Trabajadores filipinos deportados como resultado de la ‘saudización’

 

Puede que la política del gobierno saudí de las nitaqat o ‘saudización’ haya creado puestos de trabajo para los ciudadanos saudíes, pero su aplicación sigue provocando un profundo sufrimiento a los trabajadores y trabajadoras extranjeros indocumentados.

 

Hasta hace poco se calculaba que en Arabia Saudí había unos nueve millones de trabajadores/as extranjeros, pero al parecer para finales de este año dos millones de ellos habrán sido deportados.

Aunque se cree que los trabajadores yemeníes, indios y especialmente etíopes han sido los más afectados por las deportaciones masivas, numerosos trabajadores y trabajadoras filipinos también se han visto afectados por las detenciones arbitrarias, la reclusión forzosa y la subsiguiente deportación.

El ministerio de Trabajo de Arabia Saudí adoptó la política de ‘saudización’ en agosto de 2011, en el punto álgido de la Primavera Árabe, para intentar evitar que los disturbios se extendieran por el país.

Asimismo, tenía como objetivo abordar el creciente desempleo, que por entonces ya afectaba al 12,5% de la población.

Por tanto, esta política exige a las empresas privadas que en sus plantillas aumenten la proporción de saudíes con respecto a los extranjeros.

Sin embargo, no aborda el tema del sistema de la kafala o patrocinio, responsable de gran parte de los abusos que sufren los trabajadores extranjeros en todo Oriente Medio.

 

Una economía que depende de los migrantes

Aproximadamente el 10% de los 97,6 millones de habitantes de Filipinas viven y trabajan en el extranjero.

El país cuenta con una de las mayores proporciones mundiales de trabajadores en el extranjero.

Después de Estados Unidos, el reino rico en petróleo de Arabia Saudí alberga el mayor número de trabajadores/as filipinos en el extranjero, con un total de 1,5 millones de migrantes filipinos.

El primer éxodo filipino de profesionales y trabajadores altamente cualificados (como ingenieros, arquitectos, enfermeras y médicos) comenzó en 1973, hacia el inicio de la crisis del petróleo.

Estos trabajadores contribuyeron notablemente al crecimiento sin precedentes de la economía saudí.

Asimismo, las remesas de esta primera generación de trabajadores filipinos en el extranjero ayudaron a escolarizar a sus hijos y mejoraron la vida de numerosas familias.

Hoy en día, muchos migrantes filipinos trabajan en el sector sanitario y como trabajadores/as del hogar.

Sin embargo, los trabajadores y trabajadoras procedentes de países en vías de desarrollo cuentan con pocos derechos en Arabia Saudí y a menudo se enfrentan a terribles maltratos físicos y psicológicos a manos de sus empleadores, quienes a veces llegan incluso a provocarles la muerte.

Aunque en numerosas ocasiones el gobierno saudí ha prometido resolver esta cuestión, las violaciones generalizadas de los derechos humanos siguen constituyendo un enorme problema para los trabajadores migrantes.

En un reciente informe, Amnistía Internacional destacó que la campaña contra los trabajadores extranjeros indocumentados ha empeorado aún más la situación.

“Uno de los grupos más vulnerables del país no está protegido por la legislación laboral y es vulnerable frente a la explotación y el maltrato de los empleadores privados y gubernamentales”, denuncia dicho informe.

Hasta la fecha, más de 5.000 trabajadores filipinos han sido repatriados desde Arabia Saudí en virtud de las leyes de las nitaqat.

Tan solo en noviembre de 2013, alrededor de 600 trabajadores filipinos fueron expulsados del reino saudí tras pasar varias noches horribles en prisión. Muchos de ellos eran trabajadoras del hogar, especialmente vulnerables ante el maltrato físico y psicológico extremos a manos de sus empleadores.

Entre ellas estaba Linda [nombre falso], de 46 años. “Nos encerraron en una cárcel abarrotada de gente de diferentes nacionalidades”, explicó a Equal Times en una entrevista en la ciudad de Santa Rosa (provincia de Laguna), al sur de Manila.

Linda nos contó que había escapado de su empleador (el dueño de una tienda de productos electrónicos) tras haber sufrido maltratos verbales y a veces incluso físicos.

“Me vi obligada a escapar cuando el empleador me intentó violar mientras su esposa e hijos estaban fuera”, explicó.

Entonces, consiguió varios empleos a tiempo parcial como trabajadora del hogar hasta que el pasado agosto unos inspectores itinerantes la detuvieron en un mercado, pues no pudo presentarles un documento que demostrara que tenía un empleador / patrocinador.

 

Trámites burocráticos

En un principio, las autoridades diplomáticas y laborales de Filipinas calcularon que la política de la ‘saudización’ podía afectar a unos 20.000 trabajadores y trabajadoras filipinos indocumentados en Arabia Saudí.

Sin embargo, la secretaria del Departamento Filipino de Trabajo y Empleo, Rosalinda Baldoz, aseguró en una declaración que casi 200.000 trabajadores/as filipinos habían rectificado sus visados de trabajo en Arabia Saudí para evitar ser detenidos y deportados forzosamente.

Alrededor de 1.000 de ellos, principalmente mujeres y niños, están viviendo en tiendas de campaña en el exterior del consulado de Filipinas en Yeda.

Otros se encuentran en refugios gestionados por organizaciones cívicas. Sus casos aún no se han juzgado.

El gobierno de Filipinas ha pedido en repetidas ocasiones al gobierno saudí que otorgue un período de gracia a los trabajadores extranjeros ilegales para que puedan legalizar su situación, aseguró a Equal Times Raul Hernandez, el portavoz del Departamento Filipino de Asuntos Exteriores (DFA).

En última instancia, el ministerio de Trabajo de Arabia Saudí aceptó fijar el plazo para encontrar un patrocinador o empleador legal hasta el 4 de marzo de 2014.

El pasado noviembre, el mismo ministerio amplió el ámbito de la ley de las nitaqat, en esta ocasión para castigar a los extranjeros que tengan más de un empleo.

La agente filipina de selección de personal Loreto Soriano denunció que el 1 de enero de 2014 uno de sus parientes fue detenido y deportado.

“Estaba empleado en el ministerio de Defensa, pero tenía un trabajo aparte en un mercado de verduras”, aseguró Soriano a Equal Times en un correo electrónico.

Soriano explicó que trabajar para otro empleador que no sea tu patrocinador constituye una “violación del permiso de residencia”, castigada con penas de prisión y deportación.

La nueva ley saudí tiene como objetivo procesar a las personas que empleen, transporten o ayuden a trabajadores/as migrantes indocumentados, así como a los agentes de selección de personal que no denuncien a los trabajadores que se hayan excedido en el tiempo del visado.

Incluso exige a las empresas privadas en Arabia Saudí que denuncien ante las autoridades a los trabajadores migrantes indocumentados que soliciten un trabajo en sus empresas. De no hacerlo, correrán el riesgo de enfrentarse a un juicio.

En una entrevista con Equal Times, la señora Baldoz, secretaria del Departamento Filipino de Trabajo y Empleo, admitió que, a pesar de las dificultades que supone vivir en el extranjero como trabajador indocumentado, para numerosos filipinos “volver a casa no constituye una alternativa”, pues creen que en su país no hay suficientes trabajos bien pagados.

Muchos trabajadores/as filipinos desplazados se limitan a mudarse a zonas más seguras en países árabes cercanos, esperando a que disminuya la tensión para regresar más tarde a sus puestos de trabajo originales.

Baldoz instó a los trabajadores/as indocumentados que quedan en Arabia Saudí a que rectifiquen su situación migratoria o “vuelvan a casa”.

 

Volver a casa no constituye una alternativa

El Blas F. Ople Policy Center (una organización sin ánimo de lucro especializada en asuntos laborales y migratorios) afirma que el gobierno debería trabajar en un programa de reinserción más práctico y coherente para los trabajadores filipinos desplazados en Arabia Saudí o en otros países como Kuwait y Singapur.

“Unas opciones de reinserción más claras y prácticas servirían para animar a los que están violando las políticas de inmigración en el extranjero a regresar a casa y empezar de nuevo en su patria”, apuntó el Ople Center en una declaración.

El gobierno filipino aduce que hay suficientes puestos de trabajo en el país y que no hay necesidad de arriesgarse a viajar al extranjero sin los documentos de trabajo apropiados.

Sin embargo, a pesar de su terrible experiencia en Arabia Saudí, Linda asegura que todavía está buscando un trabajo en el extranjero para poder seguir enviando a sus hijos a la escuela.

“No gano nada quedándome aquí y viendo cómo mis hijos pasan hambre”, concluyó Linda. “Volveré a arriesgarme a trabajar en el extranjero, pero espero que esta vez sea de manera legal”.