Represión de una huelga textil: signo de los tiempos que corren en Egipto

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El 8 de febrero, los trabajadores y trabajadoras de la empresa egipcia de hilados y tejidos Misr Spinning and Weaving Company se vieron obligados a poner fin a una huelga de dos días debido al encarcelamiento de cinco trabajadoras y a las amenazas de que aumentara el número de encarcelados y a que se procediera a despedir a los trabajadores en huelga.

Alrededor de 3.000 trabajadores textiles de la fábrica El-Ghazl, situada en la ciudad industrial egipcia de El-Mahalla el-Kubra, se declararon en huelga para exigir el pago de prestaciones.

“Tenemos derecho a una bonificación de desarrollo de 600 libras egipcias (EGP, alrededor de 33 USD) [Nota del editor: una de las diversas bonificaciones que se pagan a los trabajadores del sector público para compensar sus bajos salarios de base], pero solo hemos recibido 360 EGP (alrededor de 19 USD)”, comentó a Equal Times una trabajadora de El-Ghazl con la condición de conservar el anonimato. “Algunos de nuestros compañeros han obtenido una orden judicial para obligar a la empresa a pagarles 600 EGP, pero aún no se ha cumplido”, explicó.

Misr Spinning and Weaving Company es una de las mayores empresas textiles de Egipto. Emplea a más de 20.000 trabajadores en ocho fábricas y está bajo la autoridad de la empresa estatal del ramo, la Cotton and Textiles Holding Company.

Desde el Gobierno de Hosni Mubarak, los trabajadores de Misr han desempeñado un papel importante en el movimiento sindical de Egipto.

En diciembre de 2006, los trabajadores de El-Ghazl se declararon en huelga, inspirando la acción de los trabajadores en todo el país en respuesta a los bajos salarios, el elevado costo de la vida y las reformas de mercado. Por otra parte, la huelga de abril de 2008 en Misr Spinning and Weaving Company suele considerarse como precursora de la caída del presidente Mubarak en febrero de 2011.

En 2013, el Gobierno introdujo nuevas leyes que restringen las protestas y las huelgas en Egipto, acarreando como consecuencia el encarcelamiento de miles de personas. Desde que el presidente Abdel Fattah al-Sisi asumió el poder en 2014, todas las formas de protesta, incluidas las huelgas, han sido reprimidas. Según el Informe Mundial 2017 de Human Rights Watch, “Durante 2016, las fuerzas de seguridad torturaron sistemáticamente a los detenidos y desaparecieron por la fuerza a cientos de personas”.
 

“Pan, libertad y justicia social”: siguen haciéndose esperar

En este contexto, los trabajadores del textil siguen planteando valientemente sus reivindicaciones. Además de la bonificación de desarrollo, también pidieron un aumento del 10% de su sueldo de base y un aumento del subsidio de nutrición de 3 EGP diarias a 10 EGP por día, para compensar las elevadas tasas de inflación y el enorme aumento de los precios de los alimentos.

La tasa de inflación anual para enero de 2017 ascendió al 29,6%, según el organismo oficial de estadística CAPMAS, un porcentaje que representa la mayor subida del índice de precios al consumidor desde noviembre de 1986.

Pese a que “Pan, libertad y justicia social” fue la consigna de lucha de la revolución de Egipto en 2011, las tres reivindicaciones siguen siendo ilusorias. Desde que Egipto devaluara su libra en noviembre pasado, los precios se han disparado.

El valor de la libra egipcia se ha reducido a la mitad y la inflación de los precios al consumidor en las ciudades se ha duplicado, subiendo el 13,6% en octubre pasado.

“Ahora es extremadamente difícil llegar a fin de mes. Casi no comemos carne, lácteos ni frutas”, afirma el trabajador de El-Ghazl. “Algunos de nosotros tenemos dos empleos, pero aún así tenemos que luchar para sobrevivir”, agregó.

En respuesta al deterioro de las condiciones económicas de Egipto, varios sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, partidos y movimientos políticos lanzaron la campaña “We Want to Live” (Queremos vivir) en diciembre de 2016.

Según la declaración de principios, la campaña pretende “hacer frente al ataque feroz y sin precedentes a las condiciones de vida de las masas trabajadoras” movilizándose en torno a la introducción de un salario digno para todos los trabajadores, los derechos de los sindicatos independientes, las pensiones y la seguridad social y mejores disposiciones de atención a la salud.

En enero, en una conferencia celebrada en El Cairo, la campaña también acusó al Gobierno del presidente Sisi de “estar del lado de los grandes empresarios y utilizar tácticas represivas contra todo tipo de movimiento sindical, tanto procesando judicialmente [a sus miembros] como prohibiendo los sindicatos independientes”.

 

El ataque más reciente

La represión de que son objeto los trabajadores de la empresa Misr Spinning and Weaving no es sino el ataque más reciente a los derechos de los trabajadores en Egipto. En enero, por ejemplo, 19 trabajadores en huelga de la fábrica de jabones y aceites IFFCO, en Suez, fueron encarcelados y acusados de incitar a una huelga y de paralizar la producción. Las acusaciones fueron retiradas posteriormente.

En septiembre de 2016, fueron encarcelados los dirigentes del Sindicato de Trabajadores de Autobuses de El Cairo. Actualmente cinco de sus miembros han recurrido en apelación una sentencia de dos años de prisión y multas de 100.000 EGP (aproximadamente 6.200 USD) a causa de una huelga que tuvo lugar en 2014.

Asimismo, en mayo de 2016, los trabajadores de la empresa de astilleros Alexandria Shipyard Company fueron detenidos y encarcelados por exigir mejores salarios y medidas de salud y seguridad. Debido a que la empresa es administrada por el Ministerio de Defensa, los trabajadores están siendo juzgados en un tribunal militar.

En Misr Spinning and Weaving Company, el sindicato de la empresa no apoyó la huelga, según comentarios de la trabajadora entrevistada. “Ninguno de ellos [los representantes sindicales] se acercó a los trabajadores en huelga para escuchar sus reivindicaciones”, afirmó.

Por su lado, un miembro del sindicato de empresa, que también habló a Equal Times con la condición de guardar el anonimato, comentó que se debió a que “los trabajadores no tienen derecho a exigir estas demandas. El aumento del 10% todavía no ha sido aprobado”, señaló.

Sin embargo, comentó que los sindicatos habían estado trabajando entre bastidores, y que habían escrito una carta a la dirección de la empresa, para instarle a encontrar los recursos necesarios para pagar las bonificaciones de desarrollo. Afirmó que el sindicato estaba especialmente centrado en encontrar una solución a través de la negociación porque “ahora la situación es diferente, todo aquel que proteste puede ser encarcelado”.

 

Clima de miedo

La dirigente del sindicato del sector público, Fatma Ramadan, señala que todas las acciones sindicales recientes tienen lugar en medio de un clima de temor. “Los encarcelamientos, la alusión a los juicios y despidos son los medios utilizados actualmente por el aparato estatal para reprimir las protestas de los trabajadores sin satisfacer sus reivindicaciones”, comentó a Equal Times. El Gobierno se muestra particularmente severo con los trabajadores y los sindicatos debido al impacto que pueden tener las huelgas, especialmente ante el deterioro de las condiciones económicas.

“La represión es la respuesta del Gobierno a todas las demandas políticas, sociales y económicas. La ausencia de organizaciones de trabajadores combativas dificulta aún más la resistencia de los trabajadores, por lo que la mayoría de las protestas son derrotadas”, agregó Ramadan.

El asesinato en 2016 de Giulio Regeni, un estudiante italiano que realizaba una investigación sobre los vendedores callejeros egipcios, fue condenado por el mundo entero y es considerado como una prueba flagrante de la represión extrema de que es objeto el movimiento sindical en Egipto.

Los sindicatos independientes de Egipto aseguran que la situación debe cambiar. “Los métodos convencionales de resistencia ya no son suficientes. Necesitamos métodos más creativos y eficaces de resistencia para los trabajadores y las trabajadoras que tienen que plantar cara a la represión estatal”, concluyó Ramadan.