Explotación de trabajadores migrantes: la cara oculta del sector de la construcción en Alemania

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En otoño de 2014, la capital alemana inauguraba por todo lo alto un gigantesco centro comercial en pleno centro de la ciudad, el « Mall of Berlin », a dos pasos de la atracción turística de la Puerta de Brandenburgo.

Unas semanas más tarde, estalló el escándalo: una treintena de obreros rumanos que habían trabajado en la construcción del centro continuaba sin cobrar varios meses de salario. Ovidiu era uno de ellos.

Este hombre lleva ya varios años viviendo en Berlín. En el verano 2014, un capataz le convenció para venir a trabajar en la construcción del futuro centro comercial.

“Nos prometieron de 8 a 9EUR (8,5-9,5 USD) la hora. Pero en realidad nos pagaban 6EUR (6,4 USD) la hora” asegura Ovidiu.

Una cifra muy por debajo del salario mínimo vigente en el sector de la construcción de Alemania, que asciende a 10,75 EUR (11,4 USD) la hora. Además, los obreros carecían de contrato, a pesar de que lo reclamaron en repetidas ocasiones. “Trabajamos dos meses en esas condiciones, pagándonos cada dos semanas. Después ya no recibimos nada más”.

Al poco tiempo, los trabajadores no pudieron seguir pagando su alojamiento y acabaron en la calle. Después de tres meses sin salario, dejaron finalmente de trabajar y se dirigieron a la oficina del consejo de trabajadores desplazados de la confederación sindical alemana Deutscher Gewerkschaftsbund (DGB).

La DGB se puso en contacto con el empleador y consiguió el pago de un adelanto, mínimo, de los salarios adeudados. Pero nada más. La mayoría de los obreros rumanos que trabajaban en la obra acabaron volviendo a sus países. Siete de ellos se quedaron y empezaron a manifestarse, cada día, frente a la entrada del flamante centro comercial, con el apoyo del sindicato autónomo Freie Arbeiter-Union (FAU).

“Dormíamos en uno de los contenedores de la obra”, explica Ovidiu. Más tarde, este puñado de hombres encontró refugio en los locales del sindicato FAU y organizaciones afines. Hoy, sobreviven con la ayuda del sindicato.

El inversor a cargo del centro comercial rechaza cualquier responsabilidad sobre la situación en su subcontrata, que es la que contrató a los obreros. La empresa que dirigió los trabajos hizo otro tanto. De todas formas, esta se declaró en diciembre en quiebra.

“Conocemos bien este tipo de maquinaciones desde hace unos años. Después de tres, cuatro o cinco semanas, se creará una compañía similar, nueva, con otro nombre, que no querrá saber nada de las antiguas obligaciones”, denunció el portavoz berlinés de la confederación DBG, Dieter Pienkny, en una radio pública alemana. Los obreros rumanos van a interponer una demanda ante los tribunales para reclamar sus salarios.

 

“La parte visible del iceberg”

Este tipo de abusos contra los obreros migrantes se está multiplicando en el sector de la construcción de Alemania.

En marzo de 2014, el sindicato alemán del sector, Industriegewerkschaft Bauen-Agrar-Umwelt (IG-BAu), defendió a 50 obreros de una obra de Frankfurt que también llevaba meses sin recibir su salario. La compañía acabó abonándoles los 100.000 EUR (106.230 USD) que les adeudaban.

“Cada vez más empresas de la construcción optan por externalizar a sus obreros. Esto lleva a que se constituya todo un grupo de compañías especializadas en suministrar trabajadores a buen precio para las obras”, explica Frank Schmidt-Hullmann, responsable de los temas relacionados con trabajadores migrantes en el sindicato IG-Bau.

“No se trata de compañías de la construcción genuinas. Los son solo sobre el papel, pero su única actividad real es suministrar mano de obra barata. Se trata de compañías pantalla que, con frecuencia, sólo abonan los primeros meses de salario. A continuación, dejan de pagar a los obreros y esperan a que estos continúen hasta finalizar la obra, con la esperanza de que les paguen al final del contrato. Nos encontramos constantemente con estas situaciones. Y conocemos muchos casos en que los trabajadores se dirigen a un sindicato. Es la parte visible del iceberg”.

A la mayoría de los obreros migrantes afectados se les contrata como trabajadores europeos desplazados.

Esta legislación permite a las empresas de un país de la Unión Europea contratar a trabajadores temporales bajo el régimen de la seguridad social de otro país.

«Las empresas utilizan esta directiva para beneficiarse de las diferencias en los salarios y las cotizaciones sociales que hay en distintos países”, denuncia Frank Schmidt-Hullmann.

Los migrantes que trabajan en el sector la construcción alemana provienen de países con salarios muy bajos. Cuando a un obrero de la construcción que gana de 300 a 400 EUR (318-424 USD) en Rumanía le proponen ganar 1.200 EUR (1.275 USD) por venir a trabajar a Alemania, le parece mucho de entrada. Pero es una cantidad muy por debajo de los salarios alemanes del sector. De esta cifra les suelen deducir el coste del alojamiento y el transporte, lo cual es ilegal en el marco del trabajo desplazado”.

El número de migrantes empleados en la construcción alemana como trabajadores desplazados no ha dejado de aumentar en los últimos años. La seguridad social del sector de la construcción tenía registrados algo más de 57.000 en 2010. En 2013, llegaban a casi 89.000. Las tres cuartas partes de ellos (más de 66.000) procedían de Europa del Este y de Turquía.

La apertura total del mercado de trabajo alemán a los trabajadores polacos, en 2011, y desde 2014, a rumanos y búlgaros, en nada solucionó la situación.

“Las compañías que recurren a subcontratas para contratar obreros autónomos se niegan de todas formas a contratarles directamente”, resume Frank Schmidt-Hullmann.

Los sindicatos se enfrentan hoy a un abuso añadido: el empleo de obreros migrantes en condiciones abusivas de trabajador autónomo. “En este caso no tienen ningún derecho como asalariados”, subraya el sindicalista. No pueden reclamar la aplicación del salario mínimo, ni la seguridad social.

Por todo ello, los trabajadores rumanos y búlgaros en Alemania se encuentran en situación especialmente precaria.

Lo demuestran los últimos estudios realizados por el instituto de investigaciones sobre el trabajo de la agencia alemana para el empleo. El número de trabajadores migrantes que tiene que acogerse a las ayudas sociales, incluso cuando trabajan, es muy superior a la media: el 7% de los asalariados rumanos y búlgaros reciben fondos del Estado, además de sus ingresos laborales, porque estos son demasiado bajos, frente 3.3% de la población general.

Para luchar contra estos abusos, los sindicatos alemanes reclaman más controles sobre las obras de construcción del país.