"Ahora sí que se ha descubierto el pastel sobre Swazilandia"

Mientras Swazilandia se prepara para acudir a las urnas el 20 de septiembre, la reciente expulsión del país del Panel de la Encuesta Mundial ha dejado al descubierto el verdadero carácter del Gobierno swazi, que tan buena imagen internacional quiere dar pero que sigue despreciando los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas.

Aunque el Rey Mswati III de Swazilandia describe su país como una “democracia monárquica”, la represión por parte del Estado es un hecho real en esta pequeña nación del África meridional con una población de 1,2 millones de habitantes.

Y donde mejor puede apreciarse esta opresión es en la manera que tiene el Estado de tratar a los trabajadores.

Los trabajadores swazis que protestan por sus condiciones laborales suelen verse sometidos al acoso y la violencia policial, y tienen terminantemente prohibido hablar de sus problemas en las emisoras de radio y televisión controladas por el Estado.

El Panel de la Encuesta Mundial, organizado por la Confederación Sindical Internacional (CSI), el Trade Union Congress of Swaziland (TUCOSWA) y el Congress of South African Trade Unions (COSATU), era un intento para ayudar a que eso cambiara.

Como parte de una Semana de Acción Mundial, cuyo objetivo era sensibilizar sobre la situación que existe en Swazilandia, “los resultados obtenidos por el panel habrían servido para entablar un diálogo entre las diversas partes interesadas acerca de los derechos de los trabajadores en Swazilandia”, ha dicho a Equal Times la Secretaria General de la CSI, Sharan Burrow.

Las acciones de protesta que se habían programado, también como parte de la Semana de Acción Mundial, fueron igualmente anuladas después de que el Secretario General del TUCOSWA, Vincent Ncongwane, fuera puesto bajo arresto domiciliario.

En junio, el Gobierno de Swazilandia fue efectivamente capaz de convencer a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de que estaba respetando los derechos de los trabajadores, a raíz de lo cual se decidió eliminar el nombre del país del “párrafo especial”. Pero en realidad no se ha producido ningún cambio en cuanto a los abusos que sufren los trabajadores.

Esto se hizo patente el pasado 6 de septiembre, cuando las fuerzas de seguridad asaltaron el edificio del Panel de la Encuesta en Manzini, capital comercial de Swazilandia, poniendo así fin a una reunión que no había ni siquiera comenzado.

El Panel estaba formado por el antiguo Secretario General fundador del COSATU, Jay Naidoo, el abogado zimbabwense de derechos humanos Alec Muchadehama, y el obispo de la Iglesia Metodista sudafricana Paul Verryn.

También se encontraba en el panel el director del Centro de Investigación y Educación Laboral de Swazilandia, Nomthetho Simelane.

Naidoo, que además es ex ministro del gabinete sudafricano, se encontraba presidiendo el debate del panel cuando la policía interrumpió la reunión. Acababa justo de concluir su discurso dirigido a los trabajadores y se disponía a escuchar sus declaraciones.

El día antes del panel, la policía sometió a Naidoo a un breve interrogatorio sobre la naturaleza de su misión en Swazilandia.

 

 

Un panorama color de rosa

El acoso y la injerencia en las actividades de los trabajadores en Swazilandia han dejado de ser la excepción y se han convertido en la norma, y el Gobierno ha venido intensificando sus ataques desde la creación del TUCOSWA el año pasado.

Muchos trabajadores pensaban que aparte de las personas pertenecientes al movimiento sindical, la comunidad internacional no era consciente de la grave situación en la que se encuentran los trabajadores – pero el 6 de septiembre lo ha cambiado todo.

“Al menos ahora se ha descubierto el pastel”, dice Nicholas Nkomondze, un trabajador que estuvo presente en el Panel.

“El Gobierno se ha puesto en evidencia ante la OIT porque ha demostrado al mundo entero su falta de respeto por los derechos de los trabajadores, a pesar de que, de cara la comunidad internacional, siempre había pintado la situación de rosa.”

No obstante, el incidente ha supuesto una enorme decepción para otros trabajadores, porque lo consideran como la prueba de que el Gobierno nunca les permitirá ejercer sus derechos consagrados en la Constitución.

“Había tantas cuestiones que los trabajadores querían discutir, pero el Gobierno no nos da la oportunidad de siquiera reunirnos, cuanto menos de hablar entre nosotros”, se queja Mduduzi Maziya.

A pesar de la interrupción del Panel, algunos trabajadores pudieron compartir sus relatos.

Según un informe de la CSI que será presentado ante la OIT, los trabajadores de Swaziland Beverages – un subcontratista de Coca Cola – declararon que ganaban aproximadamente 0,5 USD por hora, lo que no les permite cubrir sus necesidades básicas.

Un trabajador dijo que llevaba 12 años con un contrato temporal y que le podían despedir con una notificación de apenas 24 horas.

Los trabajadores y trabajadoras de una fábrica textil taiwanesa proveedora de Walmart, situada en el polígono industrial de Matsapha, afirmaron que los objetivos de producción inviables que se marcan conducen a menudo a graves violaciones de los derechos.

Los trabajadores tienen que planchar 80 pantalones por hora pero deben llegar a la fábrica temprano y suelen tener que trabajar durante el periodo del almuerzo para lograr cumplir sus objetivos.

También mencionaron que los salarios son tan bajos que ni siquiera pueden abrir una cuenta bancaria y se ven obligados a recurrir a prestamistas para pagar necesidades básicas como la sanidad y el transporte.

 

 

“Como un apartheid”

En los comentarios sobre su experiencia en Swazilandia recogidos en una declaración realizada a su regreso a Sudáfrica, Naidoo dijo que ahora que la comunidad internacional es consciente de lo que está sucediendo en Swazilandia, no se debe olvidar la grave situación en la que se encuentran sus ciudadanos.

“Los acontecimientos ocurridos la semana pasada en Swazilandia me recordaron los viejos tiempos, bajo el régimen del apartheid.

Barricadas, enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, prohibición de reuniones, supresión de la voz y los derechos de los trabajadores...”, comenta Naidoo.

Gobernado por el Rey Mswati III, el último monarca absoluto que queda en África, los partidos políticos del país no podrán presentarse a las elecciones del 20 de septiembre a pesar de que la Constitución garantiza las libertades de asociación y de expresión,

Los sindicatos se han mantenido como la voz alternativa a la hora de presionar por el triunfo de la democracia en Swazilandia, aunque el Gobierno haya intensificado recientemente el control que ejerce sobre los trabajadores.

En un esfuerzo por neutralizar a los trabajadores, el Gobierno anuló el registro del TUCOSWA hace aproximadamente tres meses, después de que se registrara el organismo matriz de los sindicatos en abril de 2012, argumentando que no existe ninguna legislación que rija el registro de federaciones en el país.

TUCOSWA, que representa a unos 50.000 trabajadores, llevó el caso a los tribunales, pero los jueces defendieron el punto de vista del Gobierno.

No obstante, el tribunal decretó que, al igual que otras federaciones, el TUCOSWA tiene el derecho constitucional a existir.

El tribunal también ordenó que las partes elaboraran un modus operandi mientras el Gobierno se dedica a enmendar la ley para que se permita el registro de federaciones.

En mayo, un mes antes de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) en Ginebra, Suiza, el Gobierno swazi hizo pública una notificación general explicando que trabajaría con el TUCOSWA y las federaciones de empleadores, a la espera de la enmienda de la Ley de Relaciones Laborales de 2000, que permitiría su registro.

Una parte de la notificación dice textualmente: “...los principios deberán permitir a los interlocutores sociales trabajar juntos a fin de promover unas relaciones laborales armoniosas y garantizar un entorno favorable a la inversión y al desarrollo socioeconómico del país a través del trabajo decente y el reconocimiento de los principios y derechos fundamentales en el trabajo.”

Armado con esta notificación, el Gobierno fue a Ginebra con el TUCOSWA, pero después de que el nombre del país se borrara del “párrafo especial”, el Gobierno empezó a renegar de sus promesas.

 

El TUCOSWA “tuvo un comportamiento incorrecto”

“El TUCOSWA no está reconocido en términos de la legislación de este país, por lo que su comportamiento al invitar al Panel de la Encuesta Mundial ha sido incorrecto”, declaró a Equal Times el Ministro de Trabajo y Seguridad Social de Swazilandia, Lutfo Dlamini, a modo de explicación por la dura respuesta policial.

Alegó asimismo que el panel se introdujo furtivamente en el país, sin notificar al Gobierno, a pesar de que el protocolo exige que todo organismo internacional que acceda a un país deberá notificar a su respectivo Gobierno.

Dijo que el hecho de que uno de los integrantes del panel fuera un ex ministro del Gobierno sudafricano (Naidoo) significaba que el Gobierno tenía que proporcionarle protección porque “si le llega a suceder algo entonces nosotros tendremos que responder”.

“En cualquier caso, el panel habría elaborado un informe parcial porque sólo iba a exponer la versión de los trabajadores, sin tener en cuenta la del Gobierno ni la de los empleadores”, agregó Dlamini.

Afirma que, al igual que la OIT, la CSI también era consciente del acuerdo tripartito que existe entre el Gobierno, los empleadores y los trabajadores.

El Comisario de policía Isaac Magagula sostiene además que al ser parte de la Semana de Acción Mundial, el panel sólo estaba allí para trastocar el proceso electoral en curso en el país.

El Secretario General del TUCOSWA, Vincent Ncongwane, admitió que el panel era parte de la Semana de Acción Mundial pero negó que estuviera tratando de perturbar las elecciones.

“Es raro que el Gobierno nos acuse de esto pero que nadie haya sido detenido”, dice Ncongwane.

En cuanto a la acusación de ruptura del protocolo, Ncongwane mostró a Equal Times la correspondencia mantenida entre el TUCOSWA y el Gobierno, probando que la federación había informado a éste de la visita del panel al país.

Sin embargo, el Comisario de Trabajo Khabo Dlamini (ninguna relación) objetó la celebración del evento durante un día festivo que marcaba los 45 años de independencia swazi del dominio británico.

El TUCOSWA no estaba dispuesto a ceder ya que, de todos modos, la mayoría de las empresas (sobre todo las paraestatales) se niegan a permitir a sus trabajadores/as participar en los eventos que organiza dicho sindicato durante horas de trabajo porque la organización es “ilegal”.

Tocado pero no hundido, Ncongwane dijo que el TUCOSWA seguirá reclamando los derechos de los trabajadores en Swazilandia.

Y Burrow sigue brindando el apoyo de la CSI al TUCOSWA en la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras.