Nuestro programa de comercio se basa en conjeturas y supuestos sin fundamento

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Australia lleva cinco meses en la presidencia del G20, pero desde el principio ha establecido el comercio como una prioridad del programa.

Según los dirigentes de los países más ricos del mundo, los tratados de comercio, tanto si se negocian en la Organización Mundial del Comercio (OMC) como a través de acuerdos comerciales regionales y bilaterales, permiten al sector privado crear los empleos y el crecimiento que tanto se necesitan.

La apertura del comercio llevaría a una restructuración económica que a la vez llevaría a una reasignación más eficaz de los recursos. Basándose en este supuesto, los economistas han argumentado hasta ahora que las personas que pierdan sus trabajos en sectores no competitivos encontrarán nuevos empleos en los sectores exportadores que florecerán gracias al acceso a nuevos mercados.

La presidencia australiana no es la única que ha presentado este argumento. Presidencias anteriores del G20, así como las partes negociadoras del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y la Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) afirman lo mismo.

Asimismo, en diciembre de 2013, la prensa y los gobiernos de todo el mundo acogieron con satisfacción el Acuerdo de Facilitación del Comercio firmado en la 9a Conferencia de Ministros de la OMC, que supuestamente aumentará nuestra riqueza colectiva en un billón de dólares.

Sin embargo, el supuesto de que la apertura del comercio lleva automáticamente a la creación de empleo a largo plazo ya no se acepta como verdad absoluta.

Investigaciones recientes, como la publicación de la Iniciativa internacional de colaboración en materia de comercio y empleo (ICITE, por sus siglas en inglés) y una publicación conjunta de la Unión Europea (UE)/Organización Internacional del Trabajo (OIT) con el atractivo título de Trade and Employment: From Myths to Facts (Comercio y empleo: de los mitos a los hechos), han demostrado que en realidad la conexión entre el comercio y el crecimiento tiene muchos más matices.

De hecho, “una razón por la que las empresas de sectores en expansión no aumentan su fuerza de trabajo es posiblemente el aumento de la productividad media en estos sectores”, dice la publicación de la UE/OIT.

También concluye que, en algunos casos, las reformas políticas que surgen de los tratados de comercio pueden provocar el colapso de empresas poco competitivas y permitir muy poca expansión a otras empresas.

De hecho, la medida en que el comercio crea empleo depende del nivel de diversificación de la economía, el desarrollo institucional del país y muchos otros factores en el ámbito regional y el nacional.

Por ejemplo, un estudio realizado por John Haltiwanger en la publicación de la OMC/OIT“Making Globalization Socially Sustainable” (Hacer la globalización sostenible) concluye que el nivel de desarrollo de las infraestructuras financieras, de transportes y de comunicaciones, los problemas de sobornos y corrupción y la eficacia de las políticas de competencia influyen en si el comercio crea empleo o no.

La lista de factores no es en absoluto exhaustiva.

Lo que es más importante, la publicación de la UE/OIT también encuentra fallos en la metodología actual de modelización económica utilizada por los economistas para predecir el impacto en el empleo de un acuerdo comercial.

Se ha descubierto, por ejemplo, que las evaluaciones del impacto en la economía y la sostenibilidad exageran los beneficios de abrir el comercio, ya que no toman en consideración la actividad económica informal y basan sus resultados en “supuestos simplificadores firmes” sobre el funcionamiento de los mercados de trabajo (por ejemplo, el supuesto de que la mayoría o toda la fuerza de trabajo está empleada o que los activos productivos están muy diversificados).

En resumen, las evaluaciones del impacto del comercio son poco fiables, se basan en conjeturas y contienen pocos datos científicos.

Por lo tanto, no es sorprendente que aunque se dijo que el Acuerdo de Facilitación del Comercio de la OMC crearía un billón de dólares, The Economist cita otra evaluación que indica que los beneficios serán considerablemente más bajos (68.000 millones de dólares).

Sin embargo, en lugar de invertir tiempo y recursos en arreglar la modelización económica, la presidencia del G20, la secretaría de la OMC, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y varios gobiernos han hecho declaraciones públicas sin fundamento que afirman que los acuerdos comerciales siempre benefician a todos sus ciudadanos y ciudadanas.

No todo es una gran mentira. En determinadas condiciones, el libre comercio desempeña un papel importante en el desarrollo.

 

¿Más riqueza para todos?

Basándose en una evaluación del impacto realizada por el Centro de Investigación de Política Económica (CEPR, por sus siglas en inglés), funcionarios de la UE y los EE.UU. afirman que el TTIP creará una media de 545 euros de riqueza adicional para cada familia europea.

Sin embargo, ocultan deliberadamente partes de la verdad en su discurso: que según la evaluación del impacto, se alcanzará este valor después de 10 años y sólo si el acuerdo consigue aranceles cero y recortes impresionantes de barreras no arancelarias.

Además, esta cifra se basa en otra simplificación obvia: que los beneficios se dividirán de manera igualitaria entre la gente.

Muchas de las nuevas pruebas esclarecedoras y reveladoras surgieron de la ICITE o de la colaboración entre organizaciones internacionales importantes, como la OIT y la OMC.

Sin embargo, como pasa a menudo en las organizaciones internacionales, hay una gran falta de cooperación entre los departamentos de investigación, los responsables de la formulación de políticas y el personal técnico sobre el terreno.

Muchos responsables de la formulación de políticas no han incorporado en sus textos los resultados de las nuevas investigaciones de la ICITE, la UE/OIT y la OMC/OIT. Como consecuencia, las recomendaciones en materia de política siguen sin cambiar.

Una revisión valiente y honesta del papel del comercio en el desarrollo basada en estos estudios ayudaría a los negociadores de la OMC de países desarrollados y en vías de desarrollo a comprender mejor las posturas del otro y posiblemente desbloquear un acuerdo a favor del desarrollo que concluiría la Ronda de Doha y proporcionaría el mandato de la Ronda: el Programa de Doha para el Desarrollo.

La incorporación de estos estudios en la formulación de políticas en materia de comercio daría como resultado mejores tratados de comercio, los que verdaderamente benefician a todos.

Esto también permitiría a los gobiernos diseñar políticas complementarias para ocuparse del coste del ajuste económico.

Sobre todo, haría que el discurso sobre comercio suene menos ideológico, rígido e ingenuo.

Es fundamental que las instituciones de gobernanza del comercio mundial se esfuercen en llevar a cabo más investigaciones y establezcan una nueva modelización creíble y fiable para el impacto del comercio en el empleo.

Asimismo, es igualmente importante transmitir estos nuevos conocimientos a su personal y representantes para que podamos disfrutar de los cambios de política en el terreno en Ginebra, Bruselas, Washington y donde sea que se estén negociando los tratados de comercio.