¿Se convertirán en patrimonio de la humanidad los edificios destinados a asambleas de trabajadores?

¿Se convertirán en patrimonio de la humanidad los edificios destinados a asambleas de trabajadores?

Located in the original Workers Assembly Building constructed by the labour movement in 1879, the Workers Museum in the centre of Copenhagen, Denmark, features exhibitions on 150 years of industrial history, the lives of working-class children around 1930, and the lives of Danish working-class families in the 1950s.

(Mads Claus Rasmussen/Ritzau Scanpix/AFP)
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En abril de 1856, un grupo de canteros de Melbourne (Australia) interrumpió su trabajo ante la negativa de los empleadores a aceptar su demanda de una jornada laboral de ocho horas. Durante las semanas siguientes, el “movimiento de las ocho horas” se fue fortaleciendo y los empleadores acabaron accediendo a negociar con los trabajadores. El acuerdo alcanzado otorgó a los canteros el derecho a trabajar ocho horas diarias, en lugar de las diez habituales, por el mismo salario.

Tras aquella victoria, el comité de canteros de Melbourne decidió construir un “Palacio del Pueblo” que sirviera de foro para futuras asambleas. En 1859 se edificó una primera estructura temporal de madera, financiada y construida por los propios trabajadores, mientras que las obras del primer edificio definitivo, el Victorian Trades Hall, se finalizaron en 1874. Se trata de uno de los edificios sindicales en continuo funcionamiento más antiguos del mundo, y actualmente es la sede de varios sindicatos y de un museo de los trabajadores.

En décadas posteriores surgieron por todo el mundo edificios similares construidos por o para trabajadores. Las reuniones públicas al aire libre no estaban permitidas cuando los mineros del estado occidental de Sarre luchaban por unas condiciones de vida y de trabajo más justas en la Alemania de 1890. En 1891, todos los mineros de Sarre donaron ladrillos y dos marcos alemanes para construir un edificio sindical en Friedrichsthal, que a día de hoy es el edificio sindical más antiguo de Alemania. El Hall of Trade Unions en la capital ghanesa, Accra, se construyó entre 1958 y 1960, y el primer presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, lo donó a los trabajadores del país en agradecimiento por su contribución a la lucha por la independencia.

Estos son solo dos ejemplos, pero hay muchos más. El Museo de los Trabajadores en Dinamarca está liderando las iniciativas para identificar en todo el mundo otros edificios destinados a asambleas de trabajadores y conocer su origen. El objetivo de esta iniciativa es mostrar las características regionales de los movimientos sindicales en todo el planeta y conseguir que la UNESCO reconozca este tipo de edificios como sitios del Patrimonio Mundial.

Libertad, igualdad y solidaridad

Situado en el histórico Edificio de Asamblea de Trabajadores construido por el movimiento sindical en 1879, el Museo de los Trabajadores, situado en el centro de Copenhague (Dinamarca), ofrece exposiciones sobre 150 años de historia industrial, la vida de los niños de clase trabajadora en torno a 1930 y la vida de las familias danesas de clase trabajadora en la década de 1950. Esta fue la década en la que, como señala el museo, los trabajadores “dijeron adiós a las privaciones” gracias al aumento de los salarios, y en la que las dificultades posteriores a la Segunda Guerra Mundial dieron paso a un creciente consumismo.

En 2008, un equipo del Museo de los Trabajadores empezó a investigar sobre edificios destinados a asambleas de trabajadores. Realizaron un estudio comparativo a gran escala de 58 edificios de este tipo en 23 países de Europa Occidental, Australia y América del Norte, en el que se muestra cómo el movimiento sindical se desarrolló de forma distinta en diversas partes del mundo. Aunque durante los años siguientes varios miembros del personal trabajaron en el estudio como un proyecto secundario, el proyecto recibió un nuevo impulso en 2021, año en el que el museo lanzó una convocatoria invitando al público a presentar edificios de este tipo en todo el mundo –y especialmente en Asia, América Latina, África y Europa del Este– con el objetivo de comprender mejor las especificidades locales de los movimientos sindicales en diferentes continentes.

Marie Brøndgaard no formó parte del equipo inicial que puso en marcha el proyecto de investigación, pero pudo aprovechar su trabajo. Arqueóloga de profesión, es la responsable del proyecto para la solicitud de reconocimiento de edificios destinados a asambleas de trabajadores como patrimonio de la UNESCO.

Cada Estado miembro de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial de la UNESCO de 1972 puede enviar cada año una candidatura al Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El Museo de los Trabajadores de Dinamarca enviará una candidatura conjunta para 2022 con el Centro de Coordinación Flamenco de la UNESCO –los centros de coordinación actúan como enlaces entre los países solicitantes, la UNESCO y el Centro del Patrimonio Mundial– y cuatro edificios de asamblea asociados al proyecto en Melbourne y Broken Hill (Australia), Helsinki (Finlandia) y Gante (Bélgica).

“Detrás de las máquinas había seres humanos, y estamos tratando de representar a todas esas personas que hicieron posible la industrialización, que tuvieron que definir esta nueva vida, que asumieron de repente un nueva manera de trabajar”, señala.

La convocatoria de 2021 arrojó resultados dispares, puesto que Brøndgaard y sus colegas se enteraron de que algunos de los edificios de los trabajadores se han destinado a otros fines, se han deteriorado o se han derribado para construir otros edificios. “Muchos de los edificios alemanes fueron confiscados por los nazis y posteriormente se convirtieron en centros administrativos para los sindicatos”, explica. Brøndgaard añade que se enteraron de que había muchos edificios dedicados a un tipo de actividad para los trabajadores (por ejemplo, administración) pero que están buscando edificios multifuncionales de trabajadores que hubieran ofrecido actividades para hombres, mujeres y niños.

Brøndgaard explica que ella y sus colegas también querían comprender mejor las interconexiones entre los diferentes edificios y la manera en que los recintos (y los movimientos) locales de trabajadores inspiraron a sus homólogos de otras regiones del planeta. “En Gran Bretaña hay un Miners’ Hall que podría haberse inspirado en el Trades Hall de Melbourne, lo que indicaría un intercambio de ideas de este movimiento de edificios”, observa. “Los inmigrantes o convictos británicos en Australia podrían haber llevado allí ideas sobre los derechos de los trabajadores, lo cual también muestra que otras ideas podrían haber viajado de vuelta al Reino Unido”.

“Valor universal excepcional”

El Museo de los Trabajadores de Dinamarca decidió presentar su candidatura a la denominada serie transnacional de la UNESCO para mostrar el carácter global de los edificios y la importancia de los movimientos sindicales en diferentes contextos sociales. Esta categoría está pensada para el patrimonio que trasciende las fronteras de un país, lo que incluye, por ejemplo, el limes del Danubio, que abarca sitios en Austria, Alemania y Eslovaquia; y los Cementerios de tumbas medievales stećci, con 28 sitios en Bosnia y Herzegovina, Croacia, Montenegro y Serbia.

“En nuestra declaración de valor universal excepcional destacamos como valores la dignidad de los trabajadores, la emancipación, la igualdad de derechos, el acceso a la democratización y la solidaridad”, afirma Brøndgaard. “Es muy importante que la autoorganización de los trabajadores se produzca pese al rechazo social a que puedan expresarse y ocupar un lugar en la sociedad”.

El Centro de Coordinación Flamenco de la UNESCO se implicó en la campaña del museo después de que un antiguo edificio local de trabajadores se pusiera en contacto con la organización flamenca para obtener más información acerca de la iniciativa danesa. Según Piet Geleyns, del Centro de Coordinación Flamenco de la UNESCO, el procedimiento para ser incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO no es nada sencillo.

“Para que un bien sea reconocido como patrimonio de la humanidad deberá demostrar que tiene un valor universal excepcional. Es decir, que es excepcional y no solo en o para una pequeña parte del mundo”, explica. “Para determinar si es el caso, el Comité del Patrimonio Mundial ha establecido diez criterios, y es necesario cumplir al menos uno de ellos para satisfacer dicho requisito”.

Un sitio puede ser Patrimonio de la Humanidad, entre otras cosas, si representa un ejemplo destacado de asentamiento humano tradicional; si da testimonio de una tradición cultural excepcional; o si constituye un área de belleza natural excepcional. Pero esto es más difícil de lo que podría parecer a primeva vista, explica Geleyns.

La solicitud para ser reconocido Patrimonio de la Humanidad también tiene que incluir un análisis “comparativo”, que ha de demostrar la excepcionalidad de los sitios propuestos. “El Comité para la Protección del Patrimonio Mundial evalúa asimismo la autenticidad y la integridad de la propuesta, comprueba si se garantiza la protección adecuada y si se cumplen los requisitos de gestión”, señala Geleyns.

La autenticidad se refiere a la credibilidad de lo que se propone. “La Torre Eiffel original merece un lugar en la lista, pero no las imitaciones que se construyeron en Las Vegas o en China”, explica, añadiendo que el sitio propuesto también debe estar bien conservado para cumplir el requisito de integridad. “Si Stonehenge hubiera sido solo una o dos piedras, probablemente no habría entrado en la lista”.

Una candidatura en serie indica que cada uno de los sitios propuestos deberá considerarse como el capítulo crucial de un libro, añade.

“Cada uno contribuye de forma indispensable a los valores universales excepcionales de la serie propuesta. Si se omite uno, el libro resulta en teoría ilegible”, observa.

“Esto también funciona a la inversa: si se inscribe en la Lista [del Patrimonio Mundial] y surge un problema con uno de los componentes, toda la serie peligra”, declara.

Al presentar su solicitud, las organizaciones solicitantes se comprometen a preservar adecuadamente los sitios propuestos para su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial. La solicitud también debe incluir un plan de gestión que explique cómo un Estado miembro o un administrador del sitio garantizará la conservación de los atributos del valor universal excepcional. Si el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO determina que un sitio no se está protegiendo adecuadamente, el título de patrimonio puede ser revocado.

Por su parte, el Museo de Trabajadores danés y sus socios de proyecto en Australia, Finlandia y Bélgica deberán tener paciencia. Aunque el museo tiene previsto presentar su candidatura antes de finales de año, el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO no se pronunciará al respecto hasta 2025.