¿Puede Malta solucionar su problema de tráfico (e inseguridad para ciclistas y viandantes)?

¿Puede Malta solucionar su problema de tráfico (e inseguridad para ciclistas y viandantes)?

Una calle central en la pequeña localidad meridional de Hamrun, cerrada al tráfico durante el festival anual del chocolate el 28 de octubre de 2017.

(Daiva Repeckaite)
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Las fiestas del pueblo, o festas, son una tradición muy apreciada por los malteses, pero con la tremenda congestión del tráfico en la isla principal de este archipiélago de Europa meridional, los numerosos festivales callejeros ofrecen además tanto a la población local como a los turistas un beneficio adicional: una rara oportunidad para que los peatones puedan recorrer las calles de forma segura.

Malta es uno de los países con mayor congestión de tráfico en Europa. Con una población de menos de 500.000 habitantes, Malta es actualmente el segundo país con mayor número de vehículos por persona en la Unión Europea –prácticamente dos turismos por cada tres habitantes. Tomando en cuenta que cuatro de cada cinco personas dependen de su automóvil para sus desplazamientos diarios, nos encontramos con un círculo vicioso entre la escasa utilización y la poca prioridad que se concede a alternativas sostenibles como ir a pie, en bicicleta o en transporte público, y el resultado es totalmente negativo.

Según un estudio de 2015 realizado por el Instituto para el Cambio Climático y el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Malta, la congestión del tráfico le cuesta a Malta 118 millones de euros (unos 138 dólares USD) al año, mientras que el ciudadano medio se pasa aproximadamente una hora a la semana en atascos (a pesar de que el trayecto medio sea inferior a seis kilómetros). Este costo podría llegar a aumentar hasta 317 millones de euros (371 millones de USD) para 2020, a menos que las autoridades adopten medidas drásticas para mejorar el transporte público y reducir la utilización de vehículos privados.

“Mi vecina camina con un andador, pero [los conductores] no se paran, y ella tiene que esperar, apoyada en su andador. Es muy triste. Hay muchas personas mayores en Lija [centro de Malta] que se encuentran totalmente excluidas porque tienen miedo [a cruzar las calles]”, comenta la profesora Maria Attard, geógrafa urbanista de la Universidad de Malta, residente en la localidad de Lija y coautora del informe antes citado.

Flanqueada por arquitectos, la profesora Attard intentó en una ocasión proponer un nuevo modelo para Lija, localidad que está viéndose sofocada por un intenso tráfico, dado que los automovilistas utilizan sus estrechas calles como atajo para acceder a las carreteras principales. En su despacho, extiende mapas y planos, donde se sugiere la posibilidad de prohibir el paso de vehículos por el centro de la ciudad y dirigirlos directamente hacia áreas de aparcamiento en el exterior. Presenta de manera apasionada una visión donde las personas mayores puedan ir caminando hasta la iglesia con toda seguridad y los padres puedan enviar a sus hijos a comprar leche sin arriesgarse a ser atropellados. Pero, aunque contaba con el apoyo de la comunidad y pese a todos los esfuerzos desplegados para convencer a las autoridades locales, “el proyecto fracasó; no se hizo nada”.

Navegación por la isla amante de los automóviles

En un artículo publicado recientemente por la Cámara de Comercio Maltesa, el antiguo ministro de transporte de Malta, Joe Mizzi, compartió algunas estadísticas bastante alarmantes. “Hoy en día, un 20% de los hogares tiene más de tres autos. Malta es uno de los países con mayor densidad de población del mundo, mientras que el tamaño de la isla es comparable a una ciudad mediana. En vista de lo cual, el tráfico ha venido incrementándose en un 2,3% anual desde 1990”.

En ese mismo artículo, Mizzi explica que, a pesar de todo, la red de carreteras sigue siendo prácticamente la misma que hace tres décadas. Un reciente estudio de Project Aegle revelaba que un 83,2% de los trayectos de los entrevistados se realizaban en automóvil (frente a un 74,6% en 2010). Además, el 10,8% de los desplazamientos se realizan en autobús y el 1,2% en autocar o minibus. En casi 30 años, la proporción de personas que se desplazan a pie ha disminuido diez veces (hasta el 1,2%) y, pese al reducido tamaño de la isla, el número de ciclistas resulta insignificante (0,8%).

El sitio web oficial Visit Malta cuenta maravillas sobre las rutas en bicicleta: “Recorrer en bicicleta los estrechos caminos de la campiña maltesa entre muros de piedra le hará sentirse realmente en contacto con la naturaleza”. Sin embargo, Renato Camilleri, un profesor de 37 años y ciclista experimentado, lo ve de otra manera: “No me siento seguro ni siquiera en las carreteras rurales que solía recorrer libremente sin cruzarme con ningún vehículo. Desgraciadamente no se dispone de la infraestructura adecuada”, comenta, haciendo referencia a las peligrosas intersecciones, la ausencia de carriles (continuos) para bicicletas y una cultura vial donde no se respeta a los usuarios en vehículos de dos ruedas. “Pienso que hay que tener mucha confianza para circular en bicicleta en Malta. De lo contrario, puede ser una experiencia intimidante”, cuenta Renato a Equal Times apenas unos días después de la muerte de un ciclista serbio en un accidente ocurrido en un nuevo paso elevado en el centro de Malta.

La isla mediterránea está siguiendo el modelo estadounidense, que no resulta ni deseable ni factible, en opinión de la profesora Attard. Según The Economist, el 76% de los estadounidenses va al trabajo en coche cada día, porque “el trayecto en automóvil en solitario resulta ahora más atractivo” que en transporte público.

“Hasta los años 80, todo el mundo utilizaba el autobús. Luego, junto con el rápido desarrollo económico, vino un rápido incremento del nivel de vida. Igual que en otros países, aunque en un período de tiempo muy breve, Malta amplió su infraestructura y aumentó el número de vehículos circulando por las carreteras. Reino Unido, por ejemplo, estableció una política en los años 70 [para ampliar su red de carreteras] denominada Roads to Progress (Carreteras para el progreso). Y esa es la mentalidad adoptada en Malta”, explica.

Transporte público poco fiable

Frente a una taza de café en La Valeta, tres amigos veinteañeros –Bernice Cherrett, Kim Bezzina y Leo Chircop– comentan a Equal Times que, tras haber optado conscientemente por utilizar medios de transporte alternativos, muchas veces tienen que batallar en sus desplazamientos. En 2017, según informaciones publicadas recientemente por medios locales, uno de cada 33 viajes de autobús programados no tuvo lugar. “Realmente hace falta estar bien entrenado para localizar el bus, hacerle saber que uno está ahí e ir a por él”, resume Kim. Los amigos, que comparten su interés profesional y personal por el arte, podrían disfrutar muchísimo más de La Valeta, Capital Europea de la Cultura en 2018, si no fuese por la lucha cotidiana que representa moverse por ella en autobús.

Todos ellos narran historias de haber tenido que esperar un bus bajo un sol ardiente, para luego verlo llegar lleno hasta los topes y sin poder admitir más pasajeros. “No puedo salir y quedarme hasta tan tarde como me gustaría, porque no hay ningún autobús nocturno hasta donde vivo”, dice Kim. Leo se queja del nivel del servicio a los pasajeros. “Cuando no hay un control adecuado, los conductores se saltan algunas paradas, otras veces se quedan un buen rato charlando. Comprendo que puedes tener un día muy duro y que quizás no se estés bien tratado en tu trabajo, pero al menos deberías respetar a otras personas que tienen que desplazarse a algún sitio, y que dependen de ti”, alega.

Con todo, comprenden que la ineficiencia del servicio de autobuses en Malta es el resultado de la congestión de la circulación, la falta de inversión en el sistema de transporte público en el país y la inadecuada aplicación de las normas de tráfico.

“Lo más irritante es cuando los automóviles estacionan en las paradas de bus, especialmente en el aeropuerto. Uno está entusiasmado y deseando llegar a casa tras un vuelo, y siempre hay algún coche particular o taxi estacionado ahí… siempre. Así que el autobús termina parando más lejos, o se queda detrás y no lo ves”, dice Bernice.

En un autobús procedente del aeropuerto, un grupo de jóvenes turistas alemanes charla sobre sus planes de vacaciones. Al hablar sobre movilidad, repiten, en inglés, una frase que se encuentra demasiado a menudo en muchos foros de viaje: “Public transport is unreliable” (el transporte público es poco fiable). También ellos se decidirán por alquilar un automóvil, contribuyendo al círculo vicioso de atascos y largos tiempos de espera del autobús.

El Plan Maestro de Transportes 2025 para Malta, revelado en 2016, promete vías para ciclistas, tránsito público mejorado y nuevas infraestructuras peatonales en calles estratégicas, algunas ya desde 2021. Las principales plazas de la capital, La Valeta, se hicieron peatonales en 2010, demostrando que el cambio resulta posible, pero activistas y expertos lamentan constatar que, hasta la fecha, los grandes proyectos apuntan esencialmente a ampliar las carreteras.

“¿Hay alguien en Malta cuyo trabajo dentro de la autoridad de transportes consista específicamente en dar prioridad a las necesidades de peatones, ciclistas y usuarios del transporte público? No alguien que diga ‘tengo 99 objetivos y el número 99,5 sería pensar en esos artilugios llamados bicicletas, pero nunca he montado en una’. No, la cosa no funciona así”, sentencia Jonathan Sammut, activista de Bicycle Advocacy Group Malta.

Este artículo ha sido traducido del inglés.