Un año después, las protestas regresan a Siliana (Túnez)

 

La crisis política en Túnez es patente, pues Ennahda (el partido islámico tunecino) sigue aferrándose al poder. Las protestas siguen siendo generalizadas en todo el país antes del tercer aniversario de la revolución del 14 de enero.

 

Una de las más destacadas de las últimas semanas tuvo lugar el 27 de noviembre de 2013: alrededor de 5.000 personas se manifestaron frente a las oficinas locales de la central sindical nacional tunecina, l’Union générale des travailleurs tunisiens (UGTT), en la ciudad de Siliana, situada al norte del país.

Las poblaciones vecinas de Gafsa y Gabes se unieron a Siliana en una huelga general.

Furiosos por las políticas y acciones del gobierno de Ennahda, los manifestantes de Siliana también conmemoraban uno de los peores casos de violencia policial que se han dado en Túnez desde la revolución de enero de 2011.

El famoso lema de la revolución de 2011 (‘degage!’ o ‘¡lárgate!’) se volvió a escuchar en las calles, pero en esta ocasión iba dirigido al partido Ennahda, que ganó las elecciones y asumió el poder en octubre de 2011.

En noviembre de 2012, los manifestantes exigían la dimisión de Ahmed Ezzine Majjoubi (el gobernador de Ennahda) por no haber conseguido fomentar el desarrollo económico de la región.

Sin ningún tipo de advertencia, la policía abrió fuego, provocando lesiones a unos 250 manifestantes, 19 de lo cuales sufrieron graves lesiones oculares.

Un año más tarde, todavía no se ha llevado a cabo ninguna investigación oficial.

El actual primer ministro, Alí Laarayedh, era el ministro del Interior en aquella época y se le acusa de haber ordenado a la policía que disparase contra los manifestantes.

En numerosas ocasiones se ha solicitado una investigación de los hechos, pero debido al actual clima político parece poco probable que se lleve a cabo.

 

Indignación generalizada

El derrocamiento del dictador Zine El Abidine Ben Ali en enero de 2011 no fue suficiente para invertir las décadas de subdesarrollo en la zona central del país, donde todavía sufren unas altas tasas de desempleo.

Siliana se encuentra a menos de 150 kilómetros de la localidad de Sidi Bouzid, donde un vendedor de verduras llamado Mohamed Bouazizi se prendió fuego en señal de protesta en diciembre de 2010, lo cual desencadenó la revolución en Túnez y “la primavera árabe” en toda la región.

La indignación generalizada por la corrupción, el aumento del coste de la vida y el desempleo endémico fue la chispa que desató las protestas hace tres años.

Sin embargo, desde que Ennahda asumió el poder no ha conseguido responder con eficacia a estas cuestiones.

La protesta más reciente en Siliana es solo una de las numerosas manifestaciones y huelgas antigubernamentales que se han llevado a cabo en todo el país en los últimos meses.

 

Incumplimiento del acuerdo

En octubre de 2011, el partido Ennahda ganó las elecciones post-revolucionarias y formó gobierno con dos partidos menores.

Según se había acordado, el partido ganador solo ostentaría el poder durante un año para permitir que la Asamblea Nacional Tunecina aprobara una nueva constitución y organizara unas nuevas elecciones.

Dos años después, el partido Ennahda sigue aferrado al poder y la constitución aún no se ha terminado.

Asimismo, el partido ha sido ampliamente criticado por no haber resuelto los problemas económicos de Túnez ni haber puesto fin a la violencia política.

A principios de este año, Chokri Belaid y Mohamed Brahmi (dos líderes de la coalición de izquierdas Front Populaire) fueron asesinados, lo cual provocó una crisis política contra la que los diputados organizaron una sentada en el exterior de la Asamblea Nacional.

En octubre, cuatro organizaciones civiles (la UGTT, la asociación de empleadores UTICA, la Liga Tunecina por los Derechos Humanos y la asociación de abogados tunecinos) llegaron a un acuerdo con Ennahda sobre una ‘hoja de ruta’, en virtud de la cual el partido renunciaría al poder para permitir el relevo a través de un gobierno tecnócrata provisional.

Sin embargo, la crisis política sigue viva, pues el ‘diálogo nacional’ sobre la elección de un nuevo primer ministro parece estar en punto muerto.