¿Qué falla en el fútbol profesional del Magreb? Una pista: derechos sociales

¿Qué falla en el fútbol profesional del Magreb? Una pista: derechos sociales

Ali Boumnijel, the former goalkeeper of the Tunisian national team - photographed here during a 2006 Fifa World Cup match in Germany - was the first president of the National Union of Tunisian Footballers (UNFT), created in 2012.

(AFP)
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La historia, no obstante, había comenzado bien. Un contrato de cuatro años como entrenador con el Mouloudia d’Oujda, un club marroquí de primera división, un ambicioso proyecto y un presupuesto de varios millones de euros. Después de pasar la mayor parte de su carrera en Francia, Abdeslam Ouaddou, de 43 años, no lo dudó ni un segundo. “Fue un honor volver a Marruecos para participar en el desarrollo del fútbol”. Sin embargo, al aterrizar en Oujda, en otoño de 2020, se quedó helado: “Los jugadores vinieron a decirme que no habían recibido su salario desde hacía seis meses”. Algunos ya no podían pagar su alquiler, tenían “el frigo vacío”.

Es entonces cuando descubre la cara oculta del fútbol profesional marroquí. No se respetan los derechos sociales de los deportistas: no se pagan impuestos ni cotizaciones sociales. Aseveraciones graves corroboradas por un estudio realizado en 2016 por la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPRO). Una investigación a gran escala que se basa en el testimonio de casi 14.000 futbolistas que juegan en Europa, América y África. En este último continente, “no se respetan las condiciones de empleo más fundamentales", se lee en el informe. “Los jugadores que se lesionan, o que se retiran no reciben nada. Los clubes operan fuera de la ley y las instancias que podrían impulsar el cambio, [la Liga Nacional, la Real Federación Marroquí de Fútbol, la Unión Marroquí de Futbolistas Profesionales] prefieren cerrar los ojos”, denuncia Abdeslam Ouaddou.

Bajo condición de anonimato, el responsable de comunicaciones de un equipo de primera división aceptó abordar el tema con Equal Times… y defiende un punto de vista opuesto. En su opinión, los futbolistas deben, por ejemplo, estar “asegurados”. No obstante, el seguro solo cubre los accidentes. En caso de impago de salarios, el jugador puede señalarlo a la federación e iniciar un procedimiento para recuperar lo que le corresponde. “Debido a que corren el riesgo de fuertes sanciones, que pueden ir tan lejos como la relegación, los clubes pagan los salarios impagados”, aseguró.

En teoría, este responsable de la comunicación tiene razón. En la práctica, los intereses de los clubes siempre tienen prioridad sobre los de los jugadores, como ha constatado el abogado Christophe Bertrand, quien ha tenido que lidiar con varios casos relacionados con el fútbol africano en su bufete de abogados de París. “Efectivamente, existen regulaciones y cumplen con los requisitos de la FIFA, lo que no significa que se respeten”. Una circular de 2008, emanada del organismo mundial que dirige el fútbol, recuerda además los requisitos mínimos, incluido el cumplimiento de la legislación laboral local. Sin embargo, el texto no es vinculante.

Creación de un sindicato tunecino

Marruecos no es una excepción en el norte de África. En Túnez, las malas prácticas también son la norma. Según el estudio de la FIFPRO de 2016, el país es el segundo de África que presenta retrasos en el pago de los salarios.

Para remediar esta situación se procedió, tras la revolución de 2011, a la creación de un sindicato. Ali Boumnijel, exjugador internacional tunecino convertido en entrenador, participó en su fundación. Fue presidente de la l’Union Nationale des Footballeurs Tunisiens (UNFT), la cual pudo contar, para su creación, con el apoyo de la UNFP (Union Nationale des Footballeurs Professionnels en France) y de la FIFPRO. Sin embargo, el recibimiento de los dirigentes de los clubes a la noticia del sindicato fue glacial: “Lo que quieren es tener control sobre los jugadores, prefieren dividir para reinar mejor”, y añadieron que el concepto de “sindicalismo” daba miedo.

“Para los clubes, existíamos solo para hacer huelga (...). Hubo mucha presión por parte de los equipos sobre los jugadores que deseaban sindicalizarse. Los clubes querían arrancar de raíz nuestra iniciativa. Encontrar afiliados resultó muy difícil. Cuando llamaba a los jugadores y les explicaba el objetivo de la asociación, todos se mostraban encantados, pero a la hora de afiliarse formalmente todo se volvía más complicado”.

Diez años después, no se avizora ningún cambio en el horizonte. Los asalariados del fútbol siguen estando sujetos a la arbitrariedad de la omnipotente dirección del club. Así lo confirma, solicitando el anonimato, un interesado que se desenvuelve en el medio del futbol. Especialmente en caso de lesión, de cese de actividad, los clubes suelen dejar de pagar, de forma unilateral e ilegal, a un jugador. Si consideran que el futbolista no es importante para el equipo pueden negarse a cubrir los gastos de hospitalización.

Ali Boumnijel tuvo que hacer frente a muchas dificultades: la falta de financiación, la falta de apoyo del Ministerio de Deporte, de la Liga y de la Federación. Terminó por tirar la toalla. Hoy día, la organización sigue existiendo todavía, pero pesa poco en el fútbol tunecino.

El campeón de África de 2004 se muestra resentido, convencido de que los cambios por los que luchó podrían haber sido beneficiosos para todos: “Cuando tienes un jugador que disfruta de la seguridad de empleo y que conoce sus obligaciones como profesional, el club sale ganando en todos sentidos, el jugador será mucho más eficiente, estará menos estresado”.

Y hay algo que los jugadores saben bien, la justicia de la FIFA protege. El organismo cuenta con una cámara de resolución de disputas, reconocida por su eficiencia. Sin embargo, para no ser “el receptáculo de todos los conflictos”, explica el abogado Christophe Bertrand, la organización permite que cada país tenga sus propias instancias.

El abogado cuestiona la composición de estas instituciones donde existe una “cierta proximidad entre los clubes y los miembros de las comisiones. En el sistema de recursos de apelación no hay una garantía real de derechos de defensa”, concluye el abogado. Los jugadores lo saben muy bien y son pocos los que finalmente se aventuran a exigir justicia.

Abdeslam Ouaddou describe el sistema desde dentro, tal como lo vivió en Oujda. Fustiga la omertà que reina en los clubes y los “medios de presión” utilizados por los dirigentes para acallar a quienes “exigen sus derechos”. Debido a que temen por su carrera, “muchos jugadores no pueden hablar”.

Discriminaciones

Si los problemas en materia de protección social e impuestos nunca han sido resueltos, no se debe a una simple cuestión de negligencia, a juicio de Ahmed Ouerfelli, abogado tunecino y antiguo presidente de la Liga nacional de fútbol profesional. Su origen es más complejo, y se explica por la “ambigüedad de los circuitos de financiación” del fútbol. “Hay regiones en las que puedes encontrar aficionados u hombres de negocios que dan dinero directamente a los jugadores. Esta práctica se da al margen de cualquier marco legal, las sumas ni siquiera pasan por las arcas del club”.

“El fútbol profesional corre un considerable riesgo de deriva”, confirma Bertrand, “es una comunidad pequeña en la que se mueve mucho dinero”. Cuando un club ficha a un jugador profesional, ya tiene la vista puesta en su futura transferencia. El contrato es, de hecho, solo una obligación legal a la que se someten los equipos para posibilitar las transacciones, explica el abogado. Satisface un requisito puramente formal y no garantiza en absoluto los derechos del futbolista. En 2016, el presidente honorario de la división de África de la FIFPRO, Didier Drogba, deploró la falta de “estatutos claramente definidos” o, al menos de estatutos, en muchos países del continente.

En abril de 2021, el club Wydad Casablanca (WAC) fue condenado a pagar aproximadamente 300.000 euros a Souleymane Sissoko por el Tribunal de Arbitraje Deportivo por impago de salarios. El futbolista maliense fue reclutado en 2017, pero el “presidente quería deshacerse de él”, afirma Abderrahim El Ouazzani, consultor en derecho deportivo. El jugador trató entonces de negociar su salida de forma amistosa. Resultado: “de la noche a la mañana, el futbolista se encontró sin vivienda, sin paga, sin dinero”. El recurso de Souleymane Sissoko fue inicialmente rechazado por las autoridades de la federación real marroquí de fútbol FRMF. “El equipo WAC consiguió hacer durar el procedimiento, multiplicar los aplazamientos en un intento de agotar al jugador y a sus medios económicos. Finalmente fue el Tribunal de Arbitraje Deportivo, en Lausana, el organismo que decidió a su favor tras cuatro años de procedimientos.

Para el abogado Bertrand, personalidades “valientes” como Souleymane Sissoko pueden contribuir a cambiar el sistema mediante sus litigios individuales y su consiguiente “jurisprudencia”, pero el especialista en derecho deportivo opta por una vía más institucional: “La poderosa FIFA, en alianza con la FIFPRO, debe imponer normas mundiales y comprobar su aplicación”.

This article has been translated from French by Patricia de la Cruz