Sindicatos y ONG se reúnen en Londres para defender a los refugiados climáticos

Sindicatos y ONG se reúnen en Londres para defender a los refugiados climáticos

In this photo taken on 10 October 2015, residents who were relocated from a drought-affected region elsewhere in the country sort out maize stalks at their new home in Hongbusi in northwestern China’s Ningxia Hui autonomous region.

(AP/Ng Han Guan)

Aunque el presidente de EEUU, Donald Trump, no crea que el cambio climático es el resultado de la actividad humana –posición que hace caso omiso a décadas de estudios científicos– lo que resulta incontestable son las consecuencias devastadoras del incremento de la temperatura sobre las personas y las comunidades en todo el mundo.

En 2016, por ejemplo, Pakistán y la India se vieron afectados por una ola de calor, registrándose temperaturas de hasta 51°C, algo que representa una seria amenaza para la vida humana, según Asad Rehman, destacado activista internacional sobre el clima en la organización medioambiental Friends of the Earth (Amigos de la Tierra).

“Cuando estas olas de calor son recurrentes, el Gobierno tiene que preguntarse qué puede hacer: y la única respuesta es cavar más tumbas”.

Rehman intervenía en una conferencia sobre refugiados climáticos, donde se registró un lleno completo, celebrada en Londres el 12 de febrero y organizada por la Campaña contra el Cambio Climático del Reino Unido y Amigos de la Tierra. Se trataba del primer evento sobre el tema en Europa que reunía a sindicatos y organizaciones de la sociedad civil.

El término ‘refugiado climático’ describe a aquellas personas directamente afectadas por la repercusión inmediata de fenómenos climáticos como inundaciones y sequías, pero también por los efectos indirectos del cambio climático.

Por ejemplo, una severa sequía en Siria fue identificada como una de las causas subyacentes del estallido de la guerra civil, que según las Naciones Unidas ha ocasionado ya más de seis millones de desplazados internos y cerca de cinco millones de refugiados.

Y no haremos sino ver más casos similares, según los expertos.

En todo el mundo, cada segundo una persona resulta desplazada por culpa de algún desastre relacionado con el clima, según cifras del Observatorio de Desplazamientos Internos. Rehman llamó la atención asimismo hacia ejemplos como el tifón Haiyan en Filipinas, que provocó el desplazamiento de 4,1 millones de personas en 2013, y la actual sequía en el Sahel, que ha ocasionado inseguridad alimentaria para 23 millones.

No obstante, aunque la ONU prevé que el cambio climático desplazará al menos a 250 millones de personas para mediados de siglo, los refugiados climáticos no están reconocidos ni protegidos por la legislación internacional.

En la apertura de la conferencia, Joanna Haigh –profesora de física de la atmósfera en el Imperial College de Londres y codirectora del Grantham Institute for Climate Change– compartió algunas estadísticas alarmantes: por ejemplo, que el mundo registra hoy en día, en promedio, temperaturas 1,1°C más altas que antes de la revolución industrial, lo que ha ocasionado una elevación del nivel de los mares, así como que se hayan intensificado las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremas.

Si las cosas siguen como están, la media de la temperatura global se incrementaría en un intolerable 5°C, indicó la profesora Haigh, lo que sería catastrófico. Incluso si el ser humano consigue limitar el calentamiento global a una media de 2°C seguiremos sufriendo intensas olas de calor, inundaciones, escasez de agua y pérdidas de cultivos.

Más migraciones en masa, xenofobia y racismo

Una de las mayores consecuencias de esto –como ya estamos constatando– son las migraciones en masa de áreas fuertemente afectadas por el cambio climático, esencialmente en el sur global, hacia países más prósperos en el norte global.

Un informe publicado en 2016 por ActionAid y titulado Climate Change Knows No Borders (El cambio climático no tiene fronteras) asevera que cuando estalla un conflicto o se produce un desastre natural, los hombres tienden a optar por cruzar las fronteras internacionales, mientras que las mujeres suelen desplazarse dentro del país, siendo explotadas y convirtiéndose en desplazadas internas. La escasez de agua y la pérdida de cosechas en zonas rurales de Bangladés, por ejemplo, empujaron a muchas mujeres a trabajar en la industria de la confección. Muchas de las 1.134 víctimas del colapso de la fábrica Rana Plaza en 2013 en Bangladés eran migrantes internas con este historial.

La conferencia examinó también la manera en que los sindicatos y la sociedad civil están abordando la escalada global de racismo y xenofobia, que en parte es una consecuencia del aumento de la migración global.

Tanto si se trata de la población de América Central y del Sur que se enfrenta a los muros, las alambradas y las políticas racistas del presidente Trump en Estados Unidos, o de migrantes africanos ahogados en el Mediterráneo cuando tratan de huir de la pobreza y de conflictos, la conferencia examinó en detalle cómo aquellos que menos ganan del actual sistema económico son los que más tienen que perder como resultado de vivir en primera línea de los efectos del cambio climático.

Los habitantes del sur global son quienes menos han hecho para ocasionar el cambio climático y, al mismo tiempo, disponen de menos recursos para hacer frente a sus desastrosas repercusiones. Por el contrario, una investigación especializada del experto en clima Richard Heede muestra que 90 corporaciones –principalmente con sede en Europa y Norteamérica– son responsables del 63% de las emisiones de carbono acumuladas.

“Las multinacionales restringen los recursos, crean un caos climático para una gran parte de la población mundial y son también los pocos situados en la cima de la sociedad”, dijo a los asistentes Zac Cochrane, de la campaña Stand Up To Racism. “Su respuesta a la reducción de recursos es exhibir el tipo de racismo que ha permitido que Donald Trump llegue al poder”.

Pidió a la gente de la calle que se oponga a los muros y las políticas racistas de demagogos y populistas del mundo entero, incluyendo Europa, donde más de 5.000 personas han perdido la vida intentando cruzar el Mediterráneo tan solo el año pasado, y se gastan millones en reforzar la seguridad en las fronteras y controlar la entrada de migrantes en el marco del programa Frontex de la Unión Europea.

Sindicatos y cambio climático

En lo que respecta al papel que los sindicatos deberían desempeñar a la hora de abordar el cambio climático, la idea tradicional de que una economía verde representa una amenaza para los puestos de trabajo existentes es algo que los sindicatos están combatiendo de lleno, indicó Diana Holland, secretaria general adjunta de la unión sindical Unite the Union, del Reino Unido.

“Estoy harta de que se diga ‘¿Y los trabajadores?’, ‘¿Hay que elegir entre igualdad o medio ambiente?’. No es así como hay que abordar estos temas… se trata de cuestiones interrelacionadas y que nos afectan a todos”.

En torno al lema "No habrá empleo en un planeta muerto", la Confederación Sindical Internacional (CSI) ha encabezado la respuesta del movimiento sindical internacional contra el cambio climático, pidiendo a los Gobiernos que opten por un futuro con cero carbono y que introduzcan una transición justa hacia empleos verdes, construcción de capacidades y otras disposiciones para mitigar los efectos del cambio climático sobre las comunidades más pobres y vulnerables.

Tal como explicó Chidi King, directora del departamento de igualdad de la CSI: “No se puede hablar de un mundo que erradique la pobreza con una economía basada en el carbono, sencillamente no es posible. De ahí que estableciésemos un Centro de Transición Justa [lanzado durante las conversaciones sobre el clima en el marco de la COP22, en Marrakech en 2016] que agrupa a sindicalistas y organizaciones de la sociedad civil, activistas y empleadores, además de Gobiernos, para participar en una serie de diálogos sobre cómo hacer esa transición hacia una economía más ecológica”.

Uno de los temas finales tratados durante la conferencia se centró en conseguir mayor solidaridad de la opinión pública hacia los refugiados, incluidos aquellos empujados por las consecuencias del cambio climático. Pero los participantes no se hacían ilusiones de que obtener el reconocimiento legal y la protección de los refugiados climáticos vaya a ser fácil.

En 2015, el entonces secretario de Estado de EEUU, John Kerry, predijo que los refugiados climáticos pronto obtendrían reconocimiento legal. No se sabe con seguridad cuándo ocurrirá, pero la mayor interrogante ahora es la manera en que se enmarcará dicho reconocimiento. ¿Se traducirá en protección y derechos, o en muros y persecución? Una de las vías posibles más probable para la protección de los refugiados climáticos es el denominado Mecanismo de Varsovia, establecido durante la COP19 y que forma parte del Acuerdo de París sobre el Clima. También existen iniciativas voluntarias, como la Iniciativa de Nansen iniciada por Noruega y Suiza en 2013, en cuyo marco más de 100 países intentan compartir las mejores prácticas al tratar con los refugiados climáticos.

Pero un mensaje esencial de la conferencia fue que los cambios legales progresistas y la protección social se obtienen de abajo arriba. Los movimientos sociales en defensa del medio ambiente, los derechos de los trabajadores y los derechos humanos deben intersectarse en torno a las víctimas del cambio climático.