Ruta homosexual por Moscú: una sacudida –sin prisa, pero sin pausa– a los estereotipos

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“Rusia tiene la reputación de ser poco acogedora con la comunidad LGBT. Me gustaría romper este estereotipo y mostrarles a mis invitados el lado increíblemente respetuoso hacia las personas LGBT de la ciudad, con su glamour, sus fantásticos espectáculos de travestís, sus bares animados y sus hombres siempre disponibles a ligar, los banyas gay rusos [salas de vapor] ¡y mucho más!

Así es como el profesor de inglés de 32 años Alex Ankudinov describe su “experiencia sobre el estilo de vida” que ofrece a través de la plataforma de Airbnb. “Cuando voy a Europa la gente me pide que salude a Putin y se preguntan cómo es posible que siga vivo. Piensan que aquí es como en Arabia Saudí”, comenta a Equal Times. Al llevar a sus visitantes a algunos de los clubes gay más populares de Moscú, Alex dice querer cambiar esta percepción de los turistas que visitan la ciudad capital. “Soy abiertamente homosexual y nadie me ha dicho ni una palabra”, asegura.

Estos estereotipos, no obstante, no son gratuitos. Aunque resulta difícil encontrar cifras, los activistas de derechos humanos rusos dicen que se observa un aumento en el número de delitos de odio cometidos contra hombres homosexuales, particularmente desde la aprobación de una ley de 2013 que prohíbe la difusión entre menores de edad de "propaganda para mantener relaciones sexuales no tradicionales". Antes de esta ley, en 2012, los tribunales de Moscú prohibieron todos los desfiles del orgullo gay por un período de 100 años. En Rusia, la homosexualidad fue delito hasta 1993, se clasificó como trastorno mental hasta 1999 y la influencia de la Iglesia Ortodoxa conservadora, cuyo patriarca comparó -según informes- las leyes de igualdad matrimonial con las promulgadas en la Alemania nazi, también ha propiciado un entorno donde los derechos de las lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) rusos están en peligro.

En 2017, en su índice Rainbow Europe, ILGA-Europa clasificó a Rusia como el segundo peor país de Europa (después de Azerbaiyán) con respecto a los derechos de los homosexuales:

“Las personas LGBTI seguían experimentando diariamente la intolerancia hacia su colectivo. Estas violaciones de los derechos humanos pueden plasmarse ya sea en dificultades para utilizar una tarjeta de identidad que no coincida con la nominación de su sexo, discriminación al solicitar un empleo, o amenazas físicas con uso de la violencia a causa de los prejuicios”.

Sin embargo, este es un mundo alejado de las experiencias de Alex, tanto en lo personal como en las que ofrece en sus recorridos turísticos. Equal Times se unió al recorrido un viernes por la noche el pasado mes de abril. El punto de encuentro se fijó frente a un local de comida rápida norteamericana en Kitay-Gorod, en una zona cultural de moda en Moscú. A la hora fijada (diez de la noche), Alex nos previno que tenía un poco de retraso: “¡Llego en un par de minutos!”, nos dice vía WhatsApp. Para distinguirlo entre la multitud, nos especifica que “usa una camisa de color rosa”.

Alex suele comenzar su recorrido El Moscú gay acompañado por un nativo a unos cientos de metros de distancia en la Capilla de Plevna. Un monumento a los soldados rusos caídos en la batalla por el asedio de Plevna durante la guerra ruso-turca, en la década de los años 1990, también conocida como una zona para ligar entre homosexuales. “Cuando no teníamos aplicaciones para hacerlo”, explica Alex. Pero saltemos esa parte. Ya es tarde y nadie más se ha inscrito para hacer el recorrido. “Tenemos dos meses sin que nadie se inscriba”, añade. Desde que inició las excursiones, en noviembre de 2017, han participado 12 turistas. Si bien parece poco, Alex comenta que “se debe a que Moscú no es un lugar muy atractivo para los extranjeros”. Veremos cómo cambia la situación durante la Copa del Mundo”, concluye al tiempo que dirige sus pasos hasta el Mono Bar, una discoteca gay de moda en Moscú.

Todo nubarrón homofóbico tiene su lado positivo

Mientras nos dirigimos al Mono Bar, Alex explica por qué su recorrido gay no se ha visto afectado por la ley de propaganda antihomosexual de Putin. “La ley solo prohíbe la denominada ’propaganda gay’ hacia los niños", afirma. La interpretación y la aplicación de la ley ya es una cuestión más complicada. Desde que se convirtió en ley en junio de 2013, han tenido lugar varios juicios. Más recientemente, todavía el mes pasado, el sitio web sobre la salud gay Parni Plus (Chicos Plus) fue bloqueado por “atentar contra los valores de la familia”, al igual que el sitio web Gay.ru, en marzo.

“Sin embargo, no se trata solamente de los juicios. La ley de ‘propaganda gay’ está dirigida a fomentar la intolerancia y a modificar la forma en que la sociedad percibe a algunos de sus miembros más vulnerables”, señaló el año pasado IFEX, la red mundial contra la censura. Sin embargo, Alex asegura que la situación tiene su lado positivo: como resultado de la legislación de 2013, el tema de los derechos de las personas LGBTI ha pasado a ocupar un primer plano en Rusia, y cada caso nuevo brinda la oportunidad de mejorar las condiciones en Rusia.

Tan pronto entramos en el bar Mono, nos dimos cuenta que es como un segundo hogar para nuestro anfitrión. Alex saludó a los porteros, a los camareros, a algunos de los clientes y deseó feliz cumpleaños al gerente, quien le ofreció a su vez una copa de vino. Tan pronto como llegamos a una mesa, Alex nos contó su historia personal. Ya en su infancia, en una pequeña ciudad de la región de Kaluga, al sudoeste de Moscú, Alex rápidamente se dio cuenta de que era “diferente”. “A medida que crecía, sabía con mayor certeza que era gay”, recuerda. “En ese entonces no había información sobre el tema, por lo que era más difícil que hoy”.

A los 17 años se mudó a Moscú para estudiar periodismo. “Conocí a amigos gay, me llevaron a lugares gay. Ya no estaba solo”, cuenta. Luego pasó varios meses en Estados Unidos, lo que le brindó otra entrañable oportunidad de vivir en un lugar donde su sexualidad no representaba un problema. A su vuelta a Rusia, se enamoró y tuvo su primera relación estable. Fue en ese momento cuando decidió decírselo a su madre, lo que describe como una experiencia difícil. Aunque finalmente aceptó la situación, lo primero que hizo fue llevarle a un psicólogo, ya que su confesión “la escandalizó”.

Sin embargo, lo que resulta realmente escandaloso son las denuncias de detención brutal, golpizas y torturas de hombres percibidos como homosexuales o bisexuales en la República de Chechenia, al sur de Rusia, según se enumera en varios informes de 2017 publicados por el diario ruso Novaya Gazeta.

¿Cómo pueden ser un estereotipo los malos tratos infligidos a las personas homosexuales en Rusia? preguntamos. Desarmado, Alex lamenta admitir: “Es cierto, allí pueden golpearlos. Me dan mucha pena”. ¿Y en Moscú? Con lo liberal que parece, ¿es realmente tan seguro para los miembros de la comunidad LGBTI? "Sí y no", responde. Como en muchos otros lugares del mundo, “hay que tener cuidado con ciertas personas. Los ultras, por ejemplo”.

Unir al colectivo

Sin embargo, Moscú tiene muchos lugares donde los hombres homosexuales pueden reunirse libremente. Estos lugares pueden ser desde grandes locales como el Central Station o el Boyz Club, hasta lugares más pequeños como el Nice Bar o el Nashe Café. Para las lesbianas, sin embargo, la oferta es muy limitada. Un trabajo de investigación de Katja Sarajeva, en el que estudió los espacios lésbicos en la ciudad, observa que: “Los clubes gay están poblados por hombres homosexuales y hasta cierto punto por sus amigas heterosexuales, lo que tiende a hacer invisibles a las lesbianas incluso dentro de los espacios homosexuales”.

Cuando Equal Times se puso en contacto con ella, Sarajeva comentó que, aun cuando las mujeres en Rusia tienden a tener menos ingresos disponibles para gastar en hacer vida social, tampoco existe una oferta disponible para ellas. “Los empresarios suponen que los hombres gays están interesados en la fiesta, la bebida y el sexo, lo que puede convertirse fácilmente en un negocio rentable”. En cambio, imaginan que las mujeres, especialmente las mujeres homosexuales, están interesadas en algo así “como la poesía, beber té y cuidar de sus gatos”. Como resultado, los propietarios de locales no tienen interés en ellas porque las consideran menos rentables. “Lo que denota una clara manifestación de patriarcado”.

Para discutir este tipo de problemas, a la comunidad LGBTI de Rusia le convendría estar más coordinada, sugiere Alex, al tiempo que añade que el alarmante aumento de la tasa de VIH en Rusia es uno de los temas que deberían abordarse con mayor urgencia.

En enero de 2017, se calculó que Rusia representa casi dos tercios de todos los nuevos casos de VIH en Europa, y que cuenta con el mayor número de ciudadanos infectados con el VIH en Europa. Por lo tanto, además de los recorridos turísticos gay, Alex organiza eventos lúdicos que tratan de sexo seguro. “Empecé a organizar noches de concursos aquí en el Mono, y quería ser socialmente útil. Explico a los participantes que el sexo puede ser diferente, pero que tiene que ser seguro”. Invita a voluntarios del grupo sanitario de la comunidad LGBTI, LaSky Project, a hablar sobre el VIH y las infecciones de transmisión sexual. Cuando tienen tiempo, Alex también lleva a los turistas a sus oficinas, donde pueden ser examinados.

Alex aspira a más, quisiera que la comunidad encontrara una nueva forma de reunirse, más estructurada y profesional. “Llevamos una vida homosexual pero no estamos unidos. No tenemos encuentros de la comunidad con o sin fines comerciales”, comenta. “Me gustaría tener esa unión, pero necesitamos tiempo. Quizás la consigamos y llegue el momento en que incluso tengamos un desfile del orgullo gay”.