Semillas de pastor

Semillas de pastor
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La Escuela de Pastores de Cataluña, un proyecto audaz en la recuperación y revitalización del sector ganadero, cumple este año una década y lo hace ajena a las visiones pesimistas que consideran al pastoreo tocado de muerte.

Uno de los principales objetivos de la iniciativa es ofrecer un relevo generacional más que necesario en el sector de la ganadería. No en vano, la mayoría de comarcas rurales de España presentan un alto grado de despoblación, con la migración de los más jóvenes a las ciudades y el consecuente envejecimiento de la población como problemas casi crónicos.

Los alumnos, alrededor de unos veinte por promoción, pasan por dos meses de formación teórica y cuatro meses de prácticas en explotaciones ganaderas repartidas por toda Cataluña y el Pirineo francés. Como en otras ediciones, la escuela acoge a alumnos venidos de todas las provincias catalanas, además de Aragón y el País Vasco, entre otras, y de nacionalidades cada vez más variadas.

La mayoría son jóvenes, rondan la treintena, y acuden a la escuela principalmente por vocación. Además de formarles, la escuela ofrece a los jóvenes varios proyectos asociados, entre ellos un banco de tierras, una bolsa de trabajo, la asesoría de nuevos proyectos agrarios y la comercialización de productos artesanos.

Con cerca de un 80% de sus antiguos estudiantes vinculados (o en vías de hacerlo) a la ganadería tras pasar por el curso, esta escuela juega un papel activo en el proceso de regeneración del mundo rural actual.

Las nuevas hornadas de pastores, ya procedan o no de familias con un pasado en la ganadería, aprenden a cuestionarse y a redefinir el modelo de negocio tradicional.

Así, durante la formación teórica, las charlas también abarcan conceptos como la sostenibilidad, la venta directa, soberanía alimentaria, decrecimiento [del número de cabezas, con vistas a distanciarse de la agroindustria], producción ecológica, incorporación de la mujer al mundo rural y repoblación, entre otros.

No es casualidad que, una vez acabado el periodo de formación, muchos de los alumnos hayan optado por arriesgarse a montar un proyecto propio: quieren hacer las cosas a su manera. De otra manera.

El caso de la Escuela de Pastores de Cataluña no es anecdótico. El caserío Gomiztegui, en Guipúzcoa (País Vasco), funciona desde hace más de dos décadas como centro de formación de jóvenes pastores, siendo pionero en España. Otros territorios como Aragón, Asturias, Extremadura, Murcia o Cáceres han abierto escuelas que ofrecen formación oficial con distintos grados de regularidad. España, además de Francia, Bélgica, Rumania, Reino Unido, entre varios países europeos más, viene experimentado un aumento tanto de la oferta como de la demanda para este tipo de formación ganadera.

“Al aumentar la concienciación por lo que comemos y su impacto [en la salud y medioambiente] se apuesta también por una producción más del territorio, más sana. De ahí que cada vez haya más gente dispuesta a cubrir esta demanda [alimentaria] de la población, y que surjan proyectos y redes de apoyo de todo tipo: para facilitar tierras, asesoramiento, formación, etc.”, explicó a Equal Times Maria Díaz de Quijano, técnica de la escuela.

En Cataluña, a la de la Escuela de Pastores se han unido varias iniciativas más para configurar el que se ya se considera el primer relevo generacional en el mundo del pastoreo de los últimos 40 años. Efectivamente, para algunos, la vuelta al campo supone una alternativa, quizá desesperada, al desempleo. Pero para la mayoría se trata de una manera de vivir de acuerdo a sus convicciones.

En cualquier caso este relevo, unido al perfil de los recién incorporados, abre unas esperanzas de cambio en el sector ganadero catalán como no se sentían desde hace tiempo. Toda una nueva generación que avanza, sintiendo que es posible existir al margen de las prácticas de la agroindustria. Dispuestos a cambiar la relación de los pastores con su entorno y con la comunidad a la que pertenecen. Y ese cambio ya está en marcha.

 

Eloy González, originario de Mataró (Barcelona), fue alumno de la Escuela de Pastores en 2010.

Foto: Joan Alvado

Eloy realizó su período de prácticas en una granja en Escàs, en el Pirineo catalán. Los estudiantes de la Escuela de Pastores pasan por dos meses de clases teóricas y cuatro meses de prácticas trabajando en granjas y explotaciones con pastores experimentados.

 

Grupo de ovejas en el monte de Salau, en el Pirineo catalán.

Foto: Joan Alvado

Los jóvenes pastores se están incorporando al sector de diferentes maneras. Muchos montan su propia granja/proyecto desde cero, con un número de animales “sostenible”. Un término, el de sostenibilidad, que varía “en función del animal y de lo que se quiera hacer con éste” señala Díaz de Quijano. “Por ejemplo, si el objetivo es producir leche, 20 sería un número sostenible de vacas. Mientras que un rebaño de ovejas para carne podría ascender a 300, o a 100 si es para producir leche destinada a hacer queso”, precisa.

Otra de las opciones comunes es trabajar como pastores de montaña asalariados, haciéndose cargo de grandes rebaños en verano, la época de trashumancia.

 

Sisco Baron (33 años) fue alumno de la Escuela de Pastores en 2010.

Foto: Joan Alvado

Hoy en día trabaja en su propio proyecto con cabras en un entorno urbano en Begues (Barcelona). Las cabras limpian la maleza y crean áreas de seguridad: como prevención de incendios en los bosques. Sisco no quería mudarse a una zona rural, su objetivo era ser capaz de trabajar como pastor en su propia localidad, Begues.

 

Eloy González (26 años), hizo el curso de la Escuela de Pastores en 2010. En 2013, comenzó con su propio rebaño de 80 cabras.

Foto: Joan Alvado

Eloy trabaja en su ciudad natal, cerca de Barcelona. Su sueño al unirse a la Escuela de Pastores en 2010 era ser capaz de quedarse a trabajar como pastor cerca de Mataró, un entorno urbano parte de la provincia de Barcelona (que llegó vaciarse de pastores). Aunque era difícil, Eloy encontró primero un empleo de pastor. Posteriormente compró 80 cabras para iniciar su propio proyecto. A día de hoy, sus planes son seguir trabajando con pocos animales, de manera sostenible.

En la Unión Europea, los jóvenes menores de 40 años pueden recibir ayudas comunitarias (a través de los departamentos de agricultura de cada país/región), precisamente para llevar a cabo este tipo de proyectos.

 

Gloria Rodríguez, estudiante de la Escuela de Pastores, pone a refugio las ovejas por la noche en Cals Frares, Aguiró (un pueblo de Lérida).

Foto: Joan Alvado

La incorporación de la mujer al sector es una de las principales novedades de la nueva generación de pastores, por lo que a romper moldes se refiere en un sector tan masculinizado. Si hasta 2017 el grueso de mujeres no superaba el 27% del total de estudiantes, en la presente promoción alcanzan un 41%. Algo que se debe, según Díaz de Quijano, al ejemplo mostrado por las pioneras desde que salieron de la escuela, presentando proyectos de gran calidad e interés, así como al impacto mediático que han tenido sus perfiles.