Sólo hay una mujer en el equipo británico para negociar el ’Brexit’ ¿Por qué eso chirría?

Se ha sabido que el equipo enviado a Bruselas para sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) incluye tan sólo a una mujer –de los nueve negociadores designados–.
Este desequilibrio no sólo resulta vergonzoso. Es además una negligencia. No incluir a mujeres en primera línea de este importantísimo proceso perjudicará la calidad de las negociaciones.

Contar con mujeres en nuestros equipos tiene su importancia –y no sólo porque quede bien. Afecta la calidad de las leyes que se elaboran. La ley sobre Igualdad Salarial del Reino Unido, de 1970, y la Ley sobre Discriminación Sexual de 1975 fueron adoptadas por parlamentos con un 96% de hombres y apenas 4% de mujeres. Ambas leyes representan importantes logros en la superficie, pero adolecen de graves deficiencias.

Las normas originales sobre igualdad salarial requerían un sistema de clasificación profesional, lo que en realidad equivalía a que las mujeres debían contar con la aprobación de sus empleadores (en aquel entonces: hombres) para presentar una reclamación sobre igualdad salarial.

Hasta que la UE intervino, la Ley sobre Discriminación Sexual parecía establecer un paralelismo entre el embarazo en una mujer y la enfermedad en un hombre, facilitando así el despido. Este trato desfavorable en caso de embarazo no se consideraba como discriminación sexual.

Cuando se trata de tomar decisiones que no tratan específicamente de la igualdad, la cuestión resulta aún más problemática. Los hombres tienen menos probabilidades de darse cuenta cuándo algo puede resultar perjudicial para las mujeres. Es así como tenemos que soportar decisiones que excluyen a los trabajadores a tiempo parcial (mayoritariamente mujeres) de los derechos, o que excluyen a los cuidadores (mayoritariamente mujeres) de ciertos derechos. Soportamos decisiones presupuestarias que se financian con recortes en el empleo del sector público (que afectan mayoritariamente a las mujeres) o privando a los hogares monoparentales (mayoritariamente compuestos por mujeres) de prestaciones y asistencia.

De hecho, cuando el desequilibrio del equipo del Brexit salió a la luz, una comisión de la Cámara de los Lores pidió a David Davis, Secretario de Estado para la Salida de la Unión Europea, que indicase cuántas mujeres había en su equipo. No lo sabía. Ni se lo había planteado.

El Brexit es una cuestión feminista

La enorme complejidad que implican las negociaciones sobre el Brexit hace que el hecho de silenciar a las mujeres resulte aún más preocupante. Debiendo hacer frente a una multitud de cuestiones que requieren ser resueltas en un plazo de tiempo limitado, los negociadores buscarán las soluciones que consideren más fáciles. La presión para concluir el trabajo a tiempo podría crear costos que terminen pagándose con aún más austeridad que castigará mayoritariamente a las mujeres.

La propuesta sobre los derechos de los ciudadanos de la UE en el Reino Unido incluye también varios supuestos que podrían tener implicaciones negativas para las mujeres. Es sumamente vaga respecto al significado de “residencia legal” y las condiciones que se aplicarán para poder obtener la residencia temporal tras el Brexit.

Las normas existentes ignoran la repercusión que puede tener la violencia doméstica sobre el estatus de residencia de una mujer, ya que puede hacer que su carrera laboral se vea interrumpida, y que le resulte imposible permanecer en el domicilio de su cónyuge. Las normas también hacen que resulte más difícil para una mujer establecer su derecho a obtener la residencia si debe combinar el trabajo con la aportación de cuidados a ancianos o discapacitados o cuando se trate de una madre soltera con un trabajo a tiempo parcial. Las mujeres y los niños se tienen ya muy poco en cuenta, y existen muchas probabilidades de que pasen desapercibidos en el nuevo régimen.

En lo que se refiere a las condiciones derivadas de futuros acuerdos comerciales, tales como el cumplimiento de los derechos de la UE en el lugar de trabajo, los derechos básicos de la mujer también se ven afectados.

Derechos relativos a la discriminación por maternidad, a una compensación en caso de discriminación, a la seguridad de las madres lactantes, a los permisos remunerados para las visitas médicas prenatales, y a la igualdad de trato para los trabajadores a tiempo parcial, están garantizados en la legislación de la UE. La naturaleza del proceso de salida, los compromisos realizados, y los procedimientos para hacer que se apliquen los derechos, tendrán un impacto de género.

Contar con mujeres en la mesa de negociación es importante no sólo para asegurarse de que se tengan en cuenta las preocupaciones específicas de las mujeres. Las mujeres mejoran la toma de decisiones. La Red Europea sobre Igualdad de Género aduce que la presencia de mujeres “en número superior a un porcentaje simbólico, mejora la toma de decisiones; incrementa el valor accionarial; y reduce la toma de riesgo”. La Comisión Europea también encontró que las mujeres son muy buenas a la hora de hacer negocios, revelando que las compañías con más mujeres en sus consejos de administración obtenían un 53% más de rendimiento de su capital.

En cuanto al tema específico de las técnicas de negociación, la evidencia demuestra que las mujeres tienen tanto éxito como los hombres.

Muy a menudo, la gente recurre al mito de la meritocracia para justificar el desequilibrio de género en sus equipos. Apuntan a la experiencia, el conocimiento o las cualificaciones, cuestiones todas ellas definidas para reproducir el poder y los privilegios existentes. Es lo que se ha dado en denominarse “magia social del mérito”. Se trata de una ilusión, donde los términos para medir el mérito son establecidos por la persona a cargo, por lo que equivalen a ‘como nosotros’.

Si lo que se busca es conocimiento y comprensión, podríamos empezar por la cúpula del equipo del Brexit. Después de todo, Davis fue criticado por no haber entendido ni siquiera los elementos más básicos de la legislación de la UE, cuando sugirió comerciar directamente con Alemania y Polonia.

Y puesto que el Reino Unido no ha tenido que encabezar ninguna negociación comercial desde hace más de 40 años, no hay nadie que sea realmente experto en el arte del Brexit. Por lo que podría ser un elemento ecualizador. No obstante, una mujer representa a la nación en este momento crucial de su historia.

En 1970 el Reino Unido envió una delegación compuesta exclusivamente por hombres para negociar la adhesión del Reino Unido a Europa. Así que al menos la adición de una mujer podría considerarse un progreso. A este ritmo, podría esperarse que las mujeres estén adecuadamente representadas en los paneles internacionales de negociación para dentro de 188 años.

El artículo original (en inglés) fue publicado inicialmente en the Conversation.