad de perder sus prestaciones”, afirma Kangas.

Kela recomienda ampliar el experimento a otras personas de bajos ingresos, como las de edades comprendidas entre los 18 y los 25 años, algo con lo que coincide la división finlandesa de la red en defensa de la renta básica universal, Basic Income Earth Network (BIEN).

Simo Ruottinen, director de BIEN Finlandia, afirma: “En esta fase, el experimento es limitado, pero esperamos que se amplíe el año próximo a una muestra mayor y a distintos grupos demográficos. Esto nos revelaría otras repercusiones, además de las que tiene sobre el empleo, ya que ese no es el único objetivo de la renta básica; se trata de la renovación completa del sistema”.

Algunos de los grupos que menciona Ruottinen son los autónomos y quienes perciben prestaciones por la atención infantil a domicilio, un subsidio que permite a los progenitores o guardianes quedarse en casa con los niños menores de tres años. “Así podríamos observar sus efectos sobre el comportamiento. La renta básica podría apoyar y facilitar en mayor medida que la gente combine distintas situaciones de la vida”.

Por ello reclama una investigación cualitativa sobre los cambios en las actitudes y comportamientos de los receptores de la renta básica.

 

¿“Económicamente impracticable”?

Pero la renta básica tiene sus detractores, incluso en Finlandia.

Ilkka Kaukoranta, economista de la Central Sindical Finlandesa (SAK), aplaude los intentos de reforma del sistema de seguridad social, pero considera que la renta básica no es el mejor mecanismo para ello: “El modelo que va a aprobarse ahora es económicamente impracticable. Supondría un aumento del déficit de un 5%. Una renta básica no ligada a los ingresos, no incentivaría la búsqueda de empleo y nos llevaría a una reducción del nivel de la seguridad social”.

Kaukoranta cree que, al contrario de lo que ocurre con las las prestaciones dependientes del nivel de recursos, una ayuda universal permite que las personas permanezcan sin trabajar. Y cita como riesgos de este tipo de renta básica la prolongación de los estudios, permanecer en casa para cuidar de los hijos, la marginalización de la juventud, la pasividad de los desempleados o la jubilación temprana para percibir la renta básica.

Además, algunos defensores de la renta básica han criticado el experimento finlandés por excluir los cambios fiscales que ésta conlleva, y que convierten su ampliación en antieconómica.

Entre las recomendaciones de Kela para ampliar el experimento, destacan la introducción de un modelo de tributación compatible con la renta básica y la introducción de medidas que garanticen una cooperación fluida entre distintos sectores del gobierno, y, en concreto, dotarlo de los recursos suficientes.

Ruottinen, de BIEN Finlandia, destaca la importancia de incluir la tributación, pero no quiere criticar en exceso el experimento.

“A pesar de que somos los primeros en sentir cierta decepción por estas limitaciones, existen razones prácticas que las justifican. Incluso con estos parámetros, supone un paso adelante para la renta básica”.