Elecciones en la región de los Grandes Lagos de África

Frente a los mismos comicios, se vigilan de reojo…

Los tres jefes de Estado de los países de la región africana de los Grandes Lagos – la República Democrática del Congo, Ruanda y Burundi - bien instalados en el poder, se encuentran en un período extraño: su mandato se termina, la Constitución de su país les prohíbe volver a presentarse y… el silencio absoluto reina tanto en lo que concierne a sus verdaderas intenciones como a la identidad de sus eventuales sucesores.

Esta ambigüedad hace que aumente la tensión política, autoriza todas las especulaciones y entraña un potencial considerable de violencia.

La situación más preocupante es la de Burundi, después de que un informe de la BINUB, la misión de la ONU en Burundi, revelara que el partido en el poder, el FDD-CNDD (Fuerzas de defensa de la democracia - Comité nacional para la defensa de la democracia) que organiza desde hace tiempo a sus militantes jóvenes en grupos deportivos, había tomado un nuevo impulso: los Imbonerakure aparecen ahora como una especie de milicia paramilitar, propagan el miedo en las campañas y, sobre todo, han recibido armas y uniformes

A pesar de haberse desmentido oficialmente, se ha confirmado que los militantes radicales del partido, antiguos rebeldes de la lucha armada, no pretenden dejar que el presidentes Pierre Nkurunziza abandone el poder sin intentar imponer un tercer mandato.

El primero fue obtenido en 2005 después de que el CNDD decidiera abandonar la lucha armada y el segundo en 2010, después de que la oposición, alegando fraudes, decidiera boicotear las elecciones.

La oposición se opone enérgicamente a la tentación de querer obtener un tercer mandato y el Parlamento ha frustrado esta iniciativa.

Por este motivo, algunos temen que los partidarios de la mayoría presidencial recurran a la violencia y la intimidación para persuadir a los votantes de no aventurarse a votar “mal”.

En Bujumbura, el clima político se endurece: uno de los defensores más respetados de los derechos humanos, André Mbonimpa, fue detenido en mayo, se reprime a los periodistas y la preocupación se extiende.

Sin embargo, actualmente, el temor a enfrentamientos entre etnias, entre hutus y tutsis, ha cedido el lugar a rivalidades entre partidos hutus.

Los acuerdos de paz han aliviado las tensiones étnicas al reservar puestos para el grupo minoritario tutsi: es cierto que los hutus gobiernan, pero los tutsis están representados en todos los niveles políticos y militares y se les garantiza una cierta seguridad.

Por el contrario, otras formaciones, principalmente compuestas por hutus, como el Frodebu (Frente para la democracia en Burundi) y el FNL (Frente Nacional de Liberación) consideran que la formación del presidente Nkurunziza se comporta cada vez más como un partido único, arramblando con la mayoría de los puestos y las ventajas del poder.

Aunque la oposición es firme en la capital, los campesinos todavía apoyan al partido en el poder.

El presidente multiplica las estancias en el interior del país y ha instaurado medidas sociales espectaculares, como el acceso gratuito a la asistencia sanitaria para las mujeres embarazadas y la apertura del acceso a la enseñanza primaria.

 

Nerviosismo en Ruanda

Mientras que en Burundi las tensiones preelectorales se ven claramente, en Ruanda, donde el segundo, y en principio el último, mandato del presidente Paul Kagame se termina en 2017, no es un tema que se debata.

Al menos oficialmente, porque en realidad no deja indiferente a nadie.

Hace un año, los medios oficiales aseguraban que Ruanda, el “alumno modelo”, respetaría las disposiciones de la Constitución y que el presidente cedería su lugar a un sucesor discretamente preparado desde hace mucho tiempo. Actualmente estas afirmaciones son menos fuertes.

El jefe de Estado, que se negó a pronunciarse sobre la cuestión, aseguró que “si el pueblo se lo pedía” podría ceder a las solicitudes y que no ha descartado la posibilidad de revisar la Constitución.

Es cierto que reina un cierto nerviosismo en Ruanda: el mejor control de la frontera con Kivu ha reducido considerablemente el flujo de minerales que transitaban ilegalmente y sobre todo Kigali se preocupa por los movimientos militares, que en principio deberían sobre todo tranquilizar.

En efecto, parece que los antiguos rebeldes hutus, reunidos en las FDLR (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda) y residentes en el Congo desde 1994, se encuentran en el proceso de deponer las armas y reagruparse en centros de tránsito antes, en principio, de ser enviados a otras provincias congoleñas, lejos de la frontera.

No obstante, Kigali teme una “mala jugada” y desconfía de la Monusco (Misión de las Naciones Unidas en el Congo) y sobre todo de la Brigada de intervención africana compuesta por 3.000 hombres de Malaui, Sudáfrica y Tanzania.

Es cierto que las relaciones son muy malas entre Paul Kagame y su homólogo tanzano Jakaya Kikwete, que recomienda un “diálogo interruandés” en el que el Frente Patriótico Ruandés, en el poder desde hace 20 años, hable con aquellos a los que todavía considera “genocidas”.

Además, a pesar de la opacidad del sistema, el FPR teme la influencia de los opositores exiliados en Sudáfrica, el general Kayumba, antiguo jefe de Estado mayor, y Patrick Karegeya, antiguo jefe de los servicios de inteligencia, asesinado en un hotel de Pretoria el 31de diciembre del año pasado.

Su partido, el RNC (Congreso nacional ruandés), mantiene contactos en Ruanda, así como con los grupos armados que viven en el Congo.

Ante estas incertidumbres, numerosos ruandeses consideran que es poco probable que el presidente Kagame suelte las riendas y, a pesar del desarrollo remarcable del país, el miedo a que se produzcan incidentes violentos no ha desaparecido…

 

¿Tercer mandato para Kabila?

Discreción y represión en Burundi, silencio inquieto en Ruanda… El ambiente es muy diferente en Kinshasa, donde el calendario electoral es el tema principal de conversación.

El presidente de la comisión electoral independiente, el cura Appolinaire Malu Malu, ya ha hecho público el calendario de elecciones que se llevarán a cabo: locales, provinciales, al Senado.

Estas elecciones son importantes, ya que consolidarán la base de la “pirámide democrática” y permitirán la aparición de una nueva clase política.

También serán caras y requerirán un material sofisticado (se habla incluso de retransmitir los resultados por satélite hacia un servidor central con el fin de disipar toda sospecha de fraude).

Sin embargo, los posibles donantes todavía no han anunciado una ayuda económica, mientras que se calcula que el coste global de todo ello se eleva a 750 millones de dólares.

En realidad, tanto la opinión interna como la externa están concentradas en un único aspecto de las elecciones: ¿se volverá a presentar el presidente Kabila para un tercer mandato?

Para ello, la Asamblea Nacional tendría que eliminar el artículo 220 de la Constitución, que prevé el ejercicio de dos mandatos como máximo.

Los “enviados especiales” de la comunidad internacional, que representan a los países miembros del Consejo de Seguridad, ya se han pronunciado en contra de una posible modificación de la Constitución y los posibles donantes han asegurado que no liberarán fondos hasta que no vean el calendario global de las elecciones y una política “consensuada”.

Es decir, rechazan de antemano una maniobra de la que sospechan muchos: no se modificaría la Constitución, pero la elección presidencial, que se celebra después del resto, se retrasaría.

Así, se prolongaría el mandato actual del presidente Joseph Kabila durante un cierto tiempo por motivos de presupuesto y organización.

Esta perspectiva inquieta a la oposición mientras que las presiones internacionales irritan visiblemente en Kinshasa: “como en todas partes del mundo, es la comisión electoral independiente, y sólo ella, la que fijará el calendario de las elecciones” espeta el cura Malu Malu a la prensa, mientras que el primer ministro Matata Mponyo, que debe presupuestar el coste de las próximas elecciones, asegura durante una entrevista que “las elecciones son, ante todo, asunto de los congoleños y sólo de ellos…”

 

This article has been translated from French.