Tras Davos, el mundo necesita un nuevo modelo empresarial

Hay historias de pacientes catatónicos que se despiertan brevemente después de haberles inyectado algún medicamento experimental, para volver a sumirse en un estado catatónico.

Ese mismo despertar podría ser el caso de la élite de líderes empresariales que se congrega cada año en Davos con ocasión del Foro Económico Mundial.

Durante una semana al año, se inyecta a los altos directivos de las empresas el entusiasmo necesario para abordar los imperativos morales de los riesgos actuales – desigualdad, clima, pobreza, seguridad – cuyo impacto se siente en sus resultados netos.

Los maridajes de este año en Davos dieron como resultado ver al antiguo Vicepresidente de EE.UU., Al Gore y el ya legendario cantante Pharrell Williams anunciando un concierto de Live Earth para contribuir a cerrar un trato global sobre el clima en París.

Thomas Bach, Presidente del Comité Olímpico Internacional, dejó en entredicho a la FIFA, que fomenta la esclavitud en Qatar, al apoyar nuevos criterios sobre los derechos humanos y el medio ambiente en el proceso de pugna para organizar los Juegos Olímpicos.

La alianza empresarial The B Team inició las conversaciones sobre el Plan B con los sindicatos y la sociedad civil, en relación con los derechos, el trabajo decente y la acción climática.

Todos estos actos marcan un cambio. Pero en última instancia, el sistema global sigue averiado.

El mundo necesita un nuevo modelo empresarial. El que tenemos está corrupto. Pone en peligro a los trabajadores, las familias, las economías – la naturaleza misma del capitalismo está en peligro.

La economía mundial funciona bien para 100 millones de personas, pero no para otros 6.000 millones.

La Encuesta Global de la CSI reveló que sólo una de cada dos personas piensa que la nueva generación encontrará un trabajo decente. La demanda y el empleo están cayendo, y la deflación en Europa costará aún más puestos de trabajo.

Invertir en infraestructura, junto con incrementos salariales coordinados, podría crear 33 millones de puestos de trabajo tan sólo en los países del G20.

Una de cada dos familias trabajadoras no puede hacer frente al creciente costo de la vida. En EE.UU., más del 40 por ciento de la mano de obra ganará menos de 12 USD por hora de aquí a cinco años. Las perspectivas para 2015 son malas para el crecimiento y para el empleo.

Las economías están atosigadas por un número cada vez mayor de riesgos que aún no han sido evaluados por las agencias de calificación y los mercados de valores. La democracia, la confianza y la tolerancia son pilares de la economía mundial; y el trabajo decente, unos salarios justos y la protección social constituyen los cimientos de la seguridad necesaria para que la economía mundial pueda florecer.

Necesitamos un modelo empresarial donde las compañías no remuneren a sus empleados con salarios de miseria.

Necesitamos un modelo empresarial donde las cadenas de suministro garanticen trabajo decente y salarios justos, no salarios de miseria y un trabajo inseguro, peligroso e informal.

Necesitamos un modelo empresarial donde todas las empresas paguen impuestos ahí donde obtengan beneficios.

Sin embargo, el modelo de incentivos que mueve a tantas empresas hoy en día está debilitando a las empresas desde dentro. Está destruyendo las inversiones necesarias para establecer la economía fuerte y estable sobre la que se asienta el capitalismo.

La nueva tendencia a la recompra de acciones constituye un perverso aliciente que hace que los Directores Ejecutivos desembolsen billones para la readquisición de acciones en lugar de invertir en sus empleados y en capital. No hace sino debilitar a los trabajadores y trabajadoras que las empresas necesitan para poder crecer.

Los paquetes de acciones y bonificaciones de los directivos están destruyendo las inversiones que se necesitan para crear puestos de trabajo, empresas y economías. Las readquisiciones de acciones por parte de las compañías alcanzaron niveles récord el año pasado, las empresas estadounidenses desembolsaron cerca de 2 billones USD en los últimos cinco años para volver a comprar sus propias acciones, y cifras similares se registraron en el Reino Unido.

Este atracón de recompra de acciones propias deja a los trabajadores abandonados a su suerte, daña las economías y muestra cuál es el auténtico costo de los paquetes de bonificaciones de los directivos.

El despertar de Davos podría insuflar a los inversores, líderes empresariales y políticos nuevas ideas, pero los cambios a nuestro modelo empresarial deben producirse en las salas de juntas. Volver a un estado catatónico no es una opción.

 

El original de este artículo fue publicado inicialmente en el Huffington Post US.