¿Para servir y proteger a quién? La militarización de la policía estadounidense

Caminando junto a los cientos de manifestantes que el 4 de diciembre protestaban en el sur de Manhattan por la decisión de no someter a juicio a Daniel Pantaleo, el agente de policía que este verano estranguló hasta la muerte a Eric Garner, un hombre negro desarmado, Chris McCormick, arquitecto de 27 años, recordaba haberse sentido anteriormente optimista con respecto al sistema judicial penal americano. Pero esta semana eso ha cambiado. Sujetando una pancarta que dice “¿Soy yo el próximo?”, McCormick afirma: “En mi opinión el problema no es la policía. El origen de todo esto es el sistema.”

Y ese parecía ser efectivamente el sentimiento de muchos de los manifestantes.

Holding a sign which read “Am I next?” McCormick said, “I don’t think it’s the police. It starts with the system.”

Agitando banderas negras, muchos coreaban: “Eric Garner, Michael Brown, abajo el sistema.” Una pancarta decía: “Estrangular el sistema”. La indignación manifestada esta semana por el ‘caso Garner’ estaba todavía al rojo vivo cuando se publicó la noticia de que la policía había matado a tiros a otro hombre negro desarmado, Rumain Brisbon, de 34 años, en Phoenix.

El país aún no se había recuperado de un episodio parecido que se había producido en Ferguson, Missouri, en el que Mike Brown, un joven negro de 18 años desarmado, fue asesinado a tiros.

Y en el caso de Ferguson, cuando estallaron las protestas tras el asesinato de este verano, el país fue testigo de una respuesta escandalosa por parte de la policía, que utilizó un cuerpo suburbano armado con tanques y equipamiento militar

La idea de que pequeñas ciudades de todo el país estuvieran completamente militarizadas parecía inconcebible incluso para los políticos moderados. Y sin embargo, ni siquiera la conmoción ante la rápida militarización de la policía americana, que se vio acelerada durante la intensificación de la Guerra contra las drogas en la década de 1980, permite aprehender la epidemia a la que se enfrenta la comunidad negra.

El excedente de armamento militar a finales de la Guerra Fría encontró un nuevo hogar en las fuerzas de policía locales al tiempo que el país decidía establecer un sistema de vigilancia policial más agresivo en la lucha contra el narcotráfico.

La tendencia a la asignación de fondos para que este tipo de equipamiento fuese adquirido y utilizado en el país aumentó después de los ataques del 9/11 y de la creación del Departamento de Seguridad Interna.

Pero las muertes que han desatado estas protestas no son resultado del armamento militar. Mike Brown fue asesinado con una pistola. Y Garner fue estrangulado por un policía vestido de civil – el médico forense determinó que su muerte había sido un homicidio – y sus últimas palabras, repetidas una y otra vez, fueron “no puedo respirar”.

Los supuestos delitos que habían cometido estos sospechosos eran menores. Brown, a diferencia de la opinión popular, fue detenido por obstrucción del tráfico. A Garner le estaban arrestando por vender supuestamente cigarrillos libres de impuestos.

La militarización está arraigada en las fuerzas de primera línea Con la militarización, los policías no se ven como funcionarios públicos sino como guerreros en un conflicto interminable en el que los combatientes enemigos son cualquier persona sospechosa de haber cometido un delito.

 

Reformas

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, ha prometido nuevas reformas en los procesos de formación de los policías, a fin de que los agentes sean más moderados en la calle.

El Presidente de EE.UU. Barack Obama ha intentado abordar la epidemia anunciando, entre otras medidas, planes de equipar a los agentes de policía estadounidenses con minicámaras incorporadas a los uniformes.

Se espera que las pruebas de vídeo en los casos de abuso policial contribuyan a moderar la actividad policial.

Pero los defensores de las reformas policiales se muestran escépticos. El incidente de Garner fue captado por una cámara y sin embargo el Gran Jurado exculpó al agente Panteleo.

Alex Vitale, sociólogo del Brooklyn College, que ha estudiado las tácticas del Departamento de Policía de Nueva York, declaró a Equal Times:

“Las cámaras incorporadas a los uniformes van a ser todo lo eficaces que lo sean los mecanismos de rendición de cuentas establecidos. Si los fiscales del distrito y los grandes jurados locales no están dispuestos a actuar sobre la base de las pruebas, entonces los tribunales no podrán ser una herramienta efectiva para la rendición de cuentas, incluso con la incorporación de cámaras.”

Prosiguió: “Es posible que las cámaras den lugar a un mayor número de litigios civiles y a un mayor número de procedimiento disciplinarios internos. Es muy posible que las autoridades tengan que pagar indemnizaciones importantes a la familia de Garner y que uno o más de los agentes implicados sean sancionados o incluso despedidos por lo que han hecho.

“La combinación de una cobertura mediática crítica y las acciones de protesta puede hacer que la opinión pública cambie lo suficiente, o puede generar una crisis de gobierno que los líderes políticos tienen que solucionar”, dice.

“De manera que, mientras haya controles sobre los datos y sobre la manera en que se utilizan, estoy a favor de ellos. Pero yo creo que sus repercusiones van a ser limitadas debido a la falta de unos mecanismos de rendición de cuentas reforzados y de una presión significativa por parte del movimiento social.” Los activistas de los derechos humanos han estado reclamando más salvaguardias y protección contra los abusos de la policía, pero estos mecanismos ya existen y son fácilmente manipulados o sistemáticamente ineficaces.

Por ejemplo, tanto en el incidente de Garner como en el de Brown, era muy probable que el fiscal no fuera a contrariar a las bases policiales mediante la obtención de un acta de acusación, dado que, en su trabajo cotidiano, es muy importante para los fiscales mantener una buena relación con la policía.

 

Cambiar el sistema

Solucionar el problema de las personas desarmadas y – en gran medida – no blancas, que se ven sometidas a la brutalidad policial e incluso a la muerte a manos de policías no tiene mucho que ver con la formación ni con el equipamiento.

Como coreaban los manifestantes del sur de Manhattan, tiene que ver con un cambio de sistema.

Como lo dijo el Senador Rand Paul, se trata de hacer hincapié en el hecho de que “confrontarse a los manifestantes con vehículos blindados de transporte de tropas es completamente antiamericano.”

En cierto sentido, ese cambio ya está sucediendo.

La reforma de la política de lucha contra las drogas ha logrado cierto éxito, con la despenalización en Washington, Colorado y otros estados.

Pero también implicará abordar el desempleo y el problema de los sin techo, proporcionar más servicios para los trabajadores y trabajadoras e invertir más en la educación.

Hay rayos de esperanza – Contra Costa Times, por ejemplo, informó de que la policía de Richmond, California, ha implementado procedimientos para reducir considerablemente el uso de la fuerza.

Pero los recientes asesinatos demuestran que incluso las tácticas adecuadas no bastan para salvar la vida de personas de raza negra.

Brown tenía las manos en alto. El incidente de Garner está grabado en vídeo. El agente de Carolina del Sur que fue filmado cuando disparó contra Levar Jones – a quien habían detenido por no llevar el cinturón de seguridad – sí que fue procesado, pero hay que tener en cuenta la extremidad de los hechos: a Jones, que sobrevivió, le dispararon por cumplir las órdenes de la policía.

El verdadero cambio sustancial no llegará hasta que no se aborden las divisiones raciales y el racismo. Es una lucha a largo plazo, una lucha que reconoce que la brutalidad policial es para el movimiento de los derechos civiles hoy, lo que el derecho al voto fue hace unas cuantas generaciones.