Los trabajadores en la sombra de América Latina

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Están por todas partes. Imposible no verlos. En la calle, en el autobús, en los restaurantes, en las obras de construcción,...

Las personas que trabajan sin contrato ni protección social en América Latina y el Caribe suman 130 millones. El 47,7% de la fuerza de trabajo, según el Programa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para promover la formalización de la economía informal en América Latina y el Caribe (FORLAC).

Los trabajadores y las trabajadoras informales forman parte de una sociedad que los ha integrado pero sin proporcionarles un empleo legal.

Franklin, de 28 años, es limpiabotas en Lima desde hace ocho años. Un día bueno gana 30 soles peruanos (10 USD). Sin dejar de limpiar los zapatos de un joven, afirma que ya ni siquiera sueña con tener un contrato en una empresa. “No tengo instrucción, ningún diploma, nadie quiere contratarme. Dentro de algunos años, encontraré otro trabajo en la calle...”

Los más pobres son los más afectados por la informalidad. El 72% de los trabajadores que tienen los ingresos más bajos se encuentran en esta situación en contrapartida con solamente el 31% que tienen ingresos más altos.

“La informalidad limita el aumento del PIB y la productividad del país, al tiempo que aumenta las desigualdades y la exclusión social. El crecimiento económico de los países no beneficia a toda la población”, afirma Juan Chacatalma, especialista en economía del trabajo de la OIT, durante un encuentro con los periodistas en una cumbre regional de la OIT a mediados de octubre.

Entre los olvidados del crecimiento se encuentra Máxima. Tiene 55 años y gana entre 50 y 60 soles peruanos al día (17-20 USD). Cuenta su historia al tiempo que prepara los jugos de fruta que luego vende a los transeúntes. “Siempre ha sido imposible poner mi propio negocio, ¡es demasiado caro! He hecho un montón de pequeños trabajos, pero nunca he conseguido tener un contrato ni tampoco protección social. ¡Ahora sólo pido que me dejen trabajar!”

 

“El Estado es a veces inexistente”

Las soluciones propuestas para resolver el problema de la informalidad divergen entre empleadores y trabajadores.

“Se necesitan políticas sociales más inclusivas, más educación y formación para que la gente pueda vivir con dignidad. Pero esta posibilidad es difícil en muchos países porque los impuestos son muy bajos, el Estado es a veces inexistente”, afirma Laerte Teixeira da Costa, Secretario responsable de Políticas Sociales de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadores de las Américas (CSA), entrevistado por Equal Times.

Por el lado de los empleadores, las prioridades son diferentes. “Las leyes de la región no son atractivas para hacer que la gente salga de la informalidad. Hay que simplificar la parte administrativa, aumentar la flexibilidad del empleo”, insiste Roberto Suárez Santos, Secretario General Adjunto de la Organización Internacional de Empleadores (OIE).

Un argumento demolido por Víctor Báez Mosqueira, Secretario General de la CSA. “Hay que poner límites a la externalización, como lo ha hecho Uruguay. Este país ha establecido la responsabilidad solidaria, que extiende las obligaciones sociales a la empresa principal. Esta es una buena manera de proteger a las empresas y de luchar contra la informalidad”.

Entre 2001 y 2012, la tasa de empleo informal se redujo en más de un 10% en Uruguay, siguiendo una curva idéntica a la del desempleo.

Un resultado obtenido gracias a un contexto generalizado. Además de la ley sobre la externalización, se hicieron esfuerzos en el ámbito fiscal para los nuevos puestos de trabajo y formación para las empresas. Sin embargo, el éxito de esta política se debe también a un fuerte crecimiento económico.

Resulta difícil aplicar estas medidas en todos los lugares debido a las diferencias importantes que existen entre los países de la región.

Víctor Báez también defiende un cambio más global: “Si seguimos siendo productores de materias primas, no podremos salir de esta situación. Es preciso industrializar nuestros países, aportar un valor añadido y crear así puestos de trabajo”.