La Cumbre del G20 descrita como una “oportunidad perdida”

La Cumbre del G20 celebrada en Brisbane, Australia, durante el fin de semana ha sido descrita como una “oportunidad perdida”, y los sindicatos deploran que los Líderes mundiales no hayan aportado un plan concreto con miras a una recuperación económica mundial encabezada por el empleo y los salarios.

Cuando la Cumbre anual de los Líderes mundiales llegaba a su fin el domingo, los sindicatos ya tenían la mira puesta en el futuro, en 2015, cuando Turquía asegure la presidencia del G20, como la próxima oportunidad de convencer a los 20 países más ricos del mundo de tomar un rumbo diferente.

Los sindicatos señalaron que el G20 seguía cautivo de la agenda corporativa que opta por una economía de goteo, que ha dejado a los trabajadores y las trabajadoras del mundo entero fuera de juego.

El G20 presidido por Australia se comprometió a aspirar a un crecimiento económico del 2,1 por ciento por encima de la trayectoria actual. Sin embargo, lo que más preocupa a los sindicatos es la forma de conseguirlo.

Sharan Burrow, Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI), indicó que la agenda del G20 presentaba lagunas y que el rumbo adoptado se basaba en un modelo económico fallido que supone el pleno empleo.

Sin embargo, con más de 200 millones de personas sin trabajo en todo el mundo, con 30 millones más desde el inicio de la crisis financiera, queda claro que esa aspiración no tiene cabida en la economía real, afirmó.

El modelo del L20 concluye que una combinación coordinada de salarios y políticas de inversión en los países del G20 podría crear 33 millones de nuevos puestos de trabajo e impulsar el crecimiento económico casi un 6 por ciento adicional con respecto a las tendencias actuales.

“No creemos que con el actual modelo económico pueda cumplirse el objetivo de un crecimiento del 2 por ciento”, señaló Burrow.

“Con la enorme crisis de desempleo y sin planes para fomentar la demanda necesaria para estimular la economía mundial, el G20 volverá a reunirse el próximo año con un desempleo aún más alto y una mayor fractura social.”

El primer ministro australiano, Tony Abbott, aseguró que esta Cumbre había sido un éxito, pero tras bambalinas algunos de los líderes más poderosos del mundo, entre ellos el presidente estadounidense Barack Obama, se opusieron a su intento de excluir el cambio climático de las discusiones del G20.

En su conferencia de prensa de clausura, el primer ministro Abbott anunció con bombo y platillo el logro de un acuerdo sobre el objetivo de crecimiento.

Aseguró que el G20 había aportado “verdaderos resultados prácticos” gracias a los cuales “todos los pueblos del mundo van a vivir mejor”.

En su evaluación del comunicado final de los Líderes, el L20 indica que la desigualdad y el crecimiento inclusivo se dejaron de lado para anteponer los intereses empresariales a los intereses de todos aquellos y aquellas que trabajan.

El L20 manifestó su preocupación porque todo el discurso de la Cumbre sobre el empleo no equivale necesariamente a un trabajo decente que incluya buenos salarios y condiciones.

 

Victorias y derrotas

Se consiguieron algunas victorias: los Líderes del G20 se comprometieron a aumentar la participación laboral de las mujeres en un 25 por ciento para 2025 y a fomentar una mayor inversión en la infraestructura a través de la creación de un “nudo de infraestructuras”.

Asimismo, se renovó el compromiso de oponer una ofensiva contra la evasión del impuesto de sociedades a través del traslado de los beneficios a paraísos fiscales como Luxemburgo.

El G20 se comprometió al unísono a aportar más recursos y apoyo para combatir el brote de ébola en África occidental.

Y, en el último momento, el cambio climático hizo su entrada en el comunicado final, pese a los fútiles intentos del Gobierno Abbott de ignorarlo, como corolario del innovador acuerdo de la semana pasada entre Estados Unidos y China de reducir sus emisiones de carbono hasta en un 28 por ciento para 2025.

El discurso pronunciado en la Universidad de Queensland por el presidente estadounidense Barack Obama, el sábado, donde prometió una aportación de 3000 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima e instó a los jóvenes a luchar por una acción real sobre el cambio climático, fue uno de los grandes temas de debate de la Cumbre.

Sin embargo, los sindicatos concluyeron la cumbre con la frustración de no haber podido comunicar su mensaje directamente al conjunto de los Líderes del G20: el mundo necesita un aumento de sueldo.

Aun cuando el grupo del L20 pudo celebrar algunas reuniones con los líderes nacionales en lo individual, incluyendo a Vladimir Putin y Angela Merkel, Burrow comentó que el Gobierno Abbott les había impedido entablar un verdadero diálogo con los Líderes del G20.

Los sindicatos manifestaron su irritación cuando el tesorero australiano Joe Hockey enunció un mensaje de miras extremadamente estrechas sobre la necesidad de reducir la regulación y de prestar apoyo a las empresas en lugar de ocuparse de las problemáticas de los trabajadores al dirigirse a la Cumbre del L20, el viernes.

“No puede construirse una economía sobre la arena”, afirmó Frances O’Grady, Secretaria General de la central sindical del Reino Unido, el Trades Union Congress (TUC).

“Si escucha solamente a los gestores de fondos de cobertura y a los directivos de las grandes empresas no hace sino enterarse de una sola versión de la historia.”

Al margen de la Cumbre, los sindicatos australianos admitieron haberse sentido avergonzados por el tono parroquial del discurso de apertura del primer ministro Abbott a los Líderes del G20, en el que arremetió contra el parlamento por no haber podido conseguir el copago de las visitas médicas y el aumento de las tasas universitarias.

“Lamentablemente, el Gobierno Abbott dejó pasar la oportunidad cuando tuvo la ocasión de mostrar un liderazgo maduro al G20 en lo que respecta al cambio climático y la desigualdad y, en su lugar, utilizar este foro como una tribuna para defender las políticas nacionales que están deteriorando los niveles de vida en Australia”, afirmó O ’Grady

 

Una versión más larga de este artículo se publicó originalmente en Working Life.