Por qué la votación suiza sobre la inmigración es un retroceso enorme

El 9 de febrero de 2014 una ajustada mayoría de votantes suizos se pronunciaron a favor de la iniciativa del Partido Popular Suizo (SVP) de reintroducir las cuotas de entrada para los inmigrantes procedentes de la Unión Europea.

Esta decisión supone un enorme revés para los migrantes que llegan a Suiza, así como para los sindicatos y para el conjunto de las fuerzas progresistas. Inevitablemente, conduce además a Suiza a un callejón sin salida.

Suiza ha sido un país de inmigración desde principios del siglo XX. Ya en los años 1970 los ciudadanos y ciudadanas con pasaporte extranjero representaban más del 20% de la población del país.

Por aquel entonces, la inmigración estaba gobernada por un sistema de cuotas de entrada y de estatus especiales conforme a los cuales los migrantes quedaban completamente desprovistos de derechos: los trabajadores estacionales sólo tenían derecho a unos permisos de residencia de duración determinada que además eran únicamente válidos para un empleador específico.

Por otra parte, las familias de los migrantes no tenían derecho a la reagrupación familiar bajo ningún concepto.

No obstante, a finales de la década de 1980, el estatuto que regula a los trabajadores estacionales fue objeto de crecientes presiones por parte de los sindicatos suizos, que habían logrado organizar a un número considerable de trabajadores migrantes.

En 1992, el 50,3% de los votantes suizos se pronunciaron en contra del acceso de Suiza al Espacio Económico Europeo (EEE).

Una de las principales razones subyacentes fue el deseo de los partidos conservadores de la derecha nacional de guardar las distancias de la Comunidad Europea.

Y mientras los sindicatos apoyaban el EEE, los obreros y los trabajadores de oficina también temían que la libre circulación de los trabajadores socavara las normas del trabajo y los sueldos suizos.

El Gobierno respondió entablando negociaciones sobre una serie de acuerdos bilaterales con la UE. A continuación indicó estar dispuesto a negociar con los sindicatos un conjunto de medidas complementarias sobre la libre circulación de las personas con el fin de proteger los salarios y las condiciones laborales.

Esto dio lugar, entre otras cosas, a una Directiva sobre el desplazamiento de trabajadores, que obligaba a las empresas extranjeras proveedoras de servicios en Suiza a respetar al menos los niveles salariales y las condiciones laborales mínimas suizas, la prórroga legal de los convenios colectivos, un salario mínimo legal para las trabajadoras y trabajadores del hogar, el establecimiento de comités tripartitos para supervisar la evolución del mercado de trabajo, la responsabilidad legal de los contratistas principales de que todos sus subcontratistas respeten la normativa suiza del mercado laboral, y la publicación de una lista de empleadores que vulneren estas obligaciones.

En 2000, el 67,2% de la población votó a favor del paquete de acuerdos bilaterales con la UE, acompañado de una serie de medidas complementarias, que siguen siendo aplicables.

Durante los años siguientes se aplicaron las medidas complementarias, pero tanto los empleadores extranjeros como los empleadores suizos se aprovecharon repetidamente de las lagunas de la legislación.

Los sindicatos lograron en varias ocasiones cerrar varias lagunas en las negociaciones mantenidas con el Gobierno y las asociaciones patronales, antes de la ampliación de los acuerdos bilaterales a los nuevos Estados Miembros de la UE.

En el referéndum de 2005 sobre la ampliación de la libre circulación de las personas a los nuevos Estados Miembros de la UE (la ampliación al Este), el 56% de los votantes se pronunció a favor del “sí”, en contra de la postura del SVP.

En el referéndum de 2009 sobre la ampliación de la libre circulación a Bulgaria y Rumanía, esa cifra pasó a ser del 59,6%.

 

Referéndum de febrero

En 2011, el derechista partido SVP, hostil a los extranjeros, decidió lanzar una nueva iniciativa popular oponiéndose básicamente a la libre circulación de las personas, y por tanto a la inmigración.

La iniciativa rechazaba manifiestamente las medidas complementarias que, en opinión del SVP, fortalecen a los sindicatos.

Los acuerdos bilaterales con la UE no fueron atacados directamente – el SVP alegó que la libre circulación de las personas podía ser cuestionada sin poner por ello en peligro los acuerdos bilaterales, y que se trataba solamente de una cuestión de negociar eficazmente con la UE.

A pesar de las advertencias por parte de los sindicatos, los empleadores y las autoridades se opusieron a la introducción de nuevos ajustes a las medidas complementarias, aunque se necesitaban con carácter de urgencia.

Los sindicatos, así como el Partido Socialdemócrata y el Partido Verde, se manifestaron enérgicamente contra la iniciativa del SVP: porque constituía un atropello para los derechos de los migrantes; porque socavaba las medidas para proteger los salarios y las condiciones de empleo; y porque ponía básicamente en duda los acuerdos bilaterales establecidos con la UE.

En consonancia con esto, la Federación Suiza de Sindicatos (SGB) y el sindicato inter-profesional de Suiza, Unia, llevaron a cabo estos últimos meses una campaña contra la iniciativa de SVP – lamentablemente en vano.

¿Entonces por qué una exigua mayoría de votantes (50,3% – exactamente igual que en 1992) se decantó por el “sí” a la iniciativa del SVP, a diferencia de los referendos anteriores sobre la ampliación a Europa del Este?

Desde 2010 el mercado de empleo suizo ha gozado de un fuerte crecimiento: en un plazo de apenas cuatro años ha crecido en aproximadamente un 2% por año. Tres cuartas partes de este crecimiento se debe a la contratación de trabajadores y trabajadoras extranjeros, lo que ha desatado un debate contrario al crecimiento.

Con la nueva oleada de inmigrantes la proporción de extranjeros entre la población residente aumentó a un 23%, y eso demostró ser terreno fértil para los debates anti-extranjeros que estallaron repetidamente en Suiza.

Desde 2002 se han estado contratando cada vez más, desde el extranjero, a personas altamente calificadas, lo que explica la tendencia de los grupos de renta media a votar a favor de la iniciativa del SVP.

Si bien el aumento de la inmigración no se ha traducido por lo general en unos salarios más bajos (los sindicatos han podido negociar incrementos de los salarios reales de aproximadamente un 1% por año en los últimos años), los sueldos de los nuevos empleados han sido en cambio objeto de extrema presión en sectores como la informática, el periodismo y los cuidados a domicilio.

Además están aumentando los casos de dúmping salarial absoluto, en particular en el sector de la construcción.

Esa tendencia se ha visto principalmente fomentada no por los inmigrantes que simplemente se han instalado en Suiza para buscar trabajo, sino por los empleadores suizos que tratan de explotar la amplia y barata mano de obra de Europa.

La iniciativa del SVP se aprovecha astutamente de esta situación, provocando sentimientos anti- extranjeros y actitudes conservadoras de cara al crecimiento, reavivando las angustias de la clase media y echándole la culpa de todo a la inmigración, desde la subida de los alquileres hasta el hecho de que los trenes vayan abarrotados.

 

¿Y ahora qué?

El resultado de la votación es una estocada profunda. Las consecuencias serán considerables.

La Constitución suiza dicta ahora que la emigración deberá “restringirse por límites cuantitativos y por cuotas de entrada”.

El partido SVP sugiere que Suiza vuelva a los antiguos límites y cupos a los permisos, válidos únicamente por un tiempo determinado y que no permiten la reagrupación familiar.

Algunos políticos del SVP reclaman abiertamente la reintroducción del estatuto sobre los trabajadores estacionales. Al mismo tiempo, si el SVP se sale con la suya, las medidas complementarias introducidas para controlar las condiciones de empleo y los salarios serán abolidas.

Todo esto es una bofetada en la cara para más de un millón de ciudadanos y ciudadanas de la UE que viven actualmente en Suiza, y abre paso a una discriminación masiva contra todos los que accedan a Suiza en el futuro.

Es un golpe para los sindicatos, que habían disfrutado gradualmente de una mayor influencia en el mercado de empleo por medio de las medidas complementarias.

Y, sobra decirlo, representa también una amenaza para la economía, puesto que la libre circulación de las personas está conectada a otros acuerdos de la UE.

Evidentemente los sindicatos se oponen a todos estos retrocesos.

Vamos a hacer campaña contra todas las leyes discriminatorias en materia de permisos de residencia.

Vamos a utilizar todo nuestro poder para defender los derechos de los migrantes. Las nuevas formas de discriminación requieren nuevas leyes, a las cuales nos vamos a oponer con toda nuestras fuerzas.

Como siempre sucede cuando se regula la inmigración, los salarios y las condiciones de empleo tienen que estar protegidas para respetar el principio de igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor en el mismo lugar. Esta protección debe fortalecerse, no debilitarse.

Vamos por tanto a seguir luchando por estas medidas de protección.

Vamos a oponernos a todos los riesgos que se ciernen sobre los acuerdos bilaterales y a todas las medidas que traten de relegar a Suiza a un aislamiento total.

Los acuerdos bilaterales son la expresión mínima de una exhaustiva serie de acuerdos con Europa, que reflejan nuestra proximidad a nuestros vecinos y nuestros asociados más importantes para el comercio, el conocimiento y la cultura.

Para nosotros está definitivamente claro que la UE no puede permitir que Suiza abandone la libre circulación de las personas y mantenga en cambio todos los demás acuerdos que juegan a nuestro favor.

El referéndum ha creado una situación caótica para la política suiza y la ha llevado en última instancia a un callejón sin salida.

Este no será el último referéndum popular sobre esta cuestión. A pesar de los reveses, los sindicatos suizos seguiremos luchando por los derechos de los trabajadores – con o sin pasaporte suizo – y seguiremos haciendo campaña contra todas las formas de discriminación.

La Federación Suiza de Sindicatos se considera parte del movimiento sindical europeo, comprometido con el progreso social más que con la regresión.

Una importante batalla conjunta en esta guerra es la campaña para implementar el principio de “la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor en el mismo lugar” en toda Europa.

 

La versión original de este artículo se publicó en el sitio web de Global Labour Column.