Rachel Keke, diputada francesa: “He comprendido el poder de la lucha colectiva”

Rachel Keke, diputada francesa: “He comprendido el poder de la lucha colectiva”

Rachel Keke during a session of ‘questions to the government’ at the French National Assembly, on 12 July 2022 in Paris.

(ACABAPRESS/Alamy Stock photo)

Desde junio de 2022, Rachel Keke, de 48 años, es diputada francesa de la formación de izquierdas Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES). Es “la voz de los sin voz”, como le gusta decir. Sin embargo, nada predestinaba realmente a esta mujer, de origen marfileño y sin estudios, a la política.

Todo empezó en Abobo, Costa de Marfil. A los 12 años, tras el fallecimiento de su madre, Rachel Keke se vio obligada a abandonar la escuela al final del ciclo de primaria para ocuparse de sus cinco hermanos. Aunque su padre quería que siguiera estudiando, Rachel Keke se dio cuenta enseguida que tenía que elegir entre preparar la comida o ir a la escuela. Y decidió sacrificarse para cuidar de sus hermanos.

Rachel Keke llegó a Francia con 26 años, tras el golpe de Estado que se produjo en Costa de Marfil en diciembre de 1999. La joven desempeñó varios trabajos, desde peluquera hasta cajera, pasando por cuidadora. En 2003, Rachel Keke empezó a trabajar como camarera de piso en el hotel Ibis Batignolles de París. De 2019 a 2021 destacó por su implicación en la huelga organizada con otras camareras de piso para denunciar las condiciones de trabajo y los bajos salarios. Varios diputados de La Francia Insumisa (LFI) le brindaron su apoyo y, posteriormente, le propusieron que se presentara a las elecciones legislativas.

Rachel Keke resultó elegida con más del 37% de los votos en junio de 2022, en la región parisina de Val-de-Marne. La diputada no ha ocultado nunca su nivel de estudios, que no considera un impedimento, puesto que: “la inteligencia la llevamos dentro”, dice. Equal Times la entrevistó en noviembre de 2022 en París.

Usted fue elegida diputada el pasado 19 de junio. ¿Cómo se siente en su nuevo puesto? ¿Por qué quiso dedicarse a la política?

Me siento bien en mi nuevo puesto. Ser diputada me permite entender la política. Estoy descubriendo sobre todo cómo funciona el Gobierno con respecto al pueblo. Me duele mucho constatar que el Gobierno no tiene ninguna consideración por su pueblo.

Este Gobierno [que llegó al poder en mayo de 2022 con Elisabeth Borne a la cabeza] está en su mundo. Repite que todo lo que decimos nosotros, la oposición, es mentira. Sin embargo, cuando vamos sobre el terreno vemos lo que está pasando, y eso es lo que comunicamos a la Asamblea Nacional.

Durante su campaña dijo que quería hablar en nombre de “los sin voz”. ¿Quiénes son?

Pienso sobre todo en las profesiones esenciales. Las personas que trabajaron durante la crisis sanitaria, que pusieron su vida en peligro y que hoy no disfrutan de ningún reconocimiento. Por ejemplo, los repartidores de Uber Eats reclaman la regularización de su situación y Uber los abandona. No obstante, ellos fueron los que repartían comida cuando la gente tenía miedo de salir a comprar a las tiendas.

También están las limpiadoras, los conductores de autobús, los cuidadores, los trabajadores de restaurantes y los obreros de la construcción. Esos trabajos los realizan mayoritariamente mujeres y personas de origen migrante. Están mal pagados y se les maltrata. Esas son las profesiones esenciales que quiero representar en la Asamblea Nacional. Soy la voz de los sin voz frente a un Gobierno desconectado.

Concretamente, ¿qué propone usted para ayudarles?

Para ayudarles propongo un salario mínimo interprofesional de 1.600 euros. También quiero igualdad de trato para los trabajadores subcontratados y los empleados internos. Por ejemplo, los trabajadores del hotel Ibis des Batignolles tienen derecho a 7 euros de comida al día. Nosotras, como limpiadoras empleadas por una empresa de subcontratación, no disfrutábamos de ese derecho.

A día de hoy, es una victoria, porque los “subcontratados” tienen los mismos derechos que los “internos”. Sin nuestra lucha, esta victoria no se habría logrado.

¿Qué recuerda de esa lucha en la que estuvo implicada durante dos años en el hotel Ibis des Batignolles?

Comprendí la fuerza de la lucha colectiva. No todo cae del cielo. Los jefes no te van a dar un aumento en bandeja. Eso me formó. Siento un inmenso respeto por mis compañeras de batalla. Nadie les hace caso.

Varios diputados de La Francia Insumisa (LFI, de izquierdas) se acercaron al piquete de huelga para apoyarnos. Eso me conmovió enormemente. Me dije a mí misma: “Si ganamos la huelga, me afiliaré a la LFI e iré a los piquetes; apoyaré a los que luchan y les diré que, si nosotros hemos aguantado, ellos también pueden aguantar”.

¿Ha visitado a las limpiadoras de la Asamblea Nacional, tal como anunció durante su campaña? En caso afirmativo, ¿qué recuerda de esos intercambios?

Sí, me reuní con ellas. Me felicitaron, pero sobre todo me pidieron ayuda. Las limpiadoras de la Asamblea Nacional también están maltratadas, porque están subcontratadas. Estoy trabajando con otros colegas para que puedan ser contratadas directamente por la Asamblea. Sería una gran victoria. Hay que respetarlas y no denigrarlas.

También defiende a los trabajadores de plataformas. El pasado mes de octubre usted estuvo con ellos en una manifestación en París. ¿Se identifica con su lucha?

Sí. Los trabajadores de plataformas se sienten despreciados. No tienen papeles y sus empleadores se desentienden. Están ahí para ser utilizados y, una vez que se termina de utilizarlos, es como si los tiraran a la basura. Es una lucha que tenemos que librar. En los barrios de clase trabajadora, los jóvenes no tienen trabajo. Aunque vayan a la escuela y busquen trabajo, no lo encuentran, así que se ven obligados a hacer este tipo de trabajos. La juventud está explotada, es lamentable.

En su opinión, ¿cuáles son las grandes luchas sociales que hay que emprender en Francia? ¿Y en Europa?

Ya sea en Francia o en Europa, las luchas son las mismas. Necesitamos sindicatos en todas las empresas. De lo contrario, los trabajadores no disponen de la fuerza para ir a la huelga y reivindicar sus derechos.

Pero se necesitan buenos sindicatos, no sindicatos que estén del lado de los empleadores. Durante la huelga del Ibis lo experimentamos: había sindicalistas corruptos que venían a “romper” el piquete. Llamaban a los maridos de las mujeres para que las amenazaran y se suspendiera la huelga. Algunas de las mujeres tenían miedo de su marido y dejaban de venir a los piquetes. Este tipo de sindicalistas se están cargando la sociedad. Hay que apartarlos.

Usted es mujer, de origen inmigrante y sin estudios. ¿Repercute esto de alguna manera a la hora de luchar, de exponerse y de tomar la palabra?

Tener un diploma es importante, pero no tenerlo no es un impedimento. La inteligencia la llevamos dentro y nunca terminamos de aprender. En la lucha colectiva fue donde comprendí muchas cosas. A los jóvenes les digo que ir a la escuela es algo bueno. Pero si un joven no consigue continuar sus estudios, no hay que rendirse.

También es hora de que las mujeres se unan a la lucha. Las mujeres tienen un sexto sentido y son muy inteligentes. Entienden muchas cosas. Por ejemplo, en lo que respecta a la violencia contra las mujeres, es necesario que todas las mujeres estén unidas. No se debe permitir que los hombres se aprovechen de nuestro cuerpo y se crean que les pertenece. Es hora de que trabajemos colectivamente para apartar a todos aquellos que tratan a las mujeres como la mierda. Hay que respetarlas y no pisotearlas.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón