¿Qué precio está dispuesto a pagar Kazajistán para atraer al turismo de esquí?

¿Qué precio está dispuesto a pagar Kazajistán para atraer al turismo de esquí?

Los militantes del movimiento para la protección de Kok Zhailau luchan por un ocio simple y ecológico, en favor del senderismo en un entorno virgen, como se aprecia en esta foto de febrero de 2019, y en contra de la industria del turismo.

(Danara Ismetova)

Gorro grueso, pantalones de esquí y bastones para caminar: en invierno es complicado hacer senderismo en el valle de Kok Zhailau equipado de otra manera. El principio del trayecto está a 10 km de Almaty, la metrópolis del sur de Kazajistán, y a 1.800 metros por encima del nivel del mar. La montaña Kumbel, que domina el valle, alcanza los 3.500 metros de altitud.

A esta altura la respiración tiene que adaptarse al aire fresco, puesto que, al ser extremadamente puro, se vuelve casi violento para los habitantes de Almaty que no están acostumbrados. Jamilia, morena, de pequeño tamaño y abrigada de rojo, se detiene a menudo para esperar a su amigo. Un gesto por su parte, porque ella no parece cansarse: “No vengo aquí todos los fines de semana, pero intento hacerlo con la mayor frecuencia posible. En la ciudad, en invierno, cuando vas a trabajar por la mañana todo está oscuro, y cuando vuelves por la tarde ya es de noche”. Para ella y sus amigos, estas excursiones del fin de semana son una evasión de la rutina y de la contaminación. Una niebla espesa cubre prácticamente la totalidad de la que fuera capital durante la era soviética, donde viven actualmente casi dos millones de habitantes.

Pendientes nevadas detrás de abetos gigantes, un sol deslumbrante y un cielo que parece tan cercano... Los habitantes de Almaty podrían verse privados pronto de este oasis de naturaleza virgen. En efecto, la ciudad tiene previsto construir en Kok Zhailau una nueva estación de esquí, a pesar de que la región ya cuenta con una decena de ellas. Las mil hectáreas del valle quedarían entonces surcadas por 24 pistas de esquí. Los teleféricos transportarían 5.000 visitantes diarios, y éstos podrían disponer de hoteles y restaurantes, como en las mejores estaciones de Europa.

El coste de la diversión

El proyecto de construcción de una estación de esquí en Kok Zhailau tiene más de 20 años. Y la polémica que lo acompaña más o menos los mismos. Las autoridades consideran que el potencial turístico del país está inexplotado y que la nueva estación de esquí cambiará las cosas.

El proyecto inicial, presentado al Gobierno en 2002 por la constructora Bonita Engineering, se ha ido modificando considerablemente. Al principio el plan era que el complejo de 84 pistas y 43 telesquíes abarcara 3.000 hectáreas, con un coste estimado de 1.500 millones de dólares USD (1.330 millones de euros). El objetivo era atraer a un público acomodado y a turistas extranjeros. Pero debido a la oposición de los ecologistas al proyecto, por una parte, y al debilitamiento de la moneda nacional, dependiente del rublo ruso y del precio del petróleo, por otra, las expectativas tuvieron que revisarse a la baja.

Precios asequibles, accesibilidad para personas con movilidad reducida, apertura durante todo el año… A día de hoy, la futura estación se está promoviendo como un proyecto social de envergadura regional.

Además de ser menos costoso (aproximadamente 200 millones de dólares –178 millones de euros–), se supone que creará empleo y que contribuirá a popularizar los deportes de invierno entre los jóvenes. Pero los cambios de los que alardean la ciudad y los diseñadores del proyecto no acaban de convencer a una buena parte de la ciudadanía de Almaty.

“Las autoridades de la ciudad tratan de persuadirnos de que han tenido en cuenta la opinión de la sociedad civil y de los expertos, y que la financiación se ha reducido a una décima parte. Pero se plantea una cuestión importante: ¿por qué entonces la potencia de la subestación eléctrica que se ha construido corresponde a las necesidades del antiguo proyecto? La sociedad civil está empezando a desconfiar: ¿van a cumplir la promesa?”, explica Sergueï Kouratov, defensor del medio ambiente y presidente de la organización Green Salvation. Hace diez años que la campaña para la protección de Kok Zhailau se ha convertido en su principal campo de acción.

“Ile-Alatau [NDLR*: la cadena montañosa de la que forma parte el valle de Kok Zhailau] es un sistema ecológico clave que garantiza la estabilidad de un territorio enorme. Si la montaña no estuviera aquí, esto sería un desierto”, prosigue el especialista. “La montaña nos da un clima suficientemente suave y agua en abundancia”.

Durante los trabajos se tendrán que cortar centenares de árboles y construir carreteras y un lago artificial para satisfacer las necesidades del complejo. Según Akhan Omirbek, ecólogo y uno de los autores de la evaluación ecológica encargada por el Departamento de Turismo y Asuntos Extranjeros de la ciudad de Almaty, “el impacto en el medio ambiente no tendrá consecuencias negativas considerables”. Pero su opinión no es compartida. Los activistas por el medioambiente se temen lo peor: fragilización de la fauna y flora, desvío por la estación del agua destinada a la ciudad y aumento del riesgo de deslizamientos de tierra.

Una duda se cierne sobre la cuestión de la seguridad. “Allí siempre ha habido avalanchas. No se puede construir, porque podría morir gente; de hecho ya se han producido algunas muertes”, señala indignado Vladimir Voukolov, director del Instituto de Turismo de la Universidad Turan, situada en Almaty. En los años 1970, este deportista experimentado había participado en las investigaciones de las personas que murieron durante una avalancha.

El valle pertenece al parque natural Ile-Alatau, lo que ha permitido declarar ilegal toda actividad perjudicial para su ecosistema. En 2012, en una carta abierta, la ONG Green salvation exigió la interrupción de la obra de construcción en Kok Zhailau. Dos años más tarde, Kok Zhailau fue oportunamente reclasificado como “terreno reservado” destinado “a la construcción y al funcionamiento de una estación de esquí”, con lo que se eliminó la barrera legal que impedía su explotación.

En Asia central “tenemos que luchar por los turistas”

Desde entonces los ecologistas se han movilizado para que Kok Zhailau vuelva a tener estatus de parque natural. Participan en encuentros públicos, recopilan firmas para su petición y organizan excursiones para dar a conocer mejor el valle.

“La gente que nos apoya no son ecologistas. Suelen ser más bien personas que se preocupan por un uso racional del presupuesto”, explica Svetlana Spatar, otra empleada de la ONG. El modo de financiación todavía no se ha definido, pero los diseñadores del proyecto han mencionado en la prensa la opción de no utilizar más que dinero público para la primera fase de construcción. En ese caso, posteriormente, los representantes del negocio sólo podrían alquilar los comercios de la estación.

“El total de firmas recopiladas en las diversas plataformas supera las 40.000. Únicamente en nuestro portal, ya hemos conseguido 17.000 firmas. Se podría decir que no son muchas para una ciudad tan grande, pero para nosotros sí que son muchas, porque nunca se había organizado una campaña pública de esta magnitud en nuestra ciudad, ni en nuestro país”. Los activistas están convencidos de que si no hubieran llevado a cabo la campaña, la estación ya estaría construida.

Desde que el país consiguió la independencia, la economía de Kazajistán se basa fundamentalmente en la exportación de materias primas, como el petróleo y el gas.

Actualmente, el objetivo del Gobierno es diversificarla, concretamente gracias al desarrollo del turismo. Las autoridades vienen aplicando desde hace años una amplia política destinada a atraer más turistas al país, donde se encuentra, por ejemplo, el Cañón de Charyn, a menudo calificado como el equivalente asiático del Gran Cañón de Arizona.

A principios de noviembre el ministro de Información y Comunicaciones de Kazajistán, Daouren Abaïev, declaró en la principal cadena de televisión del país: “Tenemos que luchar por los turistas. Y las montañas situadas en la ciudad son una gran ventaja de Almaty. No obstante, aunque en Almaty todavía se está debatiendo la cuestión de la construcción de la estación, en los países vecinos la industria del esquí se está desarrollando a pasos agigantados”.

A finales de 2018, una nueva estación de esquí abrió sus puertas en Uzbekistán. Kirguistán y Azerbaiyán invitan también a los turistas extranjeros a probar sus pistas. En este contexto de competencia regional, la protección del medio ambiente deja claramente de ser la prioridad.

Para alcanzar un compromiso con las autoridades de la ciudad, algunos activistas del movimiento han elaborado un plan alternativo para el desarrollo del turismo de los deportes de invierno en la región. Quieren renovar las estaciones que están abandonadas desde la época soviética. Su rehabilitación podría evitar la catástrofe ecológica en Kok Zhailau y, al mismo tiempo, promover el potencial turístico de la región.

Este artículo ha sido traducido del francés.

*NDLR: Nota de la redacción.