Quince años después de la aprobación de la primera ley de feminicidio, la lucha por el fin de la violencia de género continúa

Quince años después de la aprobación de la primera ley de feminicidio, la lucha por el fin de la violencia de género continúa

Protesta contra la violencia de género en Madrid, España, el 11 de junio de 2021. En 2004 España se convirtió en el primer país europeo en adoptar una ley integral que penaliza la violencia de género. En 2007, Costa Rica se convirtió en el primer país en aprobar una ley que tipifica el feminicidio como delito.

(Juan Carlos Lucas/NurPhoto via AFP)

Montserrat Sagot fue testigo durante su adolescencia en Costa Rica de los abusos psicológicos y verbales a los que su padre sometía a su madre. Una violencia con un efecto devastador para su madre y para la propia Sagot, que ya entonces era consciente de la injusticia que estaba viviendo.

De adulta, Sagot decidió centrar su labor como socióloga en la cuestión de la violencia de género y el feminicidio —el asesinato de mujeres, niñas y personas no binarias por razón de su género—. En la década de los noventa, junto a la investigadora y activista feminista Ana Carcedo, Sagot elaboró un estudio pionero sobre el feminicidio en Costa Rica, que en 2007 se convirtió en el primer país en aprobar una ley que tipifica el feminicidio como delito.

Quince años después, muchos países siguen sin aprobar leyes que tipifiquen como delito el feminicidio, la forma más extrema de la violencia de género, y la tasa de mujeres, niñas y personas no binarias asesinadas a causa de su género no deja de aumentar, a pesar de las fluctuaciones interanuales. Sagot tiene claras las causas: “La violencia de género es sistémica, es un componente esencial del capitalismo heteropatriarcal y racista, y en la medida en la que en el régimen no cambie, no cambian las bases para que se den las condiciones en las que se producen feminicidios”.

A finales de 2021, la campaña mundial 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género, organizada por el centro para el liderazgo de las mujeres (Center for Women’s Global Leadership, CWGL) de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, lanzó una petición instando a las Naciones Unidas a declarar el 6 de diciembre como el Día Internacional para el Fin del Femicidio. En esa fecha, tres décadas atrás (en 1989), un hombre asesinó a 14 mujeres en la Universidad de Montreal culpándolas por no haber conseguido él entrar en el programa de ingeniería de la universidad. El suceso es conocido como la masacre de Montreal.

El CWGL lanzó aquella petición para denunciar la impunidad, sensibilizar a la población y exigir a los gobiernos que actúen para que ninguna mujer vuelva a ser asesinada por el hecho de ser mujer. La petición había recogido 2.014 firmas en la fecha de esta publicación.

“La campaña de los 16 Días de Activismo pretendía concienciar sobre la violencia contra las mujeres, pero 30 años después vemos que, a pesar de haber más concienciación, no se ha logrado el nivel de rendición de cuentas necesario y, como resultado, no se reconocen las vidas de las mujeres”, afirma Melissa Upreti, directora principal de programas y difusión mundial del CWGL. “Creemos que tener un día en el que se centre la atención en los feminicidios, es necesario para aumentar la movilización de esfuerzos para exigir el fin de la violencia contra las mujeres y las niñas, y de sus causas subyacentes, la discriminación y la misoginia”.

Las activistas feministas contactadas por Equal Times se muestran, sin embargo, divididas sobre la utilidad de esta iniciativa. “Creo que el 25 de noviembre es suficientemente potente [como fecha]”, afirma Montserrat Vilà Planas, presidenta de la Plataforma Unitària contra les Violències de Gènere, con sede en Barcelona. El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y conmemora el asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, tres hermanas que lucharon contra la dictadura de Trujillo en la República Dominicana, a finales de los años cincuenta. “Todas las campañas, como la de los 16 Días, están bien, pero si se trata de atraer a la gente, ir especificando las violencias en diferentes días, creo que dispersa las fuerzas”, expone Vilà Planas.

El feminicidio, un fenómeno mundial

Estimar la prevalencia mundial del feminicidio supone todo un reto, porque no existe una definición homogénea del fenómeno y porque la mayoría de las estadísticas sólo contabilizan los homicidios de mujeres por parte de sus parejas o familiares. Por ello, no es de extrañar que el informe de 2021 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) indique que la mayoría de los feminicidios son perpetrados por los maridos o las parejas íntimas, actuales o anteriores y que, en la gran mayoría de los casos, las mujeres han sufrido previamente violencia no letal.

Sea en público o en privado, en el ámbito doméstico o en el laboral, el asesinato de mujeres, niñas y personas no binarias a causa de su sexo y género es un fenómeno mundial. Según el informe de 2021 de la ONUDC, cada 11 minutos, una mujer o niña fue asesinada por alguien de su familia en 2020. África es el continente con la mayor tasa de feminicidios en relación con el tamaño de su población femenina, según el informe de 2021 del Parlamento Europeo, también basado en datos de la ONUDC.

La labor comparativa se ve dificultada por la ausencia de datos sobre otras formas de feminicidio, como las mujeres asesinadas después de ser violadas, los feminicidios sexuales o relacionados con la dote, el asesinato deliberado de fetos femeninos o de niñas al nacer, el aborto forzado de fetos femeninos, el asesinato como resultado de la “violación correctiva” hacia las personas LGBTI, la mutilación genital, los feminicidios relacionados con el crimen organizado o el asesinato selectivo de mujeres en los conflictos armados.

En la esfera laboral, las trabajadoras domésticas son de los colectivos más vulnerables a la violencia y los abusos.

“La mayor dificultad a la que se enfrentan tiene que ver con una ambigüedad, una tensión política. Desempeñan su trabajo en domicilios privados y, debido al solapamiento entre su trabajo y el espacio privado, a menudo no están protegidas por la legislación sobre violencia doméstica”, afirma Roula Seghaier, escritora feminista tunecino-rusa afincada en Líbano y coordinadora del programa estratégico de la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar. “Por otra parte, en los países donde el trabajo doméstico no está reconocido como tal, tampoco están contempladas por la legislación que protege a los trabajadores dentro en las relaciones laborales”, elabora.

“Además, las definiciones más convencionales de feminicidio carecen del componente laboral, por lo que no han pensado en los trabajadores que realizan trabajos manuales, precarios o dentro de la economía informal, como una población especialmente vulnerable”, señala Seghaier; aunque añade que esto está empezando a cambiar lentamente. Menciona el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo como ejemplo de esta tendencia. Entró en vigor en 2021 y es el primer tratado internacional que reconoce el derecho de todos a un mundo laboral libre de violencia y acoso, incluida la violencia de género.

Cambios necesarios en todos los ámbitos

Según el informe del Parlamento Europeo, Argelia es el país africano con menor tasa de feminicidios y el que mayor descenso de feminicidios experimentó entre 2010 y 2019, de todos los países africanos. Pero Narimene Mouaci Bahi, una activista feminista argelina afincada en España, asegura que estas cifras muestran únicamente una cara de la historia. “Las cifras de homicidios de mujeres en Argelia sólo se refieren a las grandes ciudades y sólo a los homicidios voluntarios, así que por supuesto son pequeñas”, dice, explicando que el término ‘feminicidio’ no está contemplado como tal en la legislación del país. “Además, hay una contradicción entre la Constitución, que defiende claramente la igualdad entre los hombres y las mujeres, y el código de familia, que trata a las mujeres como menores. Y hay un importante vacío en la cobertura periodística del tema, [que] a veces incluso culpa a las víctimas”.

Mouaci Bahi y su compañera activista Wiame Awres lanzaron a principios de 2020 el sitio web Féminicides Algérie con el objetivo de documentar los casos de feminicidio en este país norteafricano y mantener el tema bajo los focos. Es la única web que sigue el fenómeno en Argelia. “Cada día buscamos en la prensa noticias sobre homicidios de mujeres y llevamos a cabo una investigación, hablamos con la familia, los periodistas, etc., y sólo cuando estamos seguras de que se trata de un feminicidio, y [conocemos] los detalles, publicamos la información en nuestra web”, explica.

La descripción de la decimotercera mujer asesinada en Argelia este año dice lo siguiente: “El 16 de abril de 2022, en El Oued, una mujer de unos 30 años fue asesinada por su cónyuge, que la quemó viva delante de dos de sus hijos. Era madre de cuatro hijos”. Cuando se le pregunta si ve signos de esperanza en la lucha contra los feminicidios, Mouaci Bahi menciona España, el país en el que vive en la actualidad, como prueba de que es posible avanzar. “Aquí hay reconocimiento político del problema y la política de prevención es muy buena”, afirma.

Es una opinión que comparte Graciela Atencio, periodista argentina también afincada en España y fundadora del observatorio de la sociedad civil Feminicidio.net.

“Aquí la gente sale a la calle, y creo que el feminismo que existe aquí es de los más fuertes del mundo. La fuerza del feminismo se ha visto reflejada en las políticas públicas”, afirma.

A pesar de las limitaciones de los datos sobre los feminicidios, las cifras existentes parecen apoyar las opiniones de Atencio y Mouaci Bahi. Según los datos de UNODC, Europa es el continente con la menor tasa de feminicidios por población de mujeres, y España uno de los países donde más ha disminuido el número de homicidios dolosos de mujeres entre 2014 y 2019. Según el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España, el número de feminicidios a manos de la pareja o expareja ha disminuido casi un 50% desde la aprobación de la Ley Integral de Violencia de Género en 2004. Se trata de la primera ley integral sobre violencia de género que se aprobó en Europa —aborda aspectos preventivos, educativos, sociales, asistenciales, sanitarios y penales— y en ella participan siete Ministerios.

Pero las leyes son sólo uno de los frentes, subraya la socióloga costarricense Sagot. “Se precisan cambios en todos los ámbitos. Como se trata de un fenómeno multicausal, de nada sirve mejorar el sistema judicial si la socialización de género continúa generando mujeres indefensas y hombres violentos”, explica. “Por otro lado, es inútil cambiar la socialización de género si no hay una buena respuesta estatal, y si la policía no responde, por ejemplo, cuando las mujeres piden ayuda”.

Este artículo ha sido traducido del inglés por Eva López Cabello