“Hemos doblegado a un gigante”

“Hemos doblegado a un gigante”

Olivier Leberquier, an employee at the SCOP TI cooperative and CGT workplace representative, shows a box that summarises the Fralib factory workers’ battle against Unilever.

(Feriel Alouti)
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En lo alto de una de las máquinas, cuatro años de lucha resumidos en una sola frase: “El que no lucha ya ha perdido, pero el que lucha puede albergar la esperanza de ganar.”

Un eslogan que Amar Hassani, que ha pasado 30 de sus 47 años al servicio de Unilever, no está dispuesto a olvidar. “Hemos luchado, hemos llorado y, con mucha voluntad y mucho apoyo, hemos demostrado que una fábrica que tiene beneficios puede seguir viviendo”, expresa emocionado.

Sin embargo, las cosas habían empezado más bien mal. En septiembre de 2010 los directivos de Unilever, cuarta empresa del sector del mercado agroalimentario, anuncian a los 182 trabajadores de la fábrica Fralib, instalada en Gémenos, cerca de Marsella, que la producción va a ser trasladada a Bruselas y a Polonia.

Los trabajadores deciden entonces luchar y, después de “1.336 días de lucha” jurídica y sindical y tres expedientes de regulación de empleo anulados por la justicia, se preparan para lanzar su cooperativa de tés e infusiones, con la ayuda de Unilever, que se ha comprometido a aportar 19,2 millones de euros.

Cuando se firmó el acuerdo, el lunes 26 de mayo de 2014, hubo a quienes se les saltaron las lágrimas. “Es una verdadera satisfacción conseguir doblegar a un gigante. Hemos ganado una importante batalla pero ahora se nos presenta otro combate”, indica Olivier Leberquier, delegado de la Confédération générale du travail (CGT), que ha desempeñado un papel determinante en esta lucha.

El otro “combate” es el éxito de su Sociedad Cooperativa Obrera de Producción de Tés e Infusiones (Scop TI). A partir de ahora, estos ex-salariados van a tener que sumergirse en la economía de mercado y enfrentarse a la competencia.

 

Productos orgánicos y circuitos cortos

El acuerdo, firmado por Unilever, prevé el pago de 100.000 euros (126.000 USD) a cada uno de los 76 trabajadores que permanecieron movilizados hasta el final. Los demás fueron aceptando a lo largo del proceso diversas indemnizaciones menores.

De todos ellos, 58 escogieron reinvertir una parte de la suma en la Scop. Los “cooperadores” trabajarán en la misma fábrica, que ha sido adquirida por la comunidad urbana de Marsella, y con las mismas máquinas, que Unilever ha cedido por “un euro simbólico”.

Por tres millones de euros, el grupo financiará igualmente cursos de formación, la modernización de los equipos, el salario de un director comercial y un estudio de mercado para la reanudación de la actividad de aquí a marzo de 2015.

“Nos hemos fijado hasta finales de año como plazo para completar nuestro proyecto”, explica Leberquier.

La Scop cuenta en un primer momento con una producción de 500 toneladas anuales, frente a las 3.000 que producía cuando cerró.

Si bien tiene previsto abastecer a marcas establecidas, la cooperativa desea igualmente desarrollar su propia marca, más cualitativa, y restablecerse de este modo con determinados valores y conocimientos. Tés e infusiones orgánicos, aromatizados de forma natural.

Para lograrlo, la Scop quiere trabajar con productores locales de tila, verbena y otras plantas medicinales, con la idea de volver a poner también en marcha varias filiales prácticamente desaparecidas y de favorecer los circuitos de abastecimiento cortos.

“Hasta la década de 2000, la región producía 400 toneladas de tila al año, frente a 15 toneladas que produce a presente”, se lamenta Leberquier. Para el té, los cooperadores ya han localizado a un productor que trabaja plantaciones de té de 300 años en el norte de Vietnam.

“De ninguna manera los productores van a ser tratados como esclavos. Queremos una economía responsable”, advierte el delegado de la CGT.

 

“Funcionamiento colectivo”

Los trabajadores reflexionan igualmente sobre la organización de la Scop. “Aunque sabemos que no vamos a terminar con el capitalismo, no queremos funcionar como las demás empresas”, insiste Leberquier.

Así pues, la Scop no va a distribuir ningún dividendo y contempla el establecimiento de un salario único.

Desea igualmente basarse en un “funcionamiento colectivo”. La Asamblea General, que se reúne una vez al año, deberá por tanto definir una línea y decisiones estratégicas que serán discutidas con regularidad en el Consejo de Administración. Estos 11 “sabios”, elegidos para un período de cuatro años, a diferencia de lo que sucede habitualmente en cualquier empresa, pueden ser destituidos en cualquier momento si la mayoría lo decide.

Por lo demás, cada operador intenta familiarizarse con su nueva función. “Para algunos, sigue siendo difícil prescindir del estatuto del trabajador que responde a las órdenes de un responsable”, afirma Leberquier.

Es un desafío que cada uno espera superar. “Es estupendo poder finalmente crear y decidir por nosotros mismos. Por supuesto que tengo miedo, pero dificultades va a haber siempre, lo que hay que hacer es afrontarlas”, sonríe Amar Hassani.

 

This article has been translated from French.