Ébola, Zumwalt y la paz de los cementerios

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El Ébola afecta varios países del África, cobrando cientos de vidas.

Mientras tanto, los Médicos Sin Fronteras (MSF), con un presupuesto encogido de poco más de $ 20 millones de dólares, se desarrollan como pueden en la lucha contra la epidemia y la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de la gravedad del momento.

Al mismo tiempo que menguan los recursos para que la ciencia y la tecnología entren en campo contra la muerte, cientos de miles de millones de dólares se esterilizan en la industria de las armas y su rastro de destrucción.

Según la OMS, faltan médicos, enfermeros, técnicos de laboratorio, educadores de salud comunitaria y así como los equipos son insuficientes.

Estos problemas se ven agravados por la escasez y la precariedad del sistema de salud de un continente históricamente explotado por las grandes potencias – y sus transnacionales – donde la escasez de agua potable y saneamiento es uno de los males más terribles.

A esa marcha fúnebre a la cual millones de personas están expuestas - y más de dos mil personas han muerto - el paso lento marca la llegada de los recursos. Por su compromiso, los profesionales que están arriesgando sus vidas para salvar a otros son dignos de la admiración de todos los pueblos del mundo y el Premio Nobel de la Paz.

Mientras Ébola sangra África, el nuevo destructor estadounidense Zumwalt se prepara para navegar por los mares detrás de nuevas invasiones y conquistas para sus empresas.

Sin que el pueblo estadounidense, carente de puestos de trabajo, salarios y derechos – haya sido consultado, este es el buque de guerra más poderoso del mundo – y también el más caro – ha costado US$ 7000 millones de los contribuyentes.

El exuberante valor incluye el desarrollo del proyecto, junto con la construcción de la primera unidad en una serie de tres.

Descontando la "inversión", sólo el Zumwalt costó US$ 1.4 mil millones, 70 veces más que todos los recursos utilizados contra la propagación del Ébola.

Desgraciadamente, los ejemplos de estas nuevas tecnologías del terror son caros, pero no raros. Verbigracia, el resultado de los "vant", vehículos aéreos no tripulados, que han victimizado a miles de personas inocentes en el Medio Oriente.

En medio de la crisis económica que empeora y que hace con que 842 millones de personas padezcan de hambre y más de dos mil millones de personas tengan graves deficiencias nutricionales, las ganancias de exportadores de armas creció un 60% en la última década.

Potenciada por la propaganda "antiterrorista", el presupuesto militar de los Estados Unidos este año debe llegar a más de US$ 638 mil millones. Eso supera el valor total de los otros 10 países que más gastan en este aspecto tan poco noble.

La situación es tan paradójica que esas empresas construyen un imperio aislado, según lo evidenciado recientemente por la agresión del gobierno Israelí contra el pueblo Palestino, cuando abastecieron la maquinaria de guerra sionista con ayuda del Pentágono, en contra las manifestaciones de su propio pueblo y sin comunicar su propio gobierno.

Poseedores del mayor complejo industrial del mundo, los EE.UU. son responsables del 30% de las armas exportadas, seguidos por Rusia (26%), Alemania (7%), China (6%), Francia (5%) y Reino Unido (4%).

Incluso Brasil, con tantos y tan graves problemas estructurales que se plantean, se convirtió en un pequeño exportador de armamentos.

Los datos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) muestran que las ventas mundiales de armas y servicios militares de las cien mayores empresas de armas y equipos militares alcanzaron casi medio billón de dólares en 2012.

Encabezan la lista cinco empresas con muy alta inversión en tecnología: Lockheed Martin (EE.UU.), el mayor proveedor de equipos militares del Pentágono, US$ 36 mil millones; Boeing (EE.UU.), US$ 27,6 mil millones; BAE Systems (Reino Unido), US$ 26,9 mil millones; Raytheon (EE.UU.), US$ 22,5 mil millones y General Dynamics (EE.UU.), US$ 20.9 mil millones.

Esta enorme cantidad de recursos inevitablemente tendrá un impacto en las decisiones de muchos gobiernos ya que la industria de la guerra se mueve precisamente a la existencia de algún tipo de guerra.

Y, en ese caso, cuanto más grande y peor, mejor.

 

Este artículo ha sido publicado en portugués en el sitio web de la CUT.