Sindicatos de docentes en Malaui se movilizan para proteger a los estudiantes vulnerables de las consecuencias sociales de la covid

Sindicatos de docentes en Malaui se movilizan para proteger a los estudiantes vulnerables de las consecuencias sociales de la covid

Schoolchildren hold up signs condemning the practice of child labour at a World Day Against Child Labour rally held on 12 June 2016.

(Teachers Union of Malawi)

Costas Gondwe, una profesora de la escuela primaria Nambamba en el distrito de Dowa, en la región central de Malaui, considera que las peores consecuencias del coronavirus no han sido de carácter sanitario, sino social. Gondwe dice que ha observado un aumento considerable de los embarazos y matrimonios precoces desde que el gobierno cerró todas las escuelas y universidades a principios de año como parte de las medidas nacionales de confinamiento. Tan solo en el distrito de Dowa, 234 niñas y 23 niños se han casado y 95 niñas se han quedado embarazadas desde que se anunció el cierre indefinido de las escuelas el 20 de marzo.

El cierre ha provocado otra situación desesperada: el aumento del trabajo infantil. La escuela primaria Nambamba está situada en la zona de Kabwinja, en Dowa, un área rural donde el cultivo de tabaco es una de las principales actividades económicas. Esta tarea a menudo la realizan pequeños agricultores que tienen acuerdos contractuales con empresas que compran el tabaco. Estos agricultores no venden su tabaco directamente a las empresas, sino en subasta, donde las ganancias de los agricultores dependen de la calidad de su mercancía, la cual es determinada por los subastadores.

Aunque el gobierno de Malaui ha adoptado algunas medidas para hacer frente a las peores formas de trabajo infantil, como el compromiso contraído en 2015 en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para poner fin al trabajo infantil de aquí a 2025 y la adopción en 2019 de la Política para la infancia, de 2018, su aplicación sigue siendo un problema importante.

Como consecuencia, no es inusual que los productores de tabaco hagan a sus hijos trabajar para ayudar a sus familias a cumplir las obligaciones contractuales. “Debido al cierre indefinido de las escuelas, los niños de esa zona han tenido que trabajar en las granjas de sus padres durante los seis últimos meses porque es la forma en que sus padres consideran que pueden ser productivos”, cuenta Gondwe a Equal Times.

Aunque la educación primaria (del año 1 al 8) es gratuita en Malaui, el logro del ODS 4 (educación de calidad para todos) de aquí a 2030 será una tarea difícil. Muchos estudiantes, en particular en las zonas rurales, se enfrentan a ratios elevadas de estudiantes por profesor y establecimientos escolares deficientes. Gondwe dice que muchos alumnos, tanto niños como niñas, no han podido estudiar desde que las escuelas cerraron porque han estado realizando tareas no especializadas. Los niños suelen trabajar en las granjas, mientras que las niñas realizan principalmente tareas domésticas y asumen responsabilidades de cuidado. Sin embargo, Gondwe dice que las niñas han sufrido las peores consecuencias, ya que soportan la doble carga del trabajo infantil y el matrimonio precoz. “El problema es muy grave en nuestra zona.

El rendimiento de estos estudiantes se verá muy afectado cuando las escuelas abran completamente. Sinceramente, no hemos hecho lo suficiente por ayudar a estos niños”, se lamenta.

Kumbukani Saulosi, de 14 años, es un estudiante de quinto año en la escuela primaria Nambamba. Dice que desde que las escuelas cerraron a causa del confinamiento, algunos de sus compañeros han adoptado conductas peligrosas, como el consumo de tabaco y alcohol. “Es como si hubiéramos estado de vacaciones durante mucho tiempo. Muchos estudiantes pensaron que las escuelas nunca volverían a abrir y empezaron a trabajar”.

A nivel mundial, la cifra de niños que realizan trabajo infantil ha disminuido en 94 millones desde 2000. Sin embargo, según indica un informe publicado en junio por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF), el coronavirus amenaza con menoscabar años de progreso. “A causa del aumento de la pobreza, el cierre de las escuelas y la menor disponibilidad de servicios sociales, un número creciente de niños se ve abocado al trabajo”, advertía la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore. En Malaui, la amenaza es especialmente grave. Según las estadísticas citadas en el informe del departamento de Trabajo de EEUU sobre las peores formas de trabajo infantil y trabajo forzoso en Malaui, el 42,3% de los niños entre 5 y 14 años trabajan, el 89,9% de los niños entre 5 y 14 años van a la escuela, y el 45,4% de los niños entre 7 y 14 años combinan el trabajo y la escuela.

Educadores contra el trabajo infantil

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha advertido de que un tercio de los estudiantes en todo el mundo no regresarán a las aulas cuando las escuelas reabran. “En Malaui, el coronavirus no solo ha cambiado nuestro modo de vida, sino también nuestro sistema educativo”, dice Pilirani Kamaliza, un coordinador de proyectos del Sindicato de docentes de Malaui (TUM, por sus siglas en inglés). “Desde que las escuelas cerraron en marzo, el número de niños que han sido obligados a casarse, así como a entrar en el mundo del trabajo, ha crecido constantemente”, dice.

Desde 2019, el TUM y el Sindicato de empleados de escuelas privadas de Malaui (PSEUM, por sus siglas en inglés) ejecutan un proyecto llamado Educators Against Child Labour [Educadores contra el trabajo infantil] en el área de Kabwinja. El proyecto –que cuenta con el apoyo de la Internacional de la Educación (IE), una federación sindical internacional; el sindicato de docentes de los Países Bajos AOb, la central nacional de los Países Bajos Mondiaal FNV y la Fundación por una infancia justa de GEW– tiene como objetivo establecer “zonas libres de trabajo infantil” en las comunidades y los pueblos. Los padres, los docentes, los sindicatos, la sociedad civil, la administración local y los empleadores colaboran para eliminar todas las formas de trabajo infantil y garantizar que todos los niños estudien a tiempo completo.

El proyecto inicialmente pretendía llegar a 400 estudiantes, pero incluso antes de que las escuelas cerraran, había alcanzado a 7.000 niños de diez escuelas de los 99 pueblos dentro de los 50 kilómetros cuadrados que abarca la zona educativa de Kabwinja. Según Kamaliza, ha logrado mejorar las relaciones entre los padres y los profesores, así como los resultados educativos.

“Antes de que cerraran las escuelas se mejoró la asistencia a clase. Conseguimos matricular a 285 estudiantes que antes realizaban trabajo infantil, su rendimiento remontó y se mantuvo al mismo nivel que el de los alumnos que nunca habían abandonado sus estudios”, dice.

Por desgracia, el cierre de las escuelas a causa de la covid-19 ha socavado estos progresos. “Algunos padres perdieron la esperanza. Muchos asumieron que las escuelas no volverían a abrir”, dice Kamaliza. Las escuelas han reabierto para las clases de preparación para exámenes en Malaui; sin embargo, solo en la zona de Kabwinja, 28 estudiantes (19 niñas y nueve niños) no han vuelto a clase. Los profesores están haciendo un seguimiento para descubrir las razones exactas por las que estos estudiantes han abandonado la escuela y tratar de convencer a los niños y a sus tutores para que cambien de opinión.

Abordar las causas fundamentales del trabajo infantil y ofrecer soluciones

El 12 de junio 2020, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la OIT puso en marcha el proyecto regional sobre la aceleración de la acción para la eliminación del trabajo infantil en las cadenas de suministro en África (ACCEL África) en Malaui. George Okutho, director de la oficina de la OIT para Zambia, Malaui y Mozambique, explica a Equal Times que “el proyecto ACCEL África de la OIT busca acelerar la eliminación del trabajo infantil en Malaui apoyando la mejora y el control del cumplimiento de los marcos políticos, jurídicos e institucionales que abordan el trabajo infantil”.

En la práctica, esto implica promover soluciones que abordan las causas fundamentales del trabajo infantil en las cadenas de suministro (como la pobreza extrema, la falta de acceso a la educación y las protecciones jurídicas y el cumplimiento inadecuados) mediante el fortalecimiento de las organizaciones constituidas por afiliación (incluidos los sindicatos) en la agricultura, un sector que representa la actividad económica en la que está ocupado el 66,2% de los niños que realizan trabajos peligrosos en Malaui, a fin de que los padres y los cuidadores tengan mejor acceso a medios de subsistencia decentes.

Y, mientras los jóvenes malauíes continúan teniendo dificultades para ir a la escuela debido a la pandemia, todo el mundo aporta su granito de arena para velar por que el mayor número de niños posible pueda continuar ejerciendo su derecho a la educación.

El gobierno introdujo lecciones de emergencia por radio para los estudiantes de primaria, mientras que algunas ONG han ofrecido soluciones de aprendizaje innovadoras como el programa piloto “onetab”, coordinado por la organización Onebillion, con sede en Londres, el ministerio de Educación de Malaui y VSO Malaui. Hasta la fecha, el proyecto ha proporcionado a 700 niños tabletas Android personalizadas y de bajo coste que llevan una aplicación preinstalada, que no requiere conexión a Internet, con 4.000 unidades de aprendizaje del programa nacional de estudios de educación primaria en varios idiomas nacionales.

Por otra parte, la oficina de Plan International en Malaui ha mantenido reuniones de consulta con estudiantes donde estos comparten sus miedos y preocupaciones en cuanto al futuro de su educación tras el cierre de las escuelas. Estas reuniones, además de servir como base para las políticas, han ayudado a conectar a algunos de estos jóvenes con otros servicios de apoyo. Rodgers Siula, director de comunicación y campañas de Plan International Malaui, dice que la organización, además de ejercer presión en el gobierno para que intensifique sus esfuerzos para erradicar el trabajo infantil, ha trabajado en la promoción de las líneas telefónicas gratuitas para denunciar casos de abuso y matrimonio infantil a través de programas de radio comunitarios trasmitidos en todo Malaui. “Las niñas se muestran preocupadas por el aumento de los embarazos precoces, mientras que los niños están preocupados por el aumento de los casos de consumo de alcohol y estupefacientes entre sus compañeros”, dice Siula.

Benedicto Kondowe, director ejecutivo de la Coalición de la sociedad civil en pro de la educación, un grupo de ONG que promueve los derechos de los niños, señala que a pesar de que no existen estadísticas nacionales sobre el impacto de la covid-19 en los matrimonios precoces y el trabajo infantil, las estadísticas disponibles indican que el cierre de las escuelas ha creado una situación de emergencia para los jóvenes malauíes. “Nuestro muestreo indica que en el distrito de Phalombe [en la región meridional], por ejemplo, 5.000 niñas se quedaron embarazadas durante el periodo de confinamiento. En Mangochi [también en el sur de Malaui], la cifra asciende a unas 6.000 niñas, en Mzimba a alrededor de 5.000 y en Rumphi a casi 500 [ambos distritos situados en la región septentrional]. Si examinamos todas las muestras estadísticas, llegamos a la conclusión de que se trata de una tragedia nacional que hay que abordar urgentemente”, dice.