“Trabajar en Qatar fue el peor momento de mi carrera”

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Al aparecer en el escenario principal de la ceremonia de apertura del 3er Congreso Mundial de la Confederación Sindical Internacional (CSI) en Berlín, Abdeslam Ouaddou recibió la calurosa bienvenida de los más de 1500 delegados sindicales procedentes de más de 160 países.

El ex futbolista internacional marroquí ha ayudado a impulsar una campaña de la CSI destinada a exponer las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores migrantes en Qatar, donde él mismo jugó como profesional durante dos años.

Ouaddou explicó a la audiencia que su estancia en Qatar fue “el peor momento de su carrera”, y que llegó a encontrarse al borde de una “crisis psicológica”.

Cuando su club de fútbol se negó a respetar el contrato acordado, Ouaddou se vio directamente confrontado con el denominado sistema de la kafala, según el cual un extranjero necesita la autorización de su “patrocinador”, o contratista, para obtener un visado de salida o para cambiar de trabajo.

Tras una larga batalla legal, Ouaddou pudo finalmente abandonar Qatar.
Su estatus de futbolista internacional le ha proporcionado una importante plataforma para exponer los abusos a los derechos humanos en Qatar, donde se calcula que 4.000 trabajadores migrantes podrían perder la vida durante la construcción de la infraestructura para la controvertida Copa del Mundo 2022.

Según las propias cifras de Qatar, entre 2012 y 2013 964 trabajadores migrantes procedentes de Nepal, India y Bangladesh que trabajaban en diversas obras de la construcción, fallecieron de un paro cardíaco, por caídas de altura o por suicidio.

Un nuevo informe comisionado por las autoridades cataríes a un bufete de abogados internacional refleja las evaluaciones realizadas anteriormente por grupos defensores de los derechos humanos y sindicatos y contenidas en informes de investigación que revelan la grave explotación que sufren los trabajadores migrantes en el país, comparable en algunos casos al trabajo forzoso o a la esclavitud.

En respuesta al informe, el Gobierno catarí anunció planes para reformar su legislación laboral y para reemplazar el sistema de la kafala por un “sistema automatizado a través del Ministerio del Interior”.

Pero no se ha fijado ningún plazo para la aplicación de las reformas, y los activistas afirman que el conjunto de estos cambios mínimos sólo se diferencia de la kafala en el nombre.

Los trabajadores migrantes seguirán necesitando un visado de salida para abandonar el país, y la nueva legislación laboral sigue sin permitir la libertad sindical y un salario mínimo.

Ouaddou la denomina una “mascarada”, mientras que la Secretaria General de la CSI Sharan Burrow lo considera “una farsa extraordinaria”.

“Los cambios son puramente superficiales. Los visados de salida seguirán vigentes, la gente seguirá estando atrapada en el país, no se ha establecido ningún acuerdo en cuanto a un salario mínimo y, por supuesto, sigue sin existir el derecho a sindicalizarse”, dijo Burrow.

La CSI está solicitando a la FIFA que introduzca estas y otras medidas como requisito indispensable para poder ser anfitrión de la Copa del Mundo.

 

Abusos en nombre del deporte

En los últimos 20 años, Qatar ha utilizado sus enormes reservas de petróleo para pasar de ser un minúsculo estado del Golfo a convertirse en un poderoso actor a escala internacional.

Pero escondidos detrás del impresionante paisaje urbano de Doha están los 1,4 millones de migrantes mal pagados que viven en mugrientas habitaciones abarrotadas situadas en campamentos remotos, trabajando día y noche, seis días por semana, bajo unas temperaturas que pueden alcanzar los 50 ºC.

Se calcula que para 2022 se habrán gastado 200.000 millones USD en la construcción de ocho nuevos estadios, 92 campos de entrenamiento, una nueva red de tren y metro, un puerto, un aeropuerto y más de 100 hoteles para alojar a los miles de aficionados del fútbol que se anticipa viajarán al país.

Qatar estima que necesitará otro medio millón de trabajadores migrantes para completar estas obras.

Pero ante la ausencia de medidas concretas para mejorar su situación, la Copa del Mundo va a desencadenar abusos masivos de los derechos humanos que se cometerán en nombre del deporte – dicen los activistas.

Ouaddou lo considera inaceptable. “No podemos jugar al fútbol en estadios donde se ha derramado sangre”, expresó ante los delegados de la CSI.

For Ouaddou, this is unacceptable. “We cannot play football in stadiums where blood was shed,” he told ITUC delegates.

“Sería ir en contra de los valores del deporte.”

Zahir Belounis, un futbolista francés cuya terrible experiencia en Qatar llegó a los titulares internacionales el año pasado, se hace eco de las palabras de Ouaddou.
Tras denunciar a su empleador catarí por incumplimiento de contrato, se le prohibió abandonar el país. Hace seis meses, tras una traumática lucha legal y diplomática de dos años, Belounis logró finalmente que le autorizaran a regresar a Francia.

“Seguiré luchando por la justicia”, declaró Belounis a Equal Times. “Esto va más allá del deporte. Hubo sufrimiento. Fui retenido en contra de mi voluntad.”

Pero Belounis piensa que el hecho de que se celebre la Copa del Mundo de 2022 en Qatar es en realidad algo positivo, puesto que “centrará el foco de atención en el historial del país en materia de derechos humanos.”

“Aunque para serle sincero”, añade Belounis, “he dejado de seguir el fútbol. He dejado de creer en él.”

En una entrevista con un locutor suizo la semana pasada, el Presidente de la FIFA Sepp Blatter dijo que seleccionar a Qatar como anfitrión de la Copa del Mundo de 2022 había sido un “error”.

Sin embargo su comentario no venía motivado por las condiciones de los trabajadores migrantes en el estado del Golfo sino por el hecho de que el clima allí es “demasiado caluroso”.

 

Visite www.radiolabour.net para acceder a podcasts diarios del 3er Congreso Mundial de la CSI.