Resolver el enigma de la energía

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Vivimos tiempos cruciales.

Por un lado, estamos consumiendo más energía que nunca para impulsar el crecimiento y el desarrollo.

Por otro, nuestra dependencia del carbón, petróleo y gas, las fuentes de energía actualmente predominantes, es lo que genera el aumento de la contaminación del aire, el deterioro de la salud pública, el agotamiento de los recursos forestales y de agua dulce y los escenarios de pesadilla que deja entrever el cambio climático.

La única manera de resolver este nudo gordiano es cambiar fundamentalmente nuestro enfoque de la energía.

Para tener en cuenta los límites de la humanidad, de los ecosistemas y, de hecho, del planeta, el mundo necesita encaminarse para mediados del siglo hacia una economía totalmente basada en las energías renovables; una economía que demuestre una gran eficiencia y conservación energéticas a fin de proporcionar energía limpia y sostenible para todos.

En su histórico informe World Energy Outlook 2012, la Agencia Internacional de la Energía calculó que para limitar el cambio climático por debajo de los 2°C, era preciso que más de dos tercios de las reservas probadas de combustibles fósiles permanezcan en el suelo.

Las emisiones mundiales deben alcanzar su máximo exponente en 2015, para luego reducirse, con el fin de tener una probabilidad del 50 por ciento de mantener al mundo por debajo de un aumento medio de la temperatura global de 2°C.

Muy a menudo, en el debate sobre la energía se pasa por alto el importante costo que conllevan los combustibles fósiles, incluido el impacto sobre la salud humana y los medios de vida.

En el futuro, es importante tener en cuenta todos los costos externos que implican el uso y la producción de energía.

Hoy día, los gobiernos de todo el mundo subvencionan los combustibles fósiles por un importe que casi alcanza los 1,9 billones de dólares estadounidenses al año, según cifras del Fondo Monetario Internacional, lo que equivale al 10 por ciento del presupuesto de todos los países: un costo social enorme, en términos de hospitales no construidos, de educación no financiada, de infraestructura aplazada.

En el futuro, los costos reales de los combustibles fósiles aumentarán sustancialmente los precios de energía.


Impacto sobre la salud

La Organización Mundial de la Salud estima que cada año mueren prematuramente por lo menos dos millones de personas debido a la contaminación del aire causada por los combustibles fósiles.

Un reciente estudio encontró que los ciudadanos del norte de China, donde el 40 por ciento de la población vive en las proximidades de la mayoría de las centrales eléctricas de carbón del país, viven 5,5 años menos que sus compatriotas del sur debido a la mortalidad cardiorrespiratoria.

Otra evaluación mostró que el costo de las centrales eléctricas de carbón en el ámbito de la salud añade una carga financiera de hasta 42,8 mil millones de euros al año a la población europea.

La primera estimación realizada sobre la muerte y las enfermedades causadas por las centrales eléctricas de carbón en India calculó que en 2011 y 2012 fallecieron entre 85.000 y 115.000 personas a causa de problemas relacionados con el carbón, con una estimación del costo acumulado para la población y el Gobierno de 3,3 a 4,6 mil millones de dólares estadounidenses.

A pesar del impacto sobre el cambio climático y la salud, los poderosos intereses del carbón generalmente han combatido todo esfuerzo para limpiar el carbón con predicciones que aseguran la escasez de energía, el colapso del empleo y el desastre económico.

Sin embargo, el despliegue a gran escala de las tecnologías eólicas y solares está demostrando que aumenta el número de puestos de trabajo, tanto en la fabricación como en su funcionamiento y mantenimiento.

Empleos verdes

Las 20 empresas más grandes de petróleo y gas, proveedoras de la mayor parte del suministro mundial de combustibles fósiles, proporcionan alrededor de 2,1 millones de puestos de trabajo en todo el mundo; esta cifra representa solamente una tercera parte del empleo generado por la energía renovable, principalmente en las diversas tecnologías solares y eólicas.

La realidad es que las industrias de combustibles fósiles van a resentirse, lo que reducirá el número de empleos en estas industrias.

Al mismo tiempo, se incrementarán los puestos de trabajo en el sector de las energías renovables, a la vez que se crearán otros puestos de trabajo “verdes”.

Este será un proceso de transición, no un cambio instantáneo.

Debemos actuar rápidamente para preparar las nuevas cualificaciones que van a necesitarse para garantizar que los nuevos puestos de trabajo sean decentes.

Estos son los elementos que conforman una transición justa.

El mundo cuenta con abundantes recursos energéticos renovables.

Los recursos de energía solar, eólica, geotérmica, oceánica y de biomasa pueden suministrar técnicamente 100 veces el consumo actual de energía a escala mundial.

 

Ejemplos positivos

Los focos de excelencia que amplían la producción de energía renovable están mostrando el rumbo a seguir.

Por ejemplo, en Alemania, la tercera mayor economía de la OCDE, casi el 30 por ciento de la electricidad proviene de fuentes renovables, principalmente energía solar y eólica.

Los Estados insulares como Filipinas se han comprometido a incrementar la generación basada en energías renovables en un 40 por ciento para 2020.

China ha invertido fuertemente en la industria de la energía renovable: el equivalente a una cuarta parte del total de las inversiones mundiales en 2011.

Sudáfrica, dependiente del carbón, fue el campeón mundial de 2012: invirtiendo cerca del uno por ciento de su PIB en energía solar, eólica y otras energías renovables.

La necesidad urgente de cambiar los sistemas energéticos mundiales es indiscutible.

Pero si no ejercemos presión en este sentido, no va a hacerse lo suficientemente rápido.

Las organizaciones de la sociedad civil están trabajando en este frente y la WWF se une a este esfuerzo con el lanzamiento de una campaña mundial en favor de un cambio decisivo en la financiación de la energía, pidiendo a las principales instituciones financieras y a los gobiernos dar un giro importante de los combustibles fósiles a la energía renovable.

Con el lema, Seize Your Power, la campaña se puso en marcha el mes pasado e intenta conseguir el apoyo de la opinión pública y el espacio político necesarios para que la energía renovable se convierta en la nueva norma.

WWF plantea a los inversores el reto de comprometerse en los próximos 12 meses a invertir otros 40 mil millones de dólares en la energía renovable para el año 2017 y dejar de invertir en los combustibles fósiles, especialmente el carbón.

Los sindicatos han de desempeñar un papel decisivo en el cambio económico, social y político que haga posible la transformación energética hacia un futuro sostenible para las personas y el planeta.

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