Qué puede hacer la ‘resilvestración’ en Europa para restablecer la biodiversidad y cambiar concepciones sobre la naturaleza

Qué puede hacer la ‘resilvestración' en Europa para restablecer la biodiversidad y cambiar concepciones sobre la naturaleza

Fallow deer (Dama dama) photographed at the Studen Kladenets nature reserve in the Eastern Rhodope mountains, Bulgaria.

(Staffan Widstrand/Rewilding Europe)

Un buitre leonado se eleva por encima de los montes Ródope que atraviesan la frontera greco-búlgara. La colonia a la que pertenece habita en la parte griega de los Ródope, pero va a buscar con frecuencia alimento por la parte búlgara. La naturaleza no sabe de fronteras, y aquí hay ciervos, lobos y buitres: una cadena alimentaria completa, bastante insólita en Europa.

El hecho que aquí haya más de un centenar de parejas de buitres leonados se considera un logro para la conservación. Esta especie, amenazada a nivel local, ha conseguido recuperarse cuando se encontraba al borde de la extinción, gracias a una combinación de trabajo esforzado y un enfoque novedoso de la conservación –la resilvestración (en inglés, rewilding)– que está cobrando impulso en toda Europa.

El ritmo sin precedentes de los cambios ambientales requiere un cambio de paradigma en el campo de la conservación, señala Nathalie Pettorelli, investigadora principal del Instituto de Zoología de la Sociedad Zoológica de Londres. En términos sencillos, la resilvestración (también renaturalización) consiste en contribuir a que la naturaleza encuentre su propio camino, y, después, en apartarse para dejar que ella prosiga por su cuenta.

“La resilvestración está relacionada con oportunidades maravillosas para diseñar conjuntamente proyectos medioambientales con las comunidades locales, con objeto de mejorar la biodiversidad en estos tiempos de cambios significativos en las condiciones climáticas”, explica Pettorelli.

Según la filosofía de la resilvestración, la labor de conservación destinada a proteger el campo, si bien es importante, no es suficiente. Los ecosistemas y sus procesos también tienen que restablecerse.

Los principios de la resilvestración ayudan a crear espacio para la naturaleza en diversos contextos y a diferentes escalas de degradación, desde áreas urbanas hasta extensos paisajes. Ejemplos de formas de renaturalización: cultivar un jardín, dejar que los ríos fluyan, favorecer la regeneración de los bosques, restablecer pantanos, reintroducir especies en hábitats de los que han desaparecido.

Según WWF Europe, apenas un 23% de las especies y un 16% de los hábitats regulados por directivas de la Unión Europea están considerados en buen estado. A medida que la situación de emergencia climática empeora, los ecosistemas y las especies que viven en ellos se verán sometidos a crecientes presiones.

Los ecosistemas dañados y los paisajes degradados pueden restablecerse mediante la resilvestración, favoreciendo la recuperación de la biodiversidad y mejorando la resiliencia ecológica. A su vez, estas zonas consiguen adaptarse mejor a las perturbaciones, como por ejemplo fuertes lluvias, inundaciones, sequías y aumento de las temperaturas. Y debido a la indispensable función de la biodiversidad a la hora de mitigar y adaptarse a las repercusiones del cambio climático, la renaturalización se considera una de las mejores soluciones para las crisis paralelas de la biodiversidad y el clima.

Una filosofía distinta

Durante décadas, la manera en que los humanos se relacionan con el medio ambiente ha estado determinada por la idea de que la naturaleza está amenazada por el capitalismo y la industria, y que necesita protección, indica Paul Jepson, director de Recuperación de la Naturaleza en la consultora ecologista Ecosulis del Reino Unido.

A partir de esta idea, el ámbito de la conservación tradicional ha tratado de rehacer modelos de naturalezas del pasado que se consideran ideales, a menudo mediante la protección de determinados tipos de hábitats y determinados tipos de especies.

La resilvestración cuestiona por qué se eligieron estas naturalezas del pasado, si es posible conservarlas, si hacerlo resulta relevante en el siglo XXI y por qué tomamos ese tipo de decisiones.

“Es una filosofía bastante diferente que, en lugar de basarse en la protección de las naturalezas que tenemos, o de las que valoramos desde el punto de vista cultural, trata de recuperar interacciones perdidas dentro de la propia naturaleza y dejar después que dichas interacciones vayan modelando las naturalezas que surjan”, explica Jepson.

La resilvestración puede entenderse como un proceso continuo, y progresar –renaturalizar– significa ascender la escala de lo natural, lo silvestre. “Lo natural” –el objetivo de la renaturalización europea– no debe confundirse con las “tierras vírgenes”, un concepto cultural americano, señala Jepson. “El objetivo de la resilvestración es recuperar los procesos y la resiliencia de los ecosistemas dentro de los límites de lo posible. Y está relacionado con la geografía: creemos que podemos renaturalizar cualquier lugar, pero el comienzo y el final son diferentes en, por ejemplo, la llanura inglesa y las montañas rumanas”.

Los conservacionistas de Estados Unidos acuñaron el término “resilvestración” a principio de los años 1990, pero todavía no existe una definición universal. Aunque todas las versiones de la resilvestración aspiran a aumentar la biodiversidad, su significado varía con el contexto en que se aplica. En el contexto europeo, el movimiento de renaturalización adopta lo que sus miembros denominan una visión del mundo “realista y pragmática”. El razonamiento reside en el panorama cultural de Europa, donde los seres humanos y la naturaleza han estado entrelazados durante miles de años. Y como no hay vuelta atrás, la única vía es hacia adelante.

Debido a su alejamiento del statu quo de la conservación, a su enfoque orientado al futuro y a su asimilación de la incertidumbre, la resilvestración se considera bastante radical. En consecuencia, ha suscitado un nuevo debate en Europa acerca de qué es la naturaleza y qué podría ser.

Un movimiento ambiental para el siglo XXI

A lo largo de la pasada década, tanto el concepto como el término han ido adquiriendo más popularidad conforme pequeños y grandes proyectos de restauración en Europa han ido aplicando cada vez más los principios de la resilvestración. En 2016, la European Rewilding Network había crecido hasta alcanzar una superficie total de 2,5 millones de hectáreas, y ahora abarca 67 proyectos de renaturalización en 27 países europeos.

Pettorelli considera que el libro Feral (2013) de George Monbiot sobre la resilvestración, contribuyó a que el tema ganara popularidad en el Reino Unido. En términos más generales, añade: “Creo que la gravedad de la actual crisis de la biodiversidad ha cristalizado mentes en torno al desarrollo de soluciones sostenibles y a largo plazo”.

Frans Schepers, director gerente en la organización sin ánimo de lucro Rewilding Europe, considera que la resilvestración se ha vuelto más popular en Europa a lo largo de la última década en respuesta al hastío que sienten muchas personas frente al interminable ciclo de tristes y angustiosos relatos relacionados con el clima y el medio ambiente.

La resilvestración, señala Schepers, brinda a las personas la oportunidad de realizar algo estimulante y positivo, ya sea grande o pequeño. “Puedes renaturalizar tu jardín: cambia piedras y cemento por plantas silvestres, y tendrás insectos, flores, pájaros y mariposas. Esto también lo puedes hacer en el campo”.

Más allá de los relatos empíricos y anecdóticos, resulta difícil cuantificar el entusiasmo por la resilvestración en Europa y evaluar con exactitud la actitud del público al respecto, ya que apenas hay estudios de ciencias sociales sobre este tema.

“No hay base de datos paneuropea... de manera que no podemos decir gran cosa sobre la actitud de las personas, ni sobre las diferencias y los puntos en común entre las diferentes regiones europeas”, afirma Nicole Bauer, del Instituto Federal Suizo para la Investigación de Bosques, Nieve y Paisaje.

Bauer, coautora de dos publicaciones recientes sobre las actitudes del público respecto a la renaturalización, añade que, aunque existieran esos datos, las comparaciones serían complicadas debido a las diferencias en cuanto a la definición e interpretación de la resilvestración en los diferentes países e idiomas.

Pero a medida que el perfil de la resilvestración ha ido creciendo, lo mismo ha pasado con los malentendidos sobre lo que es exactamente, algo que sus partidarios están deseosos de aclarar: la resilvestración no es nostalgia por un pasado idealizado, ni reclama un retorno a un entorno virgen que excluye a los seres humanos. La reintroducción de la vida silvestre, que recibe una atención mediática desproporcionada, no es más que un elemento de un amplio espectro de medidas que abarca la resilvestración.

Cuatro de cada cinco europeos viven actualmente en ciudades y pueblos, de manera que las zonas rurales del continente se han visto afectadas por la despoblación, el abandono de las tierras y el estancamiento económico. Rewilding Europe cree que la renaturalización puede crear nuevos empleos y oportunidades comerciales que podrían revitalizar comunidades y economías rurales. Hasta la fecha, Rewilding Europe ha invertido en empresas basadas en la naturaleza, que abarcan desde excursiones para ir a ver osos en el sur de Eslovenia, hasta campamentos al estilo safari en el valle de Côa de Portugal, y la producción de miel en la sierra de Velebit de Croacia. “En Europa existen grandes oportunidades para empezar una nueva economía en torno a la vida silvestre”, afirma Schepers. “Nos gustaría que la gente se beneficiara de la vida silvestre, no solo que la tolere”.

Los retos futuros

No obstante, para que la resilvestración consiga integrarse realmente en Europa, hará falta un cambio de paradigma en la actitud de las personas respecto al entorno natural. “Nos hemos convencido de que si los seres humanos no gestionan o controlan [la naturaleza], las cosas no van a funcionar. Eso no es verdad, y tampoco es viable”, indica Schepers. “No tenemos que podar, ni cortar, ni segar, ni cazar, ni poner vallas. La naturaleza siempre se ha cuidado a sí misma, y nos gustaría que eso siguiera sucediendo”.

La incorporación de la renaturalización también implicará que se convierta en un enfoque de conservación habitual en Europa; que esta, o sus principios, estén reconocidos en la Estrategia de Biodiversidad de la UE para 2020; y que se considere una forma importante de ayudar a resolver los retos a los que nos enfrentamos con las crisis del clima y de la biodiversidad, añade Schepers.

No obstante, llevará tiempo superar retos prácticos como el conflicto entre la especie humana y la vida silvestre (a medida que la gente vaya aprendiendo a coexistir junto a crecientes especies silvestres) y gestionar las dificultades relacionadas con la propiedad de terrenos.

Según Arjaan Pellis, profesor de Geografía Cultural en la Universidad de Wageningen (Países Bajos), también podrá surgir una oposición a la resilvestración cuando los ciudadanos locales sientan que los proyectos se están imponiendo desde fuera. La perspectiva de empleo a través de economías basadas en la naturaleza, y en particular el ecoturismo, se utiliza con frecuencia para disipar esa resistencia, aunque Pellis advierte que, con todas las promesas del ecoturismo, puede provocar otras tensiones sociales, como enfrentamientos con otras formas de desarrollo.

Por otra parte, Pettorelli considera que, hasta que no se alcance un consenso entre los científicos y los profesionales en cuanto a lo que es la renaturalización y la manera de llevarla a cabo, no se conseguirá liberar todo su potencial.

Desde una perspectiva política, como las naturalezas que surgen de la renaturalización son inesperadas e indeterminadas, resulta más difícil protegerlas en el marco de la ley, constata Jepson. El enfoque radical de la resilvestración, en tensión con la legislación existente del siglo XXI en materia de conservación, significa que “las políticas constituyen una de las grandes limitaciones a la resilvestración en Europa en estos momentos”.

Además, debido a que muchas organizaciones de conservación todavía tienen que incorporar la renaturalización a sus mandatos, y que el énfasis actual del movimiento de resilvestración europeo se sitúa en la acción, por ahora no se está llevando a cabo demasiada actividad de incidencia política al respecto, señala Jepson. De todos modos, él sigue confiando en que los principios de la resilvestración lleguen a incorporarse a la Estrategia de Biodiversidad de la UE para 2020.

Retos aparte, resulta esperanzador que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya declarado 2021-2030 la década de la restauración de los ecosistemas. Y hay más motivos de celebración, apunta Schepers: “Europa es el único continente del mundo donde las cifras de grandes carnívoros están aumentando, y somos excepcionales en nuestra forma de coexistir con grandes especies salvajes. Eso no sucede en otros continentes”.

En un mundo lleno de desesperación ante la situación de emergencia climática, es fácil entender el creciente entusiasmo por el planteamiento esperanzador de la renaturalización a través de la acción. “En el marco de la resilvestración, ¿somos conscientes de la eclosión de un nuevo planteamiento ambiental para el siglo XXI? Sería increíble que así fuera”, concluye Jepson.