“Si desea hacer enemigos, intente cambiar algo”

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El equipo de animadores de Qatar está practicando sus cantos en un intento vano por sofocar las injusticias que se le impone a una mano de obra migrante de 1,4 millones de trabajadores.

Una serie de artículos publicados por la agencia de noticias india ANI se han sumado a las ignominiosas filas de Sepp Blatter de la FIFA y el famoso director general de la aerolínea Qatar Airways Akbar Al-Baker en una tentativa por desviar la atención del tema de los derechos de los trabajadores en Qatar.

Un puñado de intermediarios laborales indios se está haciendo de oro gracias a los engañosos métodos que caracterizan el proceso de migración laboral del Golfo.

Pero por mucho dinero que gaste en promoción mediática, Qatar no va a conseguir ocultar el hecho de que es un Estado esclavista. Como dijo el expresidente de Estados Unidos Woodrow Wilson: “Si usted desea hacer enemigos, intente cambiar algo”.

El cambio está tardando mucho en llegar para los trabajadores migrantes de Qatar.

El uso del sistema de kafala en Qatar y otros estados del Golfo Pérsico permite efectivamente que una persona pueda ser “propietaria” de muchos trabajadores, obligarles a vivir en la miseria, alimentarlos mal, exigirles realizar unas jornadas laborales inhumanas bajo un calor abrasador, decidir pagarles o no pagarles un salario justo e impedirles disfrutar del derecho a la libertad sindical y disponer de unos procedimientos efectivos que garanticen la aplicación de las normas.

El uso de este sistema es una elección deliberada del Gobierno catarí, que podría perfectamente elegir otra serie de opciones.

¿Por qué Qatar no opta por permitir que los trabajadores migrantes puedan disfrutar de unos derechos y libertades establecidos?

¿Por qué Qatar no asume la responsabilidad de fijar un salario mínimo no discriminatorio y de abordar la espiral de accidentes y muertes que se están produciendo en los lugares de trabajo?

¿Cómo es que un país tan rico y tan dedicado al desarrollo se niega a asumir la responsabilidad de proporcionar un trato justo a las personas que aceptan abandonar su país y su familia para ayudarles?

En Qatar siguen muriendo trabajadores migrantes a un ritmo alarmante.

Las cifras oficiales más recientes publicadas en Nepal revelan que cada dos días muere un trabajador nepalí. Los trabajadores de este país representan cerca de la tercera parte de la mano de obra total.

La tasa de mortalidad entre los trabajadores migrantes indios de Qatar tampoco deja de aumentar: 277 muertes en 2014 y un incremento del 13% con respecto al año anterior, y en el mes de diciembre se registró un promedio de una muerte diaria.

La previsión de la CSI según la cual 4.000 trabajadores morirán antes de que dé comienzo la Copa del Mundo de 2022 podría haberse quedado lamentablemente corta.

Muertes patrocinadas por el Estado

Las reformas que se han prometido, anunciado y vuelto a anunciar desde 2010 no están haciendo nada para detener este funesto historial de lo que merece calificarse como muertes patrocinadas por el Estado.

Las normas para los trabajadores migrantes anunciadas por la fundación Qatar Foundation no son equiparables a las normas internacionales del trabajo, y de todos modos sólo afectan a 800 trabajadores.

Para cuando se hayan implementado completamente de aquí a unos años, el objetivo de estas normas es cubrir a apenas un 5% de la mano de obra migrante, prometiendo agua potable, una alimentación mínimamente decente y un alojamiento en dormitorios mejores que los miserables campamentos de trabajo donde duermen en estos momentos decenas de miles de trabajadores.

Gran parte de ese 5% podría esperar recibir por primera vez unas botas, un casco de seguridad y otros equipos de protección.

Mientras tanto, el último anuncio que ha vuelto a hacer el Gobierno de Qatar implica un cambio de nombre del sistema de kafala, pero en realidad no conlleva ningún cambio real ni derechos para los trabajadores.

Los salarios discriminatorios se mantendrán a unos niveles de pobreza, y seguirá sin haber libertad sindical y sin efectuarse ninguna reforma del famoso sistema judicial.

Disponer del absurdo visado de salida seguirá siendo indispensable para poder abandonar el país, y el Gobierno ha decidido ejercer un control más férreo mediante un sistema administrativo que continúa siendo desfavorable para los trabajadores en todo momento.

Los empleadores abusivos siguen estando en posición de impedir a un trabajador abandonar su empleo durante un período de cinco años.

Al parecer, en el futuro los salarios deberán pagarse en una cuenta bancaria, siempre y cuando el empleador permita al trabajador abrirse una cuenta.

Las normas internacionales del trabajo siguen sin haberse puesto en práctica en Qatar.

La alternativa por la que puede optar el Gobierno de Qatar es simple. Respetar la contribución de los trabajadores migrantes y aceptar la dignidad del trabajo decente –derechos laborales, normas de seguridad, contratos y salarios justos y unos mecanismos efectivos para la resolución de conflictos–. Así todo el mundo sale ganando.

Pero primero, Qatar tendría que reconocer que los trabajadores migrantes son seres humanos con derechos humanos –de igual categoría, independientemente de su origen étnico– y abolir el sistema de kafala, que no es otra cosa sino esclavitud moderna.